No debemos juzgar ninguna obra terminada por sus anécdotas de construcción.
Es cierto que filmar en digital ha disminuido el costo de producción de una pieza cinematográfica; pero aún no se ha podido suprimir la presencia de un montón de personas. Lo cual se traduce en dinero: pagar a los actores, utileros, escenógrafos, ingenieros, etc. Como vemos, el trabajo de un director, de entrada, requiere paciencia. ¿Qué ocurre cuando el presupuesto es de cero pesos?
Omar Linares (D.F., 1987) -mejor conocido como Lino-, se encuentra filmando Blues de Medianoche: su ópera prima. Él es consciente de su situación: ante cualquier proyecto, normalmente, se tendría que conciliar lo posible con lo deseable; pero lo que está haciendo Lino se encuentra en la frontera entre lo difícil y lo imposible.
La grabación de su primera película comenzó en octubre de 2012. Si todo sale conforme al plan, habrá terminado en marzo de 2013. Esperar casi medio año para decir that’s a wrap! es demasiado tiempo.
La grabación de una película, me dice Lino, toma de tres a seis semanas cuando hay dinero de por medio. El equipo del Blues lleva meses trabajando. ¿Acudieron con las instituciones y con posibles patrocinadores? Sí. ¿Qué pasó? Les dijeron que qué padre pero que no había recursos. ¿Cómo ha logrado permanecer durante estos meses en su afán por conseguir la materialización de su idea?
Me reuní con Lino el 1 de febrero de 2013 en el Café del Codo. Antes de saludarnos lo vi leyendo. Leía la libreta donde ha documentado su proceso creativo. Me compartió un par de notas.
En octubre, Lino escribió: “El cine lo es todo para mí. […] Más que nadie, cuídala [refiriéndose a la película] como tu amante, tu hija, tu vida. Cuídala con todas tus fuerzas. Entonces lo habrás logrado. Lograrás ser un autor.” En efecto, aún no puede presentarse, digamos, como un réalisateur. Dentro de poco lo será. ¿Qué camino ha seguido?
Le comenté que hubiera sido más fácil iniciar su carrera con una obra un tanto pop, una obra fácilmente vendible, que con una más personal. Lino me dijo que ni siquiera se había planteado esa posibilidad.
Dejamos a un lado el tema y nos centramos en su blues. Me contó su idea. Me dijo que la historia, como adelanta el título, puede verse como tal: tristeza, muerte, soledad, etc. He leído el guión: los personajes aman el cigarrillo, la lentitud y las reflexiones filosóficas sobre la vida; pero lo más interesante es que tienen una extraña manera de ser empáticos: al parecer se rehúsan a estar, perdurablemente, con alguien, y, al mismo tiempo, no pueden vivir sin charlar; necesitan del diálogo a pesar de que, casi contradictoriamente, lo menos que hay en el texto son largos intercambios de palabras. Hasta ahí puedo llegar. Lo que se va a juzgar va a ser el producto terminado. No el texto. Una vez que la película se proyecte podremos empezar a discutir su factura. Antes, no. Le comenté a Lino que, por tanto y por ahora, conviene centrarnos en el esfuerzo que ha supuesto la realización de esta película.
Comentamos otra entrada de su diario de rodaje. El 1 de febrero de 2013: “Si fuera fácil el oficio del cine, habría más directores que estilistas en las calles. Nadie me había contado o platicado de esta parte del cine que me es hasta ahora lo más difícil. Resistir”. Me confesó que le sorprendía haber permanecido durante tanto tiempo como principal responsable de la película. A pesar de ello no le noté fastidiado. Por el contrario: entusiasmado. Me comentó que todos los involucrados en la película (más de 50 personas) han prestado sus servicios de buena voluntad. No han cobrado ni un quinto.
El trabajo de Lino, desde finales de 2012, más o menos, ha sido así: de lunes a jueves trabaja en Distrito Federal. El viernes, por la mañana, llega a Aguascalientes. El fin de semana graba. El domingo, por la noche, regresa a D.F. A eso hay que agregar, evidentemente, lo que implica ponerse de acuerdo con todo el mundo metido en el proyecto para coordinar el tiempo y preparar el rodaje. Le dije que me parecía casi un acto heroico lo que estaban haciendo. Me contesta que no, que no es para tanto, que es algo que ha querido hacer desde hace mucho tiempo.
Cada palabra que Lino pronuncia sobre la película lleva una carga emotiva. (Nadie podrá decir que no hay pasión y esfuerzo). Antes de despedirnos, sin embargo, pienso que eso nadie lo va a valorar en el momento. La película tendrá que hablar por sí misma. (Voy a decir una obviedad: sé que el Blues va a ser criticado cuando se proyecte por lo que es, no por lo que fue. Atrás quedarán la joda, las noches sin dormir, los conflictos: a nadie le importará eso). No se lo dije. (Aún no es momento de hacer juicios. De momento hay que celebrar la dedicación). Acabamos nuestro café y decimos hasta pronto.