La camioneta blanca impide el paso de los peatones: sus vecinos tienen que bajarse de la banqueta, rodear la parte trasera del mueble y retomar su natural camino, después de haber salvado el obstáculo diario que luce reluciente por las empeñosas manos del chofer, ajeno al respeto del derecho ajeno, con la complacencia de su encumbrado jefe.
La secretaria llama al teléfono celular del plebeyo; se acabó la comunicación directa, en vivo y a todo color, que éste tenía con la alta funcionaria, antes de instalarse en el encargo.
La impuntualidad de la mayoría de las mujeres y hombres públicos forma parte de su llamativo atuendo; el desdén al tiempo de otros es un problema ajeno.
Los burócratas de alcurnia están blindados por un interminable séquito de todólogos, desde asistentes hasta especialistas en asuntos sin importancia, pasando por ujieres, choferes y ayudantes.
Suponen estos personajes que entre más grande es el desplante, la incomunicación directa y el servicial grupo, la eficiencia y los resultados tangibles son mayores, pero no es así.
La sencillez forma parte del estilo de vida de las personas admiradas, apreciadas, carismáticas, sabias, educadas y cultas.
El sábado pasado, en estas páginas se informó de la visita del general Óscar Naranjo a la Universidad Autónoma de Aguascalientes para dictar una conferencia magistral en el marco del I Foro Internacional de Mediación.
Llamó la atención de los asistentes, la humildad, capacidad, experiencia, espontaneidad, simpleza y afabilidad del vanagloriado policía cosmopolita cazador de narcos, contadores y mujeres de capos, que “liquidó al cártel de Cali con inteligencia, acciones quirúrgicas y sin un solo tiro” (Santiago Gamboa dixit).
Disponer de su tiempo para atender con amabilidad y paciencia a la prensa puntual (antes de la plática) y a los reporteros impuntuales (después de ésta), le retrata perfectamente.
Y qué decir de la tersura y humildad del nuevo obispo de Roma.
En su texto “Francisco, un Papa diferente”, Joaquín López-Dóriga cuenta la historia habitada desde la historia en Ciudad del Vaticano, “cuando el nuevo sucesor de Pedro asomó el miércoles por la noche en el balcón del Palacio Pontificio de San Pedro, tras el anuncio de habemus papam, hizo un contacto inmediato urbi et orbe, con expresiones que dejan ver lo que será su papado, lo que recordó por un momento, a Juan Pablo I desde el ropaje: apareció con la sotana blanca como único revestimiento, igual que Luciani en septiembre de 1978, y dejó ver una sonrisa como aquélla”; y las generosas maneras al despedirse de la asamblea congregada en la plaza, con el “buenas noches y descansen”.
Al día siguiente, continúa el periodista, “primero de su papado, en la salida a Santa María Maggiore para rezar a la virgen, no quiso usar el Mercedes Benz negro de los papas y pidió un coche de la gendarmería, sin caravanas y sin mayor escolta. En el camino se detuvo en la residencia en la que había vivido los días de las congregaciones previas al cónclave, se bajó del auto sin acompañamiento, subió a su cuarto, recogió las cosas que había dejado y pagó la cuenta de su estancia, a lo que el recepcionista se oponía, pero tuvo que ceder ante su insistencia” (Milenio Diario, 15/03/2013).
Las mujeres y los hombres públicos suelen marearse con facilidad, a la menor provocación, al primer contacto con el incienso: ojalá algún día, los Don Nadie, asuman el estilo seductor y la desacralizada actitud del Papa Francisco y del general Naranjo, ¿es mucho pedir?
Porque alguien tiene que escribirlo: Al dirigente estatal del PRI Aguascalientes, J. Guadalupe Ortega, y al delegado del Comité Ejecutivo Nacional, Mario Vargas, el respeto hacia el proselitismo interno de los precandidatos no les exime de cumplir una obligación primaria, como es, la de exigir capacidad e inteligencia a las campañas de Paco Chávez y Óscar López Velarde, si se pretende retener la Presidencia Municipal de la capital.
Cómo se llama el padre del marketing político posmoderno —enemigo del PRI y del precandidato— que diseñó los espectaculares de OLV, preguntan los preocupados priístas, que desconcertados buscan el mensaje de su correligionario en esa mirada altiva, dirigida a la estratósfera.
Si las precampañas son la antesala de la elección constitucional, entonces desde ahora, Vale al Paraíso tener mucho cuidado, porque a los lejos se estarán mirando el pino tricolor y el bonsái albiceleste, que jamás enderezarán sus ramas.
El diseño de campañas exitosas es un asunto de profesionales; los charlatanes debieran recordar el desastre causado en la pasada elección federal, donde el PRI Aguascalientes perdió dos de tres diputaciones y las senadurías.
Leer ¿Cómo ganar elecciones?, del clásico Joseph Napolitan, para disimular sus miserias, en el importantísimo rubro de la comunicación política, les caerá muy bien a los hacedores de sonados fracasos. Pena ajena, siento.