Sólo en 2012 volvieron al país 400 mil mexicanos, después de haber estudiado y trabajado en Estados Unidos durante años. Algunos con becas para continuar estudios en alguna universidad de aquel país, otros con experiencia laboral equiparable a la de cualquier obrero calificado, pero no encuentran en México un programa de reinserción, como admitió el Instituto de Mexicanos en el Exterior (IME).
La mayoría vuelve con una serie de habilidades, como el manejo del idioma inglés, pero todo el esfuerzo académico y laboral termina, en el mejor de los casos, con un salario mínimo, atendiendo llamadas en call centers o dando clases particulares. Otros simplemente son tentados por el crimen organizado, sostiene la Asamblea Popular de Familias Migrantes (Apofam).
Desde que uno cruza la frontera hacia México hay peritos, o quién sabe que serán, pero ya empiezan a trasegarlo a uno y a quitarle lo poco que trae. Uno se siente hasta defraudado por su país, porque siendo uno mexicano es la gente mexicana la que nos empieza a robar
, dice Ifigenia, quien después de brincar la barda
por Mexicali, hace cinco años, volvió a Cuautepec Barrio Alto. Pero no volvió sola.
“Me regresé con mi nieto, lo metí a la escuela, pero le niegan su certificado. Estoy con la apuración de volverme a ir, aunque sea otra vez de mojada, porque si él no tiene su certificado de la escuela ¿qué va a hacer? Yo nomás traje los papeles del grado en el que iba, y aquí me piden los de todos los años. Aquí tuve que firmar un papel que decía que él no iba a tener certificado hasta que presente los documentos de Estados Unidos”.
Antes de “pasar de mojada” a Estados Unidos, a Ifigenia le fue negada la visa en cuatro ocasiones. “Siempre que iba, yo decía: ‘¿pues qué me verán? ¿Por ser pobre, humilde, por qué me negarán la visa siempre?’ Lo intenté varias veces, porque yo quise hacer las cosas por la vía legal, pero no”.
Dejó en Estados Unidos a tres de sus hijos, que también cruzaron sin papeles y han vivido allá por 18 años. El mayor es mecánico, su hija trabaja en una fábrica de velas y el menor en un lavado de autos.
Soy la tutora de mi nieto, y para cualquier trámite tengo que ir yo. Allá se me enfermó de plaquetas, estuvo siete veces internado y no me cobraron ni la mitad de un dólar. Me dieron todo el medicamento, la operación que tuvo fue gratuita. La verdad, la verdad, yo estuve mejor allá que aquí. ¿De dónde agarra aquí uno para pagar esas enfermedades?
Aquí, explica, se dedica al hogar, a vender poquita chamoyada, chetos, gelatina. Mi esposo está pensionado y ya con eso nos mantenemos. Mi marido me dice que se vengan los hijos, pero lo veo muy difícil. Ya ve que va uno a la tienda y escucha que ya se balacearon, que violan a las muchachas, y le digo yo a mi marido cando me dice que se vengan los hijos, en realidad yo siento más seguridad en Estados Unidos que aquí
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Miguel Ángel Trujillo también volvió al país, y una vez aquí convenció a otro de sus hermanos para que volviera y continuaran el negocio de compra-venta de metales, pero les duró poco el rencuentro. A dos de sus hermanos los secuestraron en Veracruz y a otros dos en Guerrero. Hace años que no sabe de ellos y las autoridades sólo le dicen que investigan. Miguel Ángel, quien domina el idioma inglés, no encuentra trabajo.
El titular del IME, Arnulfo Valdivia Machuca, reconoció en conferencia de prensa que no existe en el país un programa de reinserción para los mexicanos que retornan por su voluntad o son deportados.
Marco Antonio Castillo, integrante de la Apofam, sostiene que esa experiencia laboral y académica de los migrantes retornados, que no reconoce el gobierno de México, sí la aprovecha el crimen organizado
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Uno de los retornados voluntariamente, becado en la Universidad de San Francisco, y quien no pudo reincorporarse a una universidad en México es Raúl Rodríguez.
“Regresé en diciembre de 2010. Terminé la high school y por el promedio me gané una beca económica para estudiar en la universidad donde estudié año y medio. Tuve que salirme para regresar a México por cuestiones familiares: mi abuelo se puso muy mal, entonces cuando quise volver a entrar a la universidad aquí me encontré que no era tan fácil como pensé”.
Intentó en la Universidad Tecnológica de México y el Tecnológico de Monterrey: “yo quería estudiar licenciatura en idiomas o derecho, pero me pedían lo que era el apostillado de mis calificaciones. Como no lo apostillé, fue un problema. Lo único que apostillé fue el diploma de la high school, pero me han comentando que se necesita traducir y apostillar las calificaciones”.
Acudió a la oficina de migración en Tlaxcala, a unos 15 minutos del municipio en el que vive, y le dijeron que sólo lo pondrían en contacto con una agencia a la que le debía pagar por los trámites, algo que no puede hacer por falta de dinero.
Ellos me recomendaron pedirle a algún amigo que lo haga por mí. Pero también es difícil por el dinero. Me fui a California a los 15 años para hacer algo de dinero. No sé cuánto sea del apostillado y la traducción de los documentos. Hay problemas aquí para conseguir empleo, no es fácil ni siquiera cuando se tiene experiencia; al contrario, es es más difícil. Me dedico a dar clases particulares de inglés, asesorías, traducciones, pero todo lo que aprendí no lo puedo ocupar aquí
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Aunque habla fluidamente inglés, para reconocerle el nivel le piden un diploma o título que avale el dominio de la lengua. Aquí me exigen tomar los cursos de principio a fin. Unos amigos me habían dicho que con sólo presentar un examen me podían reconocer el dominio del idioma, pero en Tlaxcala me dicen que no tienen ese examen, porque nadie lo ha solicitado antes
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Así, a los 22 años, con un promedio que aquí tienen los cerebritos
, no puede ingresar a la universidad. La Unitec me dijo que podía ver lo de las becas, pero ya no recibí respuesta. Ese es mi caso, yo me pude traer algunos papeles de Estados Unidos. Imagínese el caso de quienes son deportados y no pueden traerse nada
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