Los molinos de la mente / El nuevo Papa… La vieja iglesia - LJA Aguascalientes
15/11/2024

La Iglesia Católica está estrenando nuevo Pontífice, Francisco I, Jorge Bergoglio, quien tiene a su cargo la no fácil tarea de volver a rescatar la Iglesia Católica de sus propios integrantes. Y es que en El Vaticano, como en cualquier Estado Político o país del mundo, existen en su seno diferentes grupos de poder político que pugnan por detentar el control de la Institución Religiosa. Si bien, Francisco I, se identifica con el movimiento de Juan Pablo II con quien colaboró cercanamente, tendrá que enfrentar al grupo más conservador de su comunidad religiosa para tratar de insertar a la Iglesia Católica en el mundo moderno. Claro que la batalla interna de la Iglesia no dejará nada a sus feligreses en el sentido espiritual, tal y como ha sucedido por siglos, quienes estarán sometidos a las acostumbradas tautologías de la religión. Es muy poco probable que el nuevo Papa ejerza su autoridad para modernizar el mundo católico en cuanto a su dogma y a sus prácticas, de manera que los católicos en general no deben de guardar muchas esperanzas de que el nuevo rector de su Fe y representante de su Dios, opte por abrir la Iglesia al Siglo XXI. Todo parece indicar que es un Papa de transición que llevará su pontificado por aguas más tradicionales que actuales. Y digo que es un Papa de transición porque su predecesor no pudo llenar el espacio de Juan Pablo II ni su ambicioso plan de revolucionar al Vaticano y su presencia en el mundo, pero no actualizar la Fe Católica, sino mantener los viejos preceptos de antaño. En su favor, allende de muchas cosas, le valdrá su carisma que ya se ha dejado ver en sus primeros días de envestido, y seguramente tendremos la experiencia de un sucesor de Pedro que será más cercano a las masas. Anticonceptivos, matrimonios entre personas del mismo sexo, revisión de los conceptos como pecado, ejercicio cristiano de la Fe y conducta de sus fieles, habrán de recibir poca mutación durante su tiempo. Porque la religión está basada en su estatismo y en la negación o el descalificación de todo concepto que contravenga sus preceptos originales. De otra manera, dejaría de tener validez para sus creyentes. Por ello, es necesario, por fuerza de subsistencia, que la Iglesia no ejecute una renovación o una actualización de sus preceptos de culto, en sus ritos y en sus mitos. En el mundo moderno donde la moneda apetecible, deseable, es la Libertad, llama poderosamente la atención que una Institución Religiosa no vaya hacia el futuro sino que su viaje y sus acciones sean hacia el pasado como fuente de legitimación de su existencia. Pero esta vuelta al origen no es exclusiva de la religión católica, sino que es la base de todo sistema de creencias religiosas: Budismo, Islamismo, Judaísmo, Brahmanismo, Protestantismo, etc. Ser Papa es sacarse la rifa del Tigre, no es una tarea leve o superficial. En la Iglesia Católica existe grande corrupción en todos los niveles y son pocos los sacerdotes que realmente poseen una verdadera vocación de ayuda y de amor al prójimo. Limpiar la Iglesia de pederastas, de corruptelas y de juegos de poder no parece ser tarea para un solo hombre que ha vivido y se ha desarrollado en ese mundo. El Vaticano es uno de los Estados Políticos con mayor poder y peso en el mundo, es una lástima que estas características no sean puestas al servicio de sus fieles para mejorar sus vidas. La mayor aflicción para los católicos es que el cambio esencial de la Iglesia en un nivel espiritual y fáctico para sus creyentes, no necesitaría de ningún costo financiero, sino de la mera voluntad de mejorar las cosas, y la valentía de hacer de la Iglesia un verdadero órgano de ayuda y de amor al prójimo, en lugar de llevar el trono de San Pedro de acuerdo a los principios políticos. Una revolución espiritual de conducta y práctica, únicamente requeriría de que el flamante Francisco I así se lo propusiera para llevarla a cabo. Pero como en toda Institución Política, no se busca el bienestar de los fieles ni de los gobernados, sino el mantenimiento de la Institución y el poder que ésta genera para quienes se benefician de detentar la influencia, el mando, la autoridad. No se trata de que se favorezca a creyentes, sino de fortalecer a la Iglesia como tal. Después de todo, quién será el valiente que se atreva a poner en riesgo la existencia de una de las Instituciones más viejas de la historia, y sin duda, una de las más lucrativas para sus miembros y asociados, a cambio de beneficiar a sus fieles. La Iglesia Católica seguirá los mandatos propios de sus intereses como Estado Político, tratando de mantener y de ampliar su influencia en el mundo a través de la imagen austera de Francisco I, quien como hombre de Iglesia, actuará en coincidencia con estos preceptos.

Cada cambio de poder, en este caso de Papa, siempre implica la esperanza de que el nuevo líder sea capaz de superar las intrigas y los juegos de poderes mundanos para brindar beneficio a sus devotos. Así, el nuevo Papa es el receptor de esta fantasiosa expectativa de cambio a favor de los católicos y de la renovación de la Fe, en términos que den real beneficio a los devotos.

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