Ha pasado ya casi un mes desde la detención de la “maestra” Elba Esther Gordillo y, lógicamente, ha dejado de ser la nota más relevante, desplazada por nuevos acontecimientos que la han ido relegando a páginas interiores y menores espacios en la atención de la ciudadanía. Con todo, se cumplió con el objetivo de enviar el mensaje oficial de que “si te oponías al nuevo gobierno, más te valía no tener cola que te pisen” y más de un actor político ahora piensa mejor sus actos y palabras; también funcionó para poner el tema de la calidad en la educación dentro de la agenda pública, aunque no en los términos más adecuados, pues se ha considerado que simplemente sin la Gordillo se iniciaría una cadena de sucesos virtuosos en pro de la educación, lo que no ha sucedido, pues como veremos, en la ecuación hay más factores que no están controlados.
Empecemos con la provocadora aseveración de que el SNTE es sindicato “democrático”, al menos en el contexto del sindicalismo nacional donde Fidel Velázquez sigue vivo, pues con todos sus defectos hay un proceso electivo medianamente transparente; aun más, desde mediados de los 90 se eliminó la afiliación forzosa y corporativa al PRI, dejando de ser uno de sus cimientos para adquirir peso específico propio. En este contexto, en cada centro de trabajo del sector educativo se celebran elecciones en donde con sus reglas, innatas con todo a cualquier democracia, sus miembros pueden presentar sus candidaturas y es la “base” quien finalmente decide; aunque con harta frecuencia sea hacia quien mayor identificación tenga con la estructura sindical oficial, el “institucional” o charro. No hay empero, masoquismo en esta decisión, pues es precisamente el charro quien representa mejor gestión de los intereses individuales y de grupo, lo mismo en las negociaciones generales que, igual de importante, en el trámite de asuntos individuales: de un permiso extraordinario, una beca, un préstamo, etc. Contando con consenso desde el primer nivel, un esquema piramidal de “delegados” va nombrando las instancias superiores hasta llegar a dirigencia nacional, donde hasta febrero de este año reinó la maestra Elba Esther. Ya en el terreno puro de la especulación, si se hubieran realizado elecciones generales directas entre todo el magisterio, la Gordillo habría triunfado sin duda, pues su empoderamiento implicaba beneficios tangibles a todos los niveles, lo mismo en alzas salariales siempre por arriba de la inflación, días de pago extraordinarios, prestaciones en especie, etc. siguiendo el mandato de “roba, pero salpica”. Como ejemplo: en Aguascalientes los miembros del SNTE que sí trabajan casi los 200 días al año, reciben como pago 540 días, la cifra mayor en la república; prestación que por cierto no aplica a muchos docentes contratados bajo otros esquemas.
Como esta administración de la abundancia trae pingües beneficios, la violencia ha sido cotidiana en la lucha por la dirigencia, pues por ejemplo Carlos Jongitud defenestrado por la Gordillo en tiempos de Salinas, hizo carrera como golpeador de disidentes desde los años 40 y la maestra, pese a sus pretensiones modernizadoras, siempre que no pudo corromper apeló a los golpes e incluso se habla de algún asesinato encubierto como “muerte accidental”. El principal núcleo opositor, englobado como la Coordinadora de Trabajadores de la Educación, la CNTE, tiene sus orígenes en la Federación de Estudiantes Normalistas Socialistas, quienes desde los años 50 reivindicando una agenda revolucionaria donde los maestros deberían ser sus principales motores, ha intentado desplazar a la dirigencia “charra”. Lo malo es que, con los años, esa agenda revolucionaria se hizo tan anacrónica como la bandera socialista, de hecho la CNTE es el único actor político importante que al parecer no se enteró del colapso del socialismo real, pero sigue siendo usada como coartada que justifica todas sus acciones y movilizaciones. El punto es que, aunque su agenda pretendidamente sea diferente, en los hechos replican y amplifican todas las prácticas de su contraparte “institucional”, pues aunque el pretexto sea la “patria socialista”, su lucha implica ampliar las prebendas y canonjías que disfrutan sus enemigos, usando eso sí, peores maneras que los institucionales. Así, se ha llegado a la situación de Oaxaca, donde los mentores no cobran aún los 500 días como en Aguascalientes, pero trabajan bastante menos que los 200 que marca el calendario, de paso ubicando al estado en los peores índices de rendimiento escolar.
La detención de la maestra cambió esta dinámica, los institucionales recibieron el mensaje y están extremando precauciones y clamando su adhesión a la reforma educativa y sus probables políticas, mientras que la CNTE asumiendo que el enemigo pasa por un mal momento ha elevado su ofensiva y en los estados controlados sus movilizaciones amenazan con la paralización total. Empero, lo que debiera ser el objetivo último: la elevación de la calidad educativa no aparece en el horizonte, pues ninguna de las partes transigiría que la inamovilidad de las plazas magisteriales, es un privilegio y no un derecho y que una auténtica meritocracia es el único mecanismo que garantiza que los mejores reciban las oportunidades y promociones que pudieran desatorar el actual sistema productor de educandos semianalfabetos. Los latrocinios de la Gordillo son centavos ante la magnitud de los recursos invertidos en la educación sin mayor beneficio, ni para los egresados ni para el país en su conjunto.