- Una expresión del duelo, con tono de locura, trauma, alucinaciones
- Una novela que retoma el dolor de la pérdida para transformarlo en literatura
De la novela Di su nombre (Sexto Piso, 2012) se ha dicho que es una de las novelas más importantes editadas en nuestro país el año pasado. En ella el narrador, un hombre de mediana edad llamado Francisco Goldman, rememora los años pasados con su esposa, una joven escritora mexicana llamada Aura Estrada. Una novela que es al mismo un torrente que nos arrastra hacia la vida interior de un hombre que acaba de perder a su joven esposa en un accidente en una playa del Pacífico mexicano, haciéndole perder el centro y el eje de su existencia. Una novela que retoma el dolor de la pérdida, del duelo para transformarlo en arte, en literatura.
Francisco Goldman (Boston, 1954) es norteamericano, de ascendencia guatemalteca y ha publicado anteriormente los libros El esposo divino y El arte del asesinato político, ambos con la editorial española Anagrama. Con Di su nombre nos regresa a las raíces más puras de la novela de amor, tomando como punto de partida el dolor que le deja la pérdida de su joven y brillante esposa:
“Empecé a escribir el libro seis meses después de la muerte de Aura, pero no estoy seguro de cuándo se me ocurrió la idea [de] escribir el libro. Según yo recordaba que el día del funeral de Aura yo escribí una nota en donde le hacía varias promesas, una de ellas la de fundar un premio con su nombre, ya sabes las locuras, las cosas que uno dice en esos momentos de dolor, le prometí también que iba a publicar un libro con sus escritos, creo que hasta le escribí que me iba a suicidar, cosas así puse en aquella nota y siempre pensé que le había prometido que iba a escribir un libro sobre ella, pero cuando revisé la nota el año pasado resultó que no, que nunca le prometí algo así”. Nos cuenta Francisco en una cafetería de la Colonia Roma, con su hablar pausado en el que a veces aparece el tradicional you know de los norteamericanos.
“Pero me acuerdo –continua– que varios meses después estuve con el escritor inglés John Banville, quien me dijo de una manera un tanto pomposa: ʻobvio vas a tener que escribir sobre esto algún día, pero vas a necesitar tiempo, tal vez dentro de cinco añosʼ, no me lo dijo en mala onda pero en ese momento pensé ʻsí güey y que voy a hacer mientras tantoʼ, porque sabía que no me iba a ser posible escribir sobre otra cosa, yo soy escritor no tengo otra manera de procesar las cosas. Yo estuve muy mal, yo pasé esos primeros seis meses muy mal, casi todo el tiempo borracho y toqué fondo una noche cuando me atropellaron en Nueva York y me dijeron en el hospital que era posible que me fuera a morir. Pero sobreviví y cuando salí del hospital me dije que tenía que dejar de ser tan autodestructivo, que tenía que tratar de vivir de una manera que no le diera vergüenza a Aura, que tenía que honrar su memoria de alguna manera. Y una amiga me ofreció ir a Berlín, me dejaba su departamento para pasar allá la temporada navideña y ésa fue la atmósfera perfecta, no conocía a nadie, sólo tenía un amigo guatemalteco allá, hacía mucho frío, Berlín es una ciudad llena de fantasmas que yo no conocía. Aún tengo el mail que le envié a una amiga en la que le anunciaba que había empezado una novela sobre Aura, sobre nuestra relación. Yo siempre supe que iba a ser una novela. Desde el principio tuve la ambición de que el libro fuera una novela, por muchas razones, una de ellas era que muchas veces desde la invención logras decir la verdad mucho mejor que desde el simple hecho de contar los hechos, porque los hechos mienten muchas veces, la otra razón es que yo quería honrar a Aura, eso era lo más básico, yo tenía la idea de que esto era algo que yo le debía a Aura porque ella fue la persona más literaria que yo conocí y así es como empecé a escribir esta novela.
Javier Moro Hernández (JMH): Algunos críticos dicen que la literatura no sirve para expiar culpas, la literatura no es eso, pero de alguna manera tu libro es un juego de espejos entre Aura y tú , porque nos cuentas tanto tu pasado familiar como el de Aura, tu historia personal a través de contar la historia de Aura.
Francisco Goldman (FG): El marco del libro es una autoinvestigación que hago a partir de la denuncia a la que fui sometido por parte de la familia de Aura por su muerte. Lo que yo digo es que está bien que me acusen, aunque yo no acepto los términos porque yo sé que no hice nada malo ese día, pero como acusación existencial yo sí tomo la responsabilidad de investigar todo, es una autoinvestigación, usando como arma muy importante la imaginación. Pero yo quería explorar, entender quién fue Aura, claro es una Aura muy subjetiva, pero yo quería explorar ese misterio. En el primer capítulo el autor dice “yo siempre quise saber qué se sentía ser Aura.” Eso es parte del amor y obviamente uno nunca puede ser la otra persona pero si yo iba a investigar, a indagar y retratar lo que había sido la niñez y la formación de Aura, también tenía que tener al lado mi infancia y mi formación para tratar de entender lo que nos unió. Entonces yo quería entender cómo es que yo llegué a mi edad sin conocer el amor verdadero y entender cómo dos personas como nosotras, que veníamos de familias disfuncionales, se pudieron encontrar y estar juntas.
JMH: En ese sentido el libro además de ser una novela de autoinvestigación es un libro que retrata un momento específico que fue los cuatro años en los que ustedes dos convivieron y te transformaron profundamente.
FG: Y que la transformaron a ella y justo es el corazón del libro. De repente hay personas que se me acercan y me preguntan que les diga qué partes son inventadas y cuáles son reales y yo creo que ahí solamente hay que usar el sentido común porque yo no tengo necesidad de inventar sobre la relación que tuvimos Aura y yo, simplemente porque estuve ahí, con ella, entonces ahí estoy muy fiel en los hechos, pero cuando tuve que inventar fue cuando hablo de la niñez de Aura, porque yo no estuve ahí, yo recordaba alguna cosa que ella me dijo, algún fragmento como cuando me contó que ella fue con su madre a la Universidad de Columbia a hablar de su beca, pero yo no estuve ahí con ella y tuve que usar mi imaginación, imaginar cómo pudo haber sido, pero también hay distintos tipos de imaginación y el libro combina memoria e imaginación cuando retrato la niñez de Aura, pero cuando retrato los cuatro años que estuvimos juntos, eso no era memoria, eso era revivir, casi de manera alucinógena, porque así es el duelo traumático en donde el pasado reciente se siente más real que la misma realidad, estás constantemente invadido de imágenes, trozos de ese pasado perdido que vuelven a tu cuerpo, a tu mente, lo estás reviviendo constantemente y el libro intenta captar este ritmo del duelo en el que estás constantemente invadido por estos momentos del pasado.
JMH: Tu novela es una novela de amor, en el más puro sentido de la palabra, pero también es una novela sobre el duelo, pues la escribes desde él, pero el duelo es otro proceso de vida distinto al de enamoramiento, pues es separarse de esa persona amada y el libro retrata ese otro proceso.
FG: El libro fue, en cierta manera, una antiterapia porque fue rechazar el proceso de soltar, rechazar el proceso de dejarla ir, yo no quería dejarla ir y estaba muy mal, fui diagnosticado con síndrome estrés postraumático, con episodios psicóticos menores, que fueron las alucinaciones, yo rechazaba los medicamentos porque decía que tenía el deber de vivir esto, todo, no quería tomar el camino corto, yo tengo que exprimir todo lo que tenga que exprimir de esta experiencia y creo que ésta es una de las cosas más importante que tiene el libro, que no es sobre el duelo sino que es una expresión del duelo mientras lo estaba viviendo, entonces todo ese tono de locura, de trauma, de alucinaciones, yo lo estaba viviendo mientras lo estaba escribiendo, entonces cuando el narrador habla de que Aura está en el árbol, eso no es realismo mágico porque yo de verdad creía que Aura estaba ahí, y éstos son síntomas universales del duelo traumático, que está provocado cuando de manera inesperada y violenta pierdes a la persona que más amas y eso afecta los senderos neuronales, o sea que crea lesiones en el cerebro, y yo pensaba, cuando yo cubrí las guerras civiles en Centroamérica, que entendía eso, pero ahora sé que no entendía nada.
JMH: Quería preguntarte sobre la acusación injusta que te hace la familia de Aura, que de alguna manera te permite tomar, como narrador, el papel del acusado en este proceso de autoconocimiento, que llevas en el libro.
FG: Mi duelo hubiera sido diferente, hubiera tenido un proceso distinto sin esa horrible cosa, porque no sólo fue una acusación sino que fue una cosa que se convirtió en un chisme, por ejemplo, en Guatemala esta acusación fue tomada por personas que no me quieren desde que escribí el libro sobre el caso del Obispo Gerardi, utilizaron esta acusación para desacreditarme, los militares, la ultraderecha tomaron esa acusación y la pusieron en la televisión en el país en donde vive mi familia. En fin, no fue chistoso, fue una cosa terrible y mi duelo hubiera sido muy distinto y en el libro dejo muy claro que yo entiendo el duelo de la familia de Aura, que entiendo que cada persona va a vivir su duelo de manera diferente, pero si eso no hubiera sucedido esto hubiera sido otro libro. Yo quería dejar una narrativa fiel a lo que estaba viviendo yo, era a lo que yo aspiraba con este libro, pero eso no era nada terapéutico.
JMH: El libro tiene unas características muy interesantes: vas y vienes en el tiempo, tiene partes de los textos de Aura, que me imagino estabas revisando para conformar el libro de ella que salió hace unos años.
FG: Sí, el narrador de este libro [hace] lo mismo que yo estaba haciendo, buscando en la computadora de Aura, haciendo un trabajo arqueológico porque ella tenía la forma más excéntrica para guardar y esconder sus textos: un fólder y adentro un fólder y adentro un fólder y al final encontrabas un textito, ¿sabes? Casi como cajas chinas.
JMH: Recuperar esos textos también era una forma de recuperar una parte de Aura
FG: Claro, una parte muy importante de Aura, porque Aura era un gran talento y saber que este libro existe me da mucho gusto y me gusta imaginar que otras jóvenes mujeres aspirantes a ser escritoras puedan ver en este libro el proceso y la búsqueda de su propia voz, porque Aura estaba justamente en ese proceso y yo creo que el libro de Aura es una joya. Pero al estar escribiendo el libro nunca fui consciente de la posibilidad de fracasar, una mujer me dijo un día que éste era un libro muy peligroso y ahí me di cuenta de qué hubiera pasado si mi talento no hubiera sido suficiente para retratar a Aura tal como era. Yo nunca intenté hablar bien de Aura, yo retraté la Aura que yo conocía, con sus neurosis, sus inseguridades, sus miedos, nunca tuve la tentación de quitar las cosas que eran negativas, nunca tuve la intención de idealizar a Aura, porque si lo hubiera hecho así hubiera fracasado.