Con el devenir de los años se convirtió en la cacique del SNTE, la dueña de la franquicia familiar del Partido Nueva Alianza, la mandamás de la mayoría de los atemorizados gobernadores y la usufructuaria plenipotenciaria de las cuotas aportadas por los agremiados, a través de su segundo ex marido, el maestro Francisco Arriola Urbina, uno de los presidentes, hasta octubre del año pasado, del suprimido Órgano Colegiado de Administración y Finanzas del SNTE, que seguramente será llamado a declarar y aclarar el tema financiero del sindicato.
Elba Esther Gucci perdió el piso. Le ganó la condición humana perversa, la que resplandece cuando la mujer o el hombre salen de la insignificancia y la frágil preparación, para encumbrarse hasta donde la vista pierde su sentido: “Licenciado, ¿qué epitafio quiere que le ponga en su tumba?”, preguntó la maestra Gordillo, hace nueves años, al entonces diputado federal y ahora secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet.
Enloquecida por el poder, la incontrolable ambición, la infinita soberbia, la ignorancia pueblerina, el secuestro de su primer círculo y la interminable influencia ejercida durante los 12 años de las presidencias emanadas del PAN, desafió al Estado mexicano.
Pero, además, hizo de las excentricidades, la opacidad, el amoroso nepotismo, la traición, el multimillonario gasto del dinero mal habido, el desafío, la belicosidad, el despotismo y la opulencia, un estilo de vida repudiando por millones de mexicanos y de profesoras de a pie (particularmente), que tendrían que trabajar 350 años para estar en posibilidad de gastarse los 39 millones de pesos erogados en Neiman Marcus, de donde salía feliz con sus compritas de ropa de marca (Gucci, Ferragamo, Burberry, Etro y demás corte celestial), muy parecidas a los objetos piratas comprados por las maestras tapatías en su mercado de San Juan de Dios.
Las autoridades deberán informar a cuánto asciende el monto de los recursos del SNTE, desviados para la fundación y operación del Panal, porque Isaías Gallardo Chávez, uno de los tres responsables de la triangulación de los recursos públicos a cuentas personales, se desempeña como asesor de la Coordinación Ejecutiva de Finanzas del Panal.
Confrontar al presidente electo en el terreno personal, al mencionarlo de manera despectiva, cuando estaba fuera del país, como “aquél del copete que anda en Europa”, para puntualizar la posición del sindicato en el Congreso Extraordinario, celebrado en octubre del año reciente, significó el derrumbe de su terrenal Imperio, porque disponer con absoluta libertad del patrimonio de los profesores le significó su detención.
Defenestrada, la guerrera se fue sin despedirse. Los incondicionales aplausos callaron. Sus aliados fingieron demencia. Los panistas hicieron que la Virgen les hablaba. Los cómplices huyeron. El Panal marcó distancia. El SNTE le encontró sustituto en seis horas. Las manifestaciones de fin de semana se fueron de pinta. Los senadores priístas expresaron las condolencias a su compañera Mónica Arriola Gordillo, la hija, quien recibió los abrazos solidarios, en bochornoso encuentro. Y colorín colorado, la mala de este cuento magisterial, se ha guardado.
Porque alguien tiene que escribirlo: Desde que apareció La Razón (y antes en otro diario también dirigido por Pablo Hiriart), Otto Granados se dedica muy frecuentemente a los asuntos educativos. El 18 de mayo de 2011, un año antes de la elección federal reciente, publicó en el citado diario:
Quienquiera que sea el Presidente de México a partir de 2012, tendrá que decapitar a la maestra Gordillo. Los motivos no son menores: unos tienen que ver con la política pública; otros con la concentración de poder; algunos más atenderán a circunstancias prácticas de tipo social. Y los últimos por una necesidad estética. Veamos.
Por primera vez en los últimos cuarentq años el tema educativo se ha posicionado de manera muy relevante en la agenda mediática. Si bien no aparece aún en los primeros sitios en las encuestas que registran las preocupaciones ciudadanas, ni toda la crítica a la situación actual es suficientemente coherente y ordenada ni ha sido posible evitar cierto oportunismo, la insatisfacción con la mala calidad de la educación mexicana es prácticamente unánime.
El próximo gobierno, por ende, no podrá ser insensible ante esa realidad entre otras razones porque no tiene mucho margen para reemplazar el diseño de la política económica o de la estrategia de seguridad, con las cuales seguramente continuará en lo esencial, y deberá, en cambio, ofrecerle algo distinto a un electorado ansioso de ver qué trae consigo una nueva alternancia. Mejorar la educación, empezando por renovar el corroído liderazgo sindical, es, en ese sentido, altamente rentable.
En segundo lugar el presidente requerirá transmitir la sensación de que es un presidente que toma decisiones complejas, esto es, un presidente con poder.
Iniciará su mandato rodeado por la delincuencia que manda en porciones del territorio; por gobernadores y legisladores, de su partido y de las oposiciones, que ya no renunciarán dócilmente a los instrumentos y recursos que ahora controlan, o por poderes fácticos mucho más peligrosos que el magisterio. En esa cadena, por diferentes vías y modalidades, el sindicato magisterial es el eslabón más débil.
La tercera circunstancia es que, como sucedió en el pasado con los derechos humanos y el medio ambiente y como pasa ahora con la seguridad pública, la adopción de “causas”, en este caso la educación, cobrará mucho mayor centralidad en la parte activa de la comunidad y el gobierno se verá orillado a dar una respuesta más radical que la suscripción de un mero papel, llámese alianza, acuerdo o compromiso, con la promesa de mejorar la educación.
Y la última consideración es que, con sobradas, merecidas, documentadas y justificadas razones, la actual dirigencia magisterial se ha vuelto ya indefendible por completo, de suerte que su caída sería no sólo un acto de justicia poética, sino un imperativo estético para cualquier gobierno principiante que quiera despertar esperanza, ampliar su legitimidad política y conquistar apoyos.
Como es obvio, Otto Granados no resistió la tentación de reproducir su visionario texto, dos años después, el viernes 1 de este mes, con el nombre de “Adiós, Elba”.