Qué tanta razón tenían los que versaban que lo que tocaba el rey Midas era oro, pero nadie, nunca nadie en la historia contó que después de un tiempo, aquel oro, aquel bastón de madera que se llenó de brillo, aquel carruaje que se convirtió en dorado, aquella cabellera que acarició con calma, aquellas castañuelas y todas las cosas que le llevaron a su trono que con sólo su tacto se convertían en oro, nadie nos contó que se despintaban, que se quitaban de brillo, se hacían opacos, se hacían tristes, se arrumbaban porque algunos de los dueños de esas posesiones pensaban que aquel oro había dejado de ser oro, pero no, el oro del rey Midas para toda la vida fue oro.
Qué tanta razón tenían los profetas que este rey iba a ser inolvidable e indispensable, otros realistas y superficiales decían que lo que pasaba es que todos esos artificios tarde o temprano iban a ser de oro, pero estos románticos, profetas y poetas afirmaban que el rey había hecho magia, que eran sus manos las que hacían oro y no otra cosa.
El rey Midas Guardiola ha ganado el mejor de sus partidos desde su casa en Nueva York, toda la gente supo aquel martes trágico en Milán que esta máquina no estaba funcionando como antes, luego en casa quedó ridiculizada y el sábado en la Casa Blanca impotente, extrañando al rey Midas, entendiendo que la magia de aquel hombre los hacía brillar, los hacía lucir, valer quilates, millones y gustar, posar, de museo, los hacía verse como joyas, que todos en el mundo querían poseer, aquel rey Midas que ahora irá a otro reino a tocar a otros varios para convertirlos en oro, ganó en esta última semana lo que no pudo ganar nunca en tantos títulos, la razón, el reconocimiento y un lugar protagónico en la historia de este Barcelona.