No se trata de una novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez sino de la más surrealista situación latinoamericana que se vivió, y se vive, en Venezuela. Para aquéllos que sostienen que la realidad supera la ficción, la vida de Hugo Chávez, difunto Presidente de Venezuela, semeja al más puro realismo mágico latinoamericano. Vargas Llosa, Isabel Allende, Salman Rushdie (aunque Inglés-Hindú y no latinoamericano) y el también fallecido Carlos Fuentes, no hubieran podido ejecutar una novela dentro de su “realismo mágico” con los vericuetos y las exageraciones de la realidad que contuvo la vida del difunto Chávez. No solamente por la personalidad egocéntrica de Hugo Chávez sino por la manera de gobernar a un país basado en la escuela del ex mandatario cubano Fidel Castro, de quien Chávez fue su mayor discípulo y su grande admirador. Para quienes somos ajenos a la vida en Venezuela nos resulta impactante el ver la clase de culto que se le rinde ahora al interfecto Presidente venezolano. La televisión muestra a una multitud de venezolanos rindiendo culto post mórtem a quien fuera su líder por muchos años. Resulta difícil explicar de manera racional el deseo de ver el cadáver del exánime líder bolivariano para rendirle una especie de mórbido homenaje de despedida a quien llevara las riendas y el destino de ese país. Pero igual que sucedió en Estados Unidos con John F. Kennedy cuando fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 durante su visita a la ciudad de Dallas, Texas cuando los americanos se volcaron a las calles para darle el adiós al ultimado Presidente estadounidense; y, posteriormente, también pasó con Francisco Franco, quien en un golpe de Estado se convirtiera en el Dictador de España en Julio de 1936 provocando la Guerra Civil Española, y a quien después de su muerte muchos españoles acudieron a darle el adiós a sus restos mortales que fueron exhibidos por varios días. Ahora los venezolanos repiten el trance ahora frente al cuerpo de Chávez dispuesto para su exhibición. Los restos mortales han sido visitados por decenas de miles de seguidores y las personas siguen llegando de distintas partes del interior del país para verle. Igual que Franco, Chávez polarizó a la población Venezolana dividiendo al país que Gobernó. Los Chavistas viven su duelo mientras el resto de los venezolanos encuentran en el deceso del ex Presidente la oportunidad de una nueva vida guiada por el principal opositor Henrique Capriles, quien perdiera las últimas elecciones para Presidente contra Hugo Chávez Frías. La suerte de Venezuela aún no está echada, pues los Chavistas, el grupo de poder alrededor de Chávez, han tenido buen tiempo para intentar mantenerse en el poder, dilatando la noticia de la muerte de su ex caudillo para prepararse para la lucha la dirección de Venezuela, bajo el mando de quien fuera el Vicepresidente, Nicolás Maduro, y quien hoy ocupa el cargo de Presidente interino del país caribeño. Recordemos que Chávez no pudo tomar juramento de su nuevo mandato porque se encontraba enfermo, –muy probablemente quizás ya muerto– recibiendo tratamiento en la Habana, Cuba, bajo un hermético dispositivo que mantuvo a la prensa alejado del venezolano. Chávez será enterrado en el Panteón Nacional, lugar reservado para ilustres venezolanos quienes hayan rendido eminentes y meritorios servicios a la patria, pero con la salvedad de que está dispuesto a que sean llevados los restos allí 25 años después de fallecidos. No obstante en este caso se hará una excepción que ha sido denunciada por la oposición al régimen. Así, el otrora Presidente egocéntrico venezolano que utilizaba tiempos nacionales en radio y televisión para hablar por horas de los temas más nimios y de su aversión a los Estados Unidos, e incluso para cantar ante un público cautivo de seguidores y paleros, ahora es centro de un culto como el que hace años no se veía en el mundo moderno. Si bien su política social de subsidios y ayuda a los sectores más desprotegidos de Venezuela contrastó con la corrupción y los arreglos por debajo de la mesa con un grupo privilegiado que se favoreció con el mandato de Chávez, hoy deja al país bolivariano en una situación delicada donde el ejército tendrá un papel protagónico en el futuro de este país caribeño. No puedo menos que relacionar a Hugo Chávez con su equivalente mexicano, Andrés López Obrador, y agradecer a la suerte el hecho de que López Obrador no haya llegado a ser electo Presidente de nuestro país. Ambos políticos, carismáticos y populares, crearon su fuerza polarizando ideológicamente a los sectores más pobres de sus respectivos países, ofreciendo soluciones utópicas que, en el caso de Chávez, no se llegaron a realizar. La historia dará cuenta de Chávez y de sus logros, pero también de sus carencias y fallas. El ex caudillo venezolano seguramente se regocijaría de ver lo multitudinario de sus exequias, y sin duda su presencia en el imaginario colectivo venezolano será uno de los grandes retos para quien sea el encargado de rescatar al país de su situación actual. La presencia de mandatarios de toda América Latina, incluyendo al Presidente de México, Enrique Peña Nieto, muestra la importancia estratégica, ideológica y económica que posee Venezuela en el Continente. Ojalá la transición venezolana sea para bien de sus habitantes, de una manera ordenada y pacífica. La novela de Hugo Chávez Frías ha terminado.