La Jornada Aguascalientes se dio a la tarea de investigar si en nuestro estado sucede el reciente fenómeno nacional de los llamados grupos de autodefensa, pues a pesar de que diversos representantes populares y funcionarios públicos hayan señalado de forma constante que no existen en la entidad, algunos institutos políticos de aparente oposición al gobierno en turno han señalado que algunos grupos y acciones encuadran con la clasificación de estos organismos civiles de protección.
A sólo unos kilómetros de la mancha urbana, en dirección al oriente de la ciudad, tomando la carretera que lleva hacia Cañada Honda, a unos metros antes de llegar al relleno sanitario de San Nicolás, se encuentra una desviación al lado derecho, por la que se debe circular para llegar, en orden de ubicación, a las comunidades de San Antonio de los Pedroza, San José de la Ordeña y El Conejal. En esos lugares hemos encontrado grupos de civiles que han comenzado a organizarse para proporcionar protección a la integridad de sus familias y de su patrimonio, ya que el nivel de inseguridad que se vive en estas comunidades es muy alta. Principalmente se ven afectados por robos, mismos que presuntamente perpetran personas que habitan en las colonias Benito Palomino Dena, Las Cumbres y Rodolfo Landeros.
La cantidad de robos que se realizaba en la zona llegó a niveles sorprendentes, pues los delincuentes se llevaban prácticamente todo, como ejemplo está que a una persona le robaron un tejabán completo. Los objetos que pudieran representar algunos pesos tras su venta eran los que desaparecían, incluyendo animales y objetos simples y diversos. Éste fue el motivo por el que varias personas, entre las que destacan los jóvenes, se hayan organizado para defender lo que les pertenece, y poner freno a los altos niveles de robos. Cabe mencionar que las autoridades municipales, estatales o federales no les han dado alguna respuesta.
En la comunidad rural de San Antonio de los Pedroza, un alegre grupo de jóvenes que integra un equipo de beisbol (de quienes nos reservamos sus identidades) es el que ha decidido defender a su comunidad, pues no conciben que lo que tanto ha costado a sus familias termine en manos de los delincuentes tan fácilmente. Por ello aseguran que los ladrones deben poner mucha atención, pues amenazaron con que al que logren capturar no le va a ir nada bien.
“Nosotros nos mantenemos al pendiente de quiénes entran y quiénes salen de la comunidad… y si no los conocemos, les cuestionamos que a qué vienen, si llegan en taxi o en lo que vengan”. También aseguran que la Policía Municipal, a la que ven en raras ocasiones por la zona, no le tienen mucha confianza, ya que se han enterado de que en muchos casos son sus elementos quienes están en contubernio con los delincuentes. Así, la sensación de desprotección fue otro de los motivos que les han hecho organizarse para atacar a la delincuencia.
En la cercana comunidad de San José de la Ordeña, se encuentra otro grupo de habitantes, quienes de la misma manera, se han organizado para brindar seguridad a sus comunidades. En este lugar se cuenta con un modelo de protección un tanto imperceptible, pero no por eso es menos organizado, ya que les ha dado resultados, pues han sido varias las ocasiones en las que han logrado detener delincuentes.
Los vecinos relataron que una vez, mientras se mantenían vigilantes de la comunidad, detectaron a un ladrón en flagrancia, procedieron a detenerlo y someterlo. Lo tuvieron varias horas amarrado a un poste, y como contaban con la certeza de que ninguna patrulla se acercaría a la comunidad en horas o hasta en días, tomaron la decisión de subirlo a una camioneta y llevarlo a las instalaciones de la Procuraduría de Justicia del Estado, donde lo presentaron, expusieron el caso y lo dejaron en manos de dicha instancia. De esta manera se demuestra que los civiles están realizando lo que corresponde y a lo que están obligadas las autoridades.
Así como estas agrupaciones muestran la capacidad organizativa a la que han llegado y lo positivo de brindar protección a sus familias y su patrimonio, de la misma manera se muestran decepcionadas del trabajo de las autoridades en materia de procuración de justicia. Lamentan que a quienes han asumido la responsabilidad de protegerse, tarea nada fácil, su empeño no les sea recompensado, ya que se han dado cuenta de que unas horas después de que entregan a los delincuentes a las autoridades, éstos salen libres, y este insípido escarmiento no los hace alejarse de la vida delincuencial a la que se encuentran acostumbrados.
Don José, una de las personas de mayor edad y de las más respetadas dentro de San Antonio de los Pedroza, nos mostró su permiso para portar armas que le otorgó el Estado en 1967, así como su identificación como parte de la defensa rural. Manifestó que no encuentra lógica en que, si en la actualidad los niveles delincuenciales son mucho más altos y las condiciones hacen la vida más hostil, sea posible que no se les quiera entregar un permiso para portar armas y sobre todo que no se les reconozca como una policía comunitaria o rural, con lo cual se legitime la protección que están brindando a sus comunidades .
“Nosotros tuvimos armas… nosotros ocupamos el lugar de las defensas rurales, y nos daban un siete milímetros, andábamos a caballo vigilando la zona, ahora cuando ven a alguien con el celular en la cintura, los pocos policías que llegan a venir nos llaman la atención quesque porque piensan que es una navaja… la realidad es que estamos indefensos en el campo, no tenemos con qué defendernos… los rateros saben que estamos desarmados, llegan a los lugares o a las casas y hacen lo que quieren… no, y si lo agarran a uno con una arma, olvídese, cae uno preso”.
Foto: Roberto Guerra