Se cumplirán 207 años desde su nacimiento, 141 de su muerte y vaya que sus conceptos siguen vigentes, aunque más que eso, su ideal de respeto y libertad que guiaba sus acciones continúan siendo un referente para quien aspira algún día al servicio público.
De Benito Pablo Juárez García se ha escrito mucho, se ha leído suficiente, se dice y se opina tanto que difícilmente se pueden verter conceptos novedosos e ideas realmente diferentes a las ya vistas con anterioridad.
Que fue un luchador incansable, cierto. Un reformador, un adelantado a su época: sí. Un necio, obstinado y un tipo duro de carácter, que gobernó en ciertos momentos con “mano de hierro”, sí lo fue. Eso mismo se puede leer por ejemplo en sus Apuntes para mis hijos donde de manera abierta relata su historia de tal manera que quienes la leyeran posteriormente no tuvieran duda de quién fue y qué pretendió hacer en su vida Benito Juárez.
Cuando conocí a Benito Juárez, era yo un chiquillo de apenas seis o siete años; en la primaria nos hicieron repetir un poema “A Juárez”, algunos compañeros se disfrazaron de Conservadores y otros de Liberales: de Maximiliano, Carlota, Margarita Maza y Benito Juárez. Hicieron alguna representación como miles de veces se hacen en las escuelas primarias de todo el país y así conmemoramos el natalicio del Benemérito de las Américas.
Todavía recuerdo algo de aquel poema:
Don Benito Juárez, que nació en Guelatao… era un pastorcito, defensor de las causas justas, con inmensa vocación. Nació el veintiuno de marzo. Recordemos porque es suya, esa frase inmortal: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, es la paz… Indio zapoteca, que fue probo y honrado. Gobernó bien a su estado y hasta ser presidente llegó. Él nos dio las leyes. Libertad y democracia… Defensor de las causas justas. Incansable luchador…
A partir de ahí cada año escuchábamos hablar de él, aprendí su famosa frase y en más de una ocasión la mencioné para evitar entrar en conflictos con otras personas, como seguro lo hemos hecho todos alguna vez. Ya mayor, cuando ingresé a la carrera de Derecho, aprendí más sobre nuestro 27° Presidente, leí a detalle sus orígenes, su origen de indígena zapoteco, su extracción humilde, la pérdida de sus padres, su insaciable curiosidad por conocer más de su mundo, su disciplina para aprender el castellano, su estancia paradójica en la escuela eclesiástica de la cual pudo incluso ordenarse sacerdote y su crecimiento en la docencia y dentro de la política.
Su paso a la carrera política ocurrió en 1831, cuando fue electo Regidor del Ayuntamiento de Oaxaca. Dos años más tarde obtuvo una diputación local. Su vida fue una constante búsqueda por ir ascendiendo entre los distintos niveles, gracias a su capacidad y destreza llegó a convertirse en gobernador de Oaxaca durante 1847 y 1852. Liberal de ideas y opositor férreo de Antonio López de Santa Anna, trajo consigo para Juárez serias dificultades, tanto que incluso fue expulsado del país.
Juárez expidió las Leyes de Reforma encaminadas a separar de manera definitiva la Iglesia del Estado, nacionalizar los bienes del clero, establecer el matrimonio y el registro civiles. Fueron leyes de la institución pública, que sientan las bases de la educación popular, laica y gratuita, así como de todos los actos de la vida civil. Así de primera vista pudieron parecer leyes que estaban desvinculadas de la política del desarrollo económico y social, pero su influencia fue enorme, porque cambiaron el viejo marco de las instituciones e ideología nacionales. Era un transformador como pocos. Estableció una República que funcionó a partir de él.
Juárez fue un gran líder, decidido, proactivo. Amado por muchos, odiado por otros, sus decisiones generaban consecuencias. En su momento no vistas de la mejor manera, pero conforme el tiempo pasaba la razón le iba siendo entregada. Hasta la fecha se mantiene esa tendencia.
Comprendía que para generar el cambio, era necesario hacer las cosas de manera apegada a la ley. Respetuoso de la Constitución, insistía que nadie estaba por encima de ella. Siendo Gobernador de Oaxaca, y tras la muerte de su hija, en lugar de sepultarla en la zona de la iglesia, como era permitido, la enterró en el panteón a la afueras de la ciudad, como lo decía la ley, poniéndose a sí mismo como ejemplo de lo que se debía hacer.
Cuando conocí a Benito Juárez de mejor manera, comprendí que era un modelo a seguir, un hombre trascendente en toda la extensión de la palabra, alguien a quien se le rinde el respeto que se merece y de quien debemos aprender todos sin excepción.
En la política más allá de tenerlo en un retrato o pintura en cualquier pared de la oficina, deberíamos llevar con nosotros sus ideales, su constante apego al derecho y su acatamiento de la ley. Muchas veces se ha dicho: no necesitamos tantas reformas, la manera básica y más eficaz de vivir entre nosotros es respetando las leyes que existen. Cumplirlas y hacerlas cumplir, esto es todo.
A final de cuentas, lo único que necesitamos es convivir entre todos nosotros de la manera más ordenada posible, haciendo lo que nos toca y dejando hacer a los demás lo suyo. En resumen, respetarnos puesto que “Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.