El feminismo es una linterna. Su luz es la justicia que ilumina las habitaciones oscurecidas por la intolerancia, los prejuicios y los abusos.
Nuria Varela
Un largo periodo de oscurantismo llegó con el patriarcado, la iglesia, la familia, la pareja, el estado, se han encargado minuciosamente de oprimir y someter a las mujeres. A punta de sangre, de cárcel, de hoguera, de encierro, de matrimonios obligatorios, de normalizar la heterosexualidad y la feminidad es que han logrado la esclavitud y explotación de millones de mujeres, más de la mitad de la humanidad.
La historia contada y registrada por las mujeres se desvanece ante uno de los mitos más grandes del pensamiento mágico, la idea de inferioridad femenina, aquella historia anti natura que cuenta que salimos de la costilla de un hombre y no del útero de una mujer, lo terrible de esa historia es que el sistema en su conjunto lo ha tomado como un hecho verdadero, la perversión patriarcal ha argumentado casi perfectamente el gusto de las mujeres y hasta el punto del agradecimiento a quienes las exterminan y las someten.
Digo que casi le ha resultado este discurso al patriarcado, porque el gran festín de explotación eterna lo interrumpió el feminismo. Esa idea radical que dice que las mujeres somos seres humanas.
El feminismo no propone asesinar a nadie, oprimir a nadie; mientras el machismo mata a 5 mil 200 mujeres al año en México, cuatro de cada 10 mujeres que mueren en el hogar es por violencia de género y tres de cada 10 fallecimientos en la calle son contra mujeres, por el hecho de ser mujeres.
El feminismo ha logrado interpretar y desarticular el discurso basado en lo natural, en los sentimientos femeninos, en la fuerza y el poder masculino, el feminismo ha llegado a las entrañas de la lógica masculinista, ha revisado su engranaje y desde ahí desmantela los constantes intentos de sujeción de las mujeres.
Por eso es que las feministas somos incómodas a tantas otras mujeres y hombres que cómodamente desempeñan su papel de patriarcas, porque de la misma manera unos y otras se benefician del trabajo, el producto y el poder que generan las mujeres en lo individual y como grupo, es decir como clase sexual. Los hombres se incomodan porque ellos no quieren sentirse cuestionados en sus privilegios, no quieren abandonarlos sencillamente porque no les interesa tener relaciones horizontales con las mujeres.
Las feministas encarnamos el conocimiento ancestral de otras mujeres, nos nombramos a nosotras mismas, corporalizamos nuestra idea política, hurgamos la historia de mentira y hacemos arder cada espacio que ha enaltecido como sagrado el patriarcado, no sólo descubrimos sus trampas sino que desmontamos su visión, no caímos en su juego y denunciamos que la objetividad es la experiencia y el sentir de lo masculino mientras a la experiencia y a la historia sentida de las mujeres la desdeñaron como subjetividad, siempre buscando dominarnos en todos los campos.
El patriarcado trajo consigo sus grandes hazañas enmarcadas como guerras, conquistas, sometimientos, colonización, exterminio, dominio, capitalismo y hoy en día, globalización, libre comercio, neoliberalismo, genocidio, crimen organizado, ése es el sistema que ha desarrollado y que ha implementado en todo el mundo y de ese sistema somos las mujeres quienes principalmente pagamos con nuestra sangre y nuestra vida los costos que exige esta feroz lógica masculina establecida.
Este sistema nunca va a reconocer los derechos de las mujeres, su sentido de igualdad, tampoco su sentido de diferencia, no reconocerá su libertad, ni su autonomía e independencia porque eso sería el principio del fin de ese sistema.
Antes que eso legitima y legaliza la idea de que el cuerpo de las mujeres pertenece a dios o al estado, menos a ellas, antes legaliza la violencia hacia las mujeres y crea refugios para que los coléricos machos no las maten en ese momento y ellos queden sueltos plenamente por las calles acosando la casa de las víctimas para seguirlas intimidando, antes regula el comercio, la explotación, el sometimiento y la vejación de niñas y mujeres en “zonas permitidas” y declara enfermos a todos aquéllos que violan, matan y miran a las mujeres con tanta saña.
Por eso es que un sistema con justicia, dignidad y libertad para la humanidad no puede ser éste que hoy tenemos, por eso es que otra lógica es urgente, otra historia, otros triunfos, otras visiones, reconocer otras voces y realidades, como dice la feminista Ximena Bedregal, pensar lo no pensado, eso es el feminismo.
La revolución será feminista o no será, sostiene que todo lo creado desde esta lógica patriarcalizada será opresivo para mujeres y hombres, que el poder así tal y como se ha desarrollado verticalmente sólo ha servido para segregar, que cuando las feministas hablamos de cambiar al mundo no queremos decir maquillaje para todas, queremos desmantelar cada rincón, arrancar de raíz todo mandato que sostenga que nosotras somos inferiores.
Hasta ahora el feminismo es un riesgo que muy pocas y pocos han tomado, será su radicalidad, será tanto estigma o tanto acoso a las feministas; lo que es seguro es que este sistema patriarcal se reinventa, se afina e intenta engañarnos, darnos pequeños “triunfos” nos tiende una trampa cuando dice que hoy en día las mujeres somos iguales; pero como dijo Audre Lorde: Las herramientas del amo no desmantelan la casa del amo.
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