- Onomástico de Gregorio Zamarripa Delgado, con gran poder de convocatoria
- Carlos Lozano, Mario Vargas, Guadalupe Ortega y hasta el PRD y el Panal
Juan Pueblo y Pedro El Perico no podían faltar (son los únicos con “candidatura” amarrada) al menos ése es el fin último de la política, estaban representados en siete de cada 10 invitados. Araceli Barrón amenizaba en la palapa El Gallo, de Gregorio Zamarripa Delgado, el festejado, allá en Jesús María.
A las 17:40 horas arribó el gobernador Carlos Lozano de la Torre, contento, saludando lo mismo a Juan que a Pedro, a Lupita y a Carmela, “un baño de pueblo”, que coronaban los flashazos de las lentes digitales domésticas, de oficina y las profesionales; todo el mundo se retrataba con su góber, que prodigaba abrazos, saludos tronadores y besos mejilleros.
Le acompañaba su comitiva: Mario Vargas Aguiar y J. Guadalupe Ortega Valdivia, en primerísimo lugar; enseguida, Óscar López Velarde, Francisco Javier Chávez Rangel y Sergio Reynoso Talamantes.
Además de Enrique Rangel Jiménez, ya estaba ahí la mayoría de los diputados priístas, claro, el anfitrión Goyo, Gustavo Granados Corzo, Gabriel Arellano Espinosa, Mario Guevara Palomino, Arturo Robles, Jesús de Alba, Dennis Ibarra Rangel… (José Luis Alférez Hernández llegaría a las 17:25, cuando ya había pasado lo mejor; antes había llegado Gilberto Carlos Ornelas, del partido amarillo).
Unas 400 personas, entre funcionarios e invitados especiales, y por supuesto el pueblo, echaron porras a su gobernador y a su ex alcalde de Jesús María y ahora diputado, que coordinara algo de la campaña presidencial en Aguascalientes, Zamarripa Delgado.
Nadie fue por hambre, ya la llevaban; pronto sirvieron el platillo más mexicano que pueda existir sobre la faz de la tierra: molito con pollo y arroz, rebosados con lechuga y rábanos; con tortillas bien gorditas.
La música arrecia, Gerardo Centeno El Buky, le pega con fe a la imitación; cándido y mustio, micrófono en mano, se acerca a “la mesa redonda del rey Arturo”, dirían los chistosos que no faltan.
Todo cuadraba, a la derecha de Lozano de la Torre, Guadalupe Ortega, presidente del CDE del PRI; Sergio Reynoso, secretario de Gobierno; Juan Manuel Morales, presidente de la Mesa Directiva del Congreso; José Carlos Lozano Rivera Río, ex subsecretario de Organización del CEN del PRI; Gustavo Granados Corzo, presidente de Copecol; Óscar López Velarde Vega, secretario de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial; Enrique Rangel Jiménez, subsecretario del Jurídico; Dennis Ibarra, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso; Gregorio Zamarripa, el anfitrión; y Mario Vargas Aguiar, delegado del CEN del PRI cierra “el círculo mágico”.
El Buky “aterrizó” –como decíamos, cándido y mustio- paradójicamente, sin hacer ruido y haciendo mucho ruido; le ofreció el micrófono a El Señor de las Despedidas y cantaron juntos, alguien dijo: “No hay nada más difícil /que vivir sin ti / El frío de mi cuerpo pregunta por ti / y no sé dónde estás /si no te hubieras ido /sería tan feliz / Todo era diferente cuando estaba el PRI…”
Roberto Martínez, el diputado aliancista que estuviera en el presídium de la puesta en marcha del Cargador Nivel III de Nissan, aparece y saluda dándole vuelta a la mesa. Al llegar donde Guadalupe Ortega, Sergio Reynoso le distrae; no quiere que se vea una descortesía que el sobrino de Andrés Valdivia no le hiciera caso, porque estaba en amena charla con Óscar López Velarde, y no los quisieron interrumpir.
Víctor de Luna busca desesperado su celular. Araceli Barrón le ayudó al pedir que lo devolvieran si alguien lo encontraba: “yo sé que somos gente honrada, gente buena…”, y no faltó quien soltara algunas risillas, ¿pero qué creen? Apareció el teléfono móvil.
Octavio Arellano, aquel director de Educación del municipio arellanista, precisamente, se despide de la mesa de honor. Todo es jolgorio y alegría en el terruño jesúsmariense.
¿El humo blanco? ¿Pues qué no se notó?
Foto: Roberto Guerra | Archivo | Gregorio Zamarripa