- El general César de la Sancha Villa recordó el decreto de Venustiano Carranza
- El gobernador Carlos Lozano visitaba esta zona desde sus tiempos de escolar
Alguien le pidió al dueto La Herencia que “se echara” una canción que le llegara a los militares hasta el alma, y lo que surgió fue todo un poema cantado: “Adiós, adiós, lucero de mis noches / dijo un soldado, al pie de una ventana / me voy, me voy, pero no llores / ángel mío, que volveré mañana”.
“Qué importa de quién sea esta canción, lo importante es que nos gusta”, comentaban dos soldados en una mesa, una de las 39 con nueve sillas, instaladas en la explanada de la XIV Zona Militar que comanda el general César de la Sancha Villa, de manteles largos, por el centésimo aniversario del Ejército Mexicano, y a quien visitaba el gobernador Carlos Lozano de la Torre. “Ya se asoma, la estrella de la Aurora / ya se divisa en el Oriente el alba / Y en el cuartel, tambores y cornetas / están tocando Diana”, canta con sentimiento el dueto.
Poco antes, en la ceremonia del centenario del Ejército Mexicano, el general de la Sancha Villa había recibido personalmente a sus invitados. En su discurso oficial, recordaría el decreto del gobernador de Coahuila, del 19 de febrero de 1913, en que consolidaba la unidad militar.
“Nuestro instituto armado está por encima de intereses personales… Lo reconoce la sociedad… los derechos humanos… derecho natural de las personas. Los militares garantizan los derechos humanos y es fiel custodio. Queremos la aprobación de los mexicanos, México debe seguir confiando en sus Fuerzas Armadas; su orden suprema será nuestra conducta”.
“Horas después, cuando la negra noche / cubrió de luto el campo de batalla / a la luz del campo pálido y triste / un joven expiraba”.
Hubo quien dijera que esa canción era de Agustín Lara, otros que anónima o del dominio público, como la Barca de Guaymas que para Andrés Henestrosa era La Canción de Aguascalientes, porque la escuchó aquí, cuando viniera en la campaña presidencial de José Vasconcelos, en 1929.
En su discurso, José Carlos Lozano de la Torre -así anunciado por el maestro de ceremonias, castrense- subrayó la admiración, el reconocimiento y el respeto de su administración a las Fuerzas Armadas, institución que él visitara como escolar y desde entonces, “está como semilla en mi corazón”, diría emotivo.
Después del discurso y de la entrega de regalos al general de la Sancha Villa, se inició el desayuno del cual también tomaron parte los periodistas: puntas de bistec a la mexicana, tamal oaxaqueño en hoja de plátano, verde y rojo; huevo a la mexicana con salsa molcajeateada, chinos negros (frijoles) y fajitas de pollo también a la mexicana, todo amenizado con una marcha dragona ejecutada por los cornetas militares.
Al término, Lozano de la Torre saludó de mano al menos a medio centenar de militares de diversos rangos, de los 300 que había en el evento, entre una cincuentena de invitados, como los funcionarios estatales y municipales presentes, como algunos alcaldes; 350 sillas ocupadas y unas 50 personas de pie.
El mariachi Los Potrillos, dirigido por Daniel Montoya, acompañó al Dueto La Herencia, que amenizaron el convivio con canciones mexicanas y militares.
“Se ve vagar la misteriosa sombra / que se detiene al pie de una ventana / y murmura: ‘no llores ángel mío / que volveré mañana’”.
Foto: Gilberto Barrón