Guillermo del Toro es un maestro a la hora de ponernos los pelos de punta utilizando con maestría los elementos que proporciona el cine —sonido, silencio, música, edición, ambientación y diseño de arte— sin abusar de los efectos especiales ni de aquéllos generados por computadora. Y es en ese sentido que se nota su “mano” dentro de la producción de Mamá, dirigida por Andrés Muschietti y basada en un corto también suyo
Sin gota de sangre y sólo las muertes necesarias, Muschietti va construyendo el suspenso desde la primera escena, así que tenemos el estómago anudado, la boca seca y la frente perlada de sudor, aún antes de que realmente pase “algo” y les aseguro un par de saltos a medio metro de su asiento incluso previo a la aparición de la criatura que le da nombre a esta cinta.
La acción inicia con Jeffrey, un padre medio enloquecido que maneja peligrosamente a toda velocidad por una carretera nevada, mientras sus dos pequeñas hijas, Victoria y Lily —de tres y un año respectivamente— lloran nerviosas en el asiento de atrás. Pronto nos damos cuenta de que el hombre ha hecho algo terrible y está escapando con las niñas con rumbo desconocido.
Un accidente provoca que padre e hijas se refugien en una cabaña abandonada en medio del bosque en donde él intenta acabar con la vida de ellas y con la propia, acción que se ve frustrada por la intervención de una sombra misteriosa.
Justo en este punto aparecen los créditos de entrada del filme, sugiero que les presten atención pues en los dibujos infantiles que ahí se presentan se cuenta la historia de los cinco años siguientes.
Ya en nuestros días, conocemos a Lucas —hermano gemelo de Jeffrey— quien ha dedicado todo ese tiempo —y al parecer también todos sus recursos— para encontrar a su hermano y sobrinas. El grupo de búsqueda, finalmente da con la cabaña y, por tanto, con las dos pequeñas que han crecido alimentándose de insectos y cerezas —a juzgar por el tamaño de la montaña de huesitos de estas frutas que se encuentran en el lugar—, pero su desarrollo ha sido poco natural y asimismo es su apariencia y sus movimientos.
Victoria y Lily son colocadas en un tipo de hospital psiquiátrico en donde intentan tanto integrarlas a la sociedad, como descubrir los cómos y los porqué de su misteriosa supervivencia.
La niña más grande recuerda el lenguaje y a su tío, por lo que le ha resultado más sencillo adaptarse a su nueva circunstancia, pero Lily es prácticamente un animalito, camina en cuatro patas, duerme bajo la cama y aún se alimenta de insectos, además de que su vocabulario consta de una sola palabra: Mamá.
Al ganar la custodia de sus sobrinas Lucas y su novia Annabel se trasladan junto con ellas a vivir a una casa pagada por los médicos que quieren continuar el estudio de las niñas, el Doctor Dreyfuss —su psiquiatra— está particularmente intrigado por “mamá” una figura materna que él cree que las niñas inventaron para sobrevivir. Aunque las sombras misteriosas dentro de la casa, las pesadillas de las pequeñas, las cosas que se mueven solas, los ruidos, los insectos, un misterioso accidente que deja a Lucas en coma, los cantos de una mujer adulta que se escuchan en el cuarto de Victoria y Lily, pronto nos convencen —tanto a nosotros como al Doctor y a Annabel— que quizá “mamá” no sea del todo un producto de la imaginación infantil.
Junto con todos los aspectos ya mencionados de la producción de Mamá, las actuaciones de las cuatro niñas —las dos más pequeñas y las de cinco años después— son uno de los aciertos más grandes de esta cinta, pues son ellas, con sus actitudes, sus posturas, movimientos y la intensidad de sus miradas que tienden a desviarse a un punto determinado más allá de la persona con la que están hablando, las responsables de que nuestra frecuencia cardiaca se eleve una y otra vez a lo largo de la proyección.
Igualmente colabora al éxito del filme la actuación de Jessica Chastain, quien interpreta a una protagonista de thriller muy poco convencional, ya que en lugar de una asustadiza mujer que se la pase gritando ante cada situación peligrosa o misteriosa que se le presenta, vemos a una rockera medio gótica y muy inteligente que sabe cómo actuar ante el peligro, que “toma al toro por los cuernos”, investiga, se informa y toma decisiones adecuadas, plantándole cara a la “criatura” cuando esto se hace necesario.
Si bien es cierto que existen un par de incongruencias en el filme y que en algunos momentos el productor se distrae y cae en algunos clichés “hollywoodescos” dejando algunos cabos sueltos, eso no le resta a Mamá nada de su brillo —¿o debería decir de su oscuridad?— ni la hace, por tanto, menos recomendable.
Productor: Guillermo del Toro, Miles Dale y Bárbara Muschietti; director: Andrés Muschietti; Guión: Neil Cross y los Hermanos Muschietti; fotografía: Antonio Riestra; edición: Michele Conroy; música: Fernando Velázquez; elenco: Jessica Chastain, Nikolaj Coster-Waldau, Megan Charpentier, Isabelle Nélisse y Javier Botet.