Ciudad del Vaticano. 11 de febrero de 2013. Con voz trémula, el Papa Benedicto XVI pronuncia el siguiente mensaje: “He llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a una avanzada edad, ya no son apropiadas para un adecuado ejercicio del ministerio petrino”. El Patriarca de Occidente continúa: “Por esta razón, y bien enterado de la seriedad de este acto, con plena libertad declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro”.
Las palabras articuladas en la lengua de Cicerón y Tomás de Aquino, el latín, sorprendieron al orbe y cimbraron a mil 200 millones de almas que consideran a Joseph Ratzinger como su guía espiritual. El presente artículo pretende explicar al amable lector cuál es la geopolítica del Estado Vaticano y cómo ésta podría influir en la elección del próximo Vicario de Cristo.
Desde el Tratado de Letrán de 1929 -firmado entre el secretario de Estado, cardenal Pietro Gasparri, en nombre de la Santa Sede y el primer ministro de Italia, Benito Mussolini, en representación del rey Víctor Manuel III- se reconoció la independencia y soberanía de la Santa Sede y creó el Estado de la Ciudad del Vaticano, con 44 hectáreas.
A partir de entonces, la Iglesia católica adquirió personalidad jurídica propia. Es decir, logró el estatus de sujeto del Derecho Internacional. Por lo tanto, es la Santa Sede, y no el Estado del Vaticano, la que mantiene relaciones diplomáticas con los demás países del mundo.
Ahora bien, la geopolítica se define como “el estudio de las relaciones entre los elementos geográficos y la política de los Estados”. Y es precisamente aquí, donde el escribano –quien reconoce que no es experto en derecho canónigo o sociólogo de la religión- pretende explicar la importancia de la geografía y la política de la Santa Sede en la próxima elección papal.
Los católicos -17 por ciento de la población mundial de acuerdo al CIA Factbook– experimentaron un incremento de 11.54 por ciento desde el año 2000. Como resultado, los seguidores de la Iglesia Universal constituyen el 17.7 por ciento de la población africana; el 63 por ciento de la americana; el 3.05 por ciento en Asia; el 40 por ciento en Europa; y 26.21 por ciento en Oceanía
Más todavía, los países con mayor población de fieles católicos son: Brasil con 123 millones de almas, 64 por ciento de la población; México tiene 97 millones de seres, 83 por ciento de la población; los Estados Unidos de América con 77 millones de personas, 25 por ciento de la población; las Filipinas con 75 millones de fieles, 81 por ciento de la población; e Italia, 53 millones de seres, 90 por ciento de la población.
Lo anterior, combinado con la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, ha llevado a especular quién pudiera ser el próximo portador del Anillo del Pescador. De acuerdo al arzobispo alemán, Gerhard Müller, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, “la Iglesia Universal enseña que la Cristiandad no está centrada en Europa” (Mercopress 11/01/13).
En el mismo tenor se expresó el cardenal suizo, Kurt Koch, jefe del Departamento para la Unidad Cristiana, quien dijo al cotidiano Tagesanzeiger que “sería bueno si hubiera candidatos de África o América del Sur en el próximo cónclave”. Cuando se le preguntó al prelado helvético que si votaría por un candidato no europeo, él respondió enfático: “sí”.
Sin embargo, los cardenales quienes eligen al Supremo Pontífice son aproximadamente 117 personas, la mitad de los cuales proviene de Europa, aun cuando el Viejo Continente sólo aporta una cuarta parte de los católicos del mundo entero.
En su novela Las sandalias del pescador, el escritor australiano, Morris West, vaticinó la llegada de un sacerdote proveniente de los países ocupados por la Unión Soviética. La obra literaria en cuestión anticipó en 15 años la llegada del primer Papa eslavo, Karol Wojtyla, mejor conocido como Juan Pablo II.
Quizás ha llegado la hora de que, por primera vez en sus 2 mil años de historia, la Iglesia fundada –por inspiración del Rabí de Galilea- sobre los hombros de un rudo pero devoto pescador elija a un pastor proveniente del mundo no europeo.
El inmediato Siervo de los Siervos, independientemente de su origen geográfico, habrá de enfrentar retos en el plano internacional como son: las relaciones ecuménicas, revivir a la Iglesia en Europa –otrora sinónimo de Cristiandad-, la persecución de los católicos en África y China, y el diálogo interreligioso –en especial con el Islam-.
Por ello y por otras cuestiones, el futuro Papa habrá de decir al aceptar el cargo: Misere mei Deus
Aide-Mémoire.- Aprovechando la sorpresa causada por la dimisión papal y el Año Nuevo chino, Corea del Norte realizó una prueba nuclear y le quitó reflectores al discurso de Barack Obama.
* Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.