A mediados del pasado enero pude leer un artículo muy interesante sobre las baterías que mantienen operando un marcapasos cardiaco(1). No puedo dejar de maravillarme que en menos de 60 años la tecnología haya evolucionado de un aparato externo de 45 kilos de peso, que requería recargas cada 72 horas, a uno interno, con baterías que tienen una carga que mantiene al aparato funcionando entre siete y 10 años.
Una parte todavía más interesante de ese artículo es la que habla del avance en la generación de energía eléctrica para la nueva generación de baterías, la cual usando materiales piezoeléctricos y vibraciones procedentes de la misma actividad corporal, podrá transformar los efectos de la cinética natural en energía eléctrica. El cuerpo humano como fuente natural de energía eléctrica, en los volúmenes que requiere el dispositivo en cuestión. Tiene mucho de técnico pero bastante de estético como concepto, la vida impulsando al sustento de la vida. El artículo no habla de qué vida útil tendría este arreglo tecnológico, pero creo que estaría condicionado a la capacidad del material para responder a la vibración y la de las baterías para renovar su carga, y evidentemente estaríamos al menos duplicando la actual vida útil de las baterías en uso, creo que estaríamos hablando de un sistema de alimentación con la misma expectativa de vida que la del usuario.
Las oportunidades que surgen de proponer respuestas significativas a los problemas que nos aquejan a partir del estudio de una ingeniería son tan diversas y numerosas, que es necesario que las compartamos con los jóvenes para que consideren seriamente esta opción para su desarrollo profesional. Es común que se asusten por el hecho de que la ingeniería requiere de dominar matemáticas, pero si mostramos lo que se puede hacer con ellas, probablemente podamos superar los miedos y tener más jóvenes talentosos avocados a responder a nuestras necesidades.
El pasado sábado 9 de este febrero acudí al evento conmemorativo de la Marcha de la Lealtad, en el que se hizo alusión a un suceso de hace 100 años. En el acto oficial le cedieron la palabra a un nieto de uno de los cadetes que acompañaron al presidente Madero. Pienso en el mundo que conoció su abuelo: transporte a caballo, la iluminación eléctrica no era asunto de todas las calles, las telecomunicaciones estaban en pañales y su nieto se puede desplazar en avión, pudo haber dado su charla a todo el mundo a través de Internet con apoyo de una tableta computacional. Todo por la influencia de la ingeniería.
Evidentemente hay mucho valor en otras vocaciones, ninguna cámara en su diseño podrá producir lo que el ojo humano supo captar y con ese medio plasmó en un producto artístico. Entre el diseñador de los mecanismos que faculten al artista para su creación y el ejercicio de una vocación estética, el dilema es profundo, pero ambos tienen un atractivo enorme y solemos estimular muy poco las vocaciones tecnológicas.
Hay una gran oportunidad para las mujeres en el campo de la ingeniería, se están multiplicando los programas de estímulo para que se incorporen a esos programas de estudio y su talento y visión bien podrían acelerar el ritmo al cual se abren nuevos campos de aplicación para la tecnología.
Ahora que iniciamos prácticamente el periodo de admisión a las universidades, espero que los jóvenes reflexionen seriamente sobre sus opciones, los campos de desarrollo profesional que les ofrecen las distintas carreras y que opten por aquélla que les haga pensar que los conducirá a ser felices desempeñando su trabajo.
(1) http://www.economist.com/blogs/babbage/2013/01/medical-implants?fsrc=scn/fb/wl/bl/medicalimplants