Carlos Salinas de Gortari cumplía 41 días en el poder tras la elección de 1988, que tuvo el velo del fraude, y emprendió lo que fue bautizado como el quinazo, el encarcelamiento del entonces dirigente petrolero Joaquín Hernández Galicia La Quina. Ayer este episodio fue referente obligado para contextualizar la detención de Elba Esther Gordillo.
El 10 de enero de 1989, el entonces líder vitalicio del sindicato petrolero fue detenido en su domicilio de Ciudad Madero, Tamaulipas, después de un tiroteo. Desde entonces era visto como una piedra en el zapato del salinismo por su oposición a las políticas privatizadoras del neoliberalismo y después, se supo, había apoyado la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, porque en las secciones sindicales el candidato de la izquierda obtuvo altas votaciones.
Ese día fueron aprehendidas otras 37 personas por presunta posesión, acopio, probable introducción ilegal de armas al país, además del cargo de homicidio y resistencia a la detención. La operación se realizó con un despliegue de fuerza inusitado, porque al mismo tiempo se establecieron cercos policiales en las oficinas centrales de Pemex, en la refinería de Azcapotzalco y en las instalaciones judiciales.
Para evitar una reacción de los petroleros, Salvador Barragán Camacho, entonces líder formal, fue retenido en el despacho del jerarca cetemista Fidel Velázquez. Terminó internado en el Hospital de Cardiología y luego destituido de su cargo, lo que marcó el inicio de la era de Carlos Romero Deschamps al frente del gremio.
La Quina se declaró inocente de todas las acusaciones que le imputaron, señaló que le sembraron las armas y denunció que era víctima de una conjura del gobierno. Finalmente fue condenado a 35 años de prisión, pero fue amnistiado en 1997 durante el sexenio de Ernesto Zedillo
Desde que ocurrió el llamado quinazo esta expresión se asocia a acciones presidenciales que representan un golpe de timón en busca de la legitimación en el poder. Así se interpretó después el encarcelamiento de Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente Salinas. Fox no lo hizo aunque prometió detener a los peces gordos
del régimen priísta y Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico, visto como un símil.
Veinticuatro años después la historia se repite con Gordillo Morales, quien paradójicamente fue entronizada en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación por el mismo Salinas de Gortari, quien puso fin al cacicazgo de Carlos Jonguitud.