- Filosofía zombi de Jorge Fernández Gonzalo, finalista del Premio Anagrama de Ensayo
- “Me interesaba unir cierta vertiente filosófica bastante dura, no apta para todo tipo de lector con un ícono de nuestro tiempo”
Jorge Fernández Gonzalo, doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense, además de haber ganado el Premio Hiperión de Poesía, en 2011 fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo con el libro Filosofía zombi en el que aborda el fenómeno del zombi, este ser muerto viviente que camina con el único objetivo de alimentarse de los vivos, que corren despavoridos ante su sola presencia. Fernández Gonzalo toma como guía a la filmografía de George Romero, padre fundador de este género cinematográfico, para analizar las sociedades de control y las tecnologías de la comunicación, que se han transformado en los nuevos vehículos de interacción entre las personas. El zombi se ha transformado así en una visión sobre el otro, el que nos es ajeno, el que no conocemos, convirtiéndose de esta manera en el ícono cultural del miedo.
Javier Moro Hernández (JMH): Leí una nota en Internet en donde se decía que el libro surgió como una especie de broma y que además lo escribiste muy rápido.
Jorge Fernández Gonzalo (JFG): El libro surgió como un reto: ¿Es posible unir la filosofía y los zombis? Al principio parecía difícil, a pesar de que ya hay algunos libros que han abierto esas líneas y yo solamente traté de recorrerla y recopilar más material, más ideas, y lo hice, y la producción fue bastante rápida, un poco más de un mes aproximadamente, reuní bastantes materiales y además venía de un tesis doctoral que había terminado poco antes, por lo que tenía un bagaje de autores y obras bastante importante y que me sirvió para no volver atrás en mis lecturas, sino que ya estaba preparado, ya estaba listo para poder embarcarme en esta obra, y vi los plazos de entrega del Premio Anagrama, los vi próximos y creí que no llegaría y tuve un momento de concentración y producción alta y tuve la suerte de caer en gracia con el jurado.
JMH: Tú tomas como punto de partida para analizar al zombi a las obras del cineasta norteamericano George Romero, pero de alguna manera el personaje zombi se ha transformado en un ícono cultural y mediático en los últimos años, ¿a qué le achacas tú esta importancia cultural?
JFG: Justo en la palabra mediático estaría la clave, porque el zombi es un personaje que realmente propone la destrucción, propone la hecatombe, propone que nuestro modelo de vida tecnológico, nuestro modelo hipermediático desparezcan totalmente y en este contexto en el que vivimos la tecnología ocupa un espacio importantísimo, nuestras relaciones afectivas están siempre mediadas y mediatizadas a través de Internet, las redes sociales y el zombi siempre aparece como ese miedo irracional, esa pesadilla que nos aguarda inconscientemente y a cada paso que damos, que avanzamos siempre surge un miedo asociado a ese progreso. Creo que el zombi se asocia muy bien con esta época por[que] el zombi nos regresa a lo cotidiano, nos devuelve a un mundo irracional pero en donde las relaciones afectivas terminan siendo más verdaderas, si uno se acerca a The Walking Dead o algunas de las películas de Romero, podemos ver que las relaciones sociales cotidianas alcanzan otros valores, alcanzan un prestigio que ahora están en crisis por los modelos tecnológicos mediatizados en los que vivimos.
JMH: De alguna manera el zombi es el otro pero también somos nosotros.
JFG: Ése es la verdadera clave para entender al zombi: qué nos define, incluso por aquéllo que no creíamos que nos definía, justamente en esa especie de Narciso purulento, esa malformación, esa imagen pútrida, putrefacta, define cierta degradación que sentimos, pero que no tiene que ser así necesariamente porque simplemente estamos viviendo un periodo de tránsito, pero sí que sentimos que hemos dejado algo atrás, que hemos perdido algo y el zombi viene a recordárnoslo.
JMH: En ese sentido cómo fue trabajar con filósofos como Deleuze, Foucault, y aplicarlos con un monstruo que surge en los mass media de los años 70.
JFG: Pues justamente los dos, Foucault, Deleuze, tienen artículos, tienen visiones sobre las sociedades modernas, sobre las sociedades de control, sociedades disciplinarias que se van al traste con la pandemia zombi. El zombi lo que promueve es, algo así, cómo extender resoluciones, las ideas, los caminos que han abierto estos autores, pero de la forma más espectacular posible, mediante una pandemia que lleva abajo las tecnologías, que rompa el estado, que rompa los aparatos de control. Justamente aquéllo que señalan estos autores de la posmodernidad es lo que el zombi parece poner en crisis y por eso me interesaba unir cierta vertiente filosófica bastante dura, no apta para todo tipo de lector con un ícono de nuestro tiempo, de nuestra cultura, para realizar una mezcla lúdica entre filosofía zombi.
JMH: Toda época tiene sus miedos, Frankenstein es el ejemplo del miedo a la modernidad, y en ese sentido los zombis son un nuevo ícono cultural, pero también representan los miedos de nuestra época.
JFG: Representan nuestra posmodernidad, nuestra sociedad del espectáculo en los que nuestras relaciones afectivas se han degradado, nuestra interrelación va a pasar ahora a situarse a través de la tecnología, pero también proponen cierto grado de esperanza, cierta alternativa, porque cuando se señala un mal, cuando se apunta a un problema es cuando pueden surgir las opciones y me parece curioso, porque yo hablo en el libro de la “horda” que es un conjunto de seres anónimos que se une para un fin común y es curioso cómo en muchos países del mundo se están dando manifestaciones como “Anonymous” que funcionan como una horda zombi de seres que no se reconocen entre ellos, exactamente como sucede hordas zombis, pero que tienen un objetivo que es derrocar a los aparatos de control, es decir que no sólo hay que ver esa visión negativa del zombi ya que podemos plantearnos, ya que todos somos zombis en cierto grado, por lo que podemos plantearnos construir una sociedad desde este punto, desde este contexto.
JMH: The Walking Dead es una de las series que más aborda la reflexión del fenómeno zombi, es decir, es una serie de acción pero hay una compleja reflexión sobre el entorno.
JFG: Sobre la cotidianidad, sobre las relaciones, hay un momento en el que uno de los personajes, Dale, que representa la cordura, la razón, le increpa a Shane, que es un hombre que se ha adaptado a las circunstancias, y le dice “éste es tu mundo, quédate con él, estás a gusto con él, porque has llegado a un mundo en el que tú vas a sobrevivir porque tú eres una persona capaz de sacrificar tu humanidad por la sobrevivencia, yo prefiero morir” y al final los acontecimientos le serán poco favorables a Dale. “Yo prefiero morir porque éste es tu mundo, esto está hecho para ti, yo prefiero conservar mi humanidad”, éste es un conflicto que nos propone también el zombi, ¿Qué definimos como humano? ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?, y ¿qué tecnologías, qué discursos estamos constantemente para definir lo humano? Y justamente el zombi es el reverso, es lo que no es humano y es un ícono que pone en crisis nuestro concepto de humano.
JMH: Que no es humano pero que lo fue.
JFG: Pero perdió toda la dignidad, todos los discursos, es lo que Giorgio Agamben llamaba el “Homo Sacer” es un hombre que está desnudo de toda legitimidad, que no está amparado en la ley del otro, que sería ese discurso, esa tecnología de denominación que nos permite construirnos en el otro y legitimarnos en el otro.
JMH: Al ser “hordas” estamos perdiendo la humanidad.
JFG: Estamos construyendo nuevos modelos de subjetividad que no pasan por el modelo aislado de un Narciso que se mira al espejo y ve su propio reflejo hermoso y dulcificado, sino que también descubre al otro y que tiene que actuar con el otro y que hay nuevas fórmulas para hacerlo: la tecnología, que es uno de los grandes conflictos que trazo en el libro pero que no me decanto ni por apoyarla ni por romper con ella, pero que nos da un nuevo camino para esa construcción tecnológica en el que ya no estamos al lado del otro, somos zombis para los demás porque ya hemos perdido esa cercanía, esa cotidianidad, pero aun así hay vías, hay nuevos caminos, hay nuevos proyectos en común que se pueden realizar cuando hemos dejado de ser sujetos modernos para convertirnos en sujetos posmodernos.
JMH: Estaba pensando en el libro de La Rebelión de las masas de Ortega y Gasset que se decanta por la necesidad del individuo para oponerle a las masas. Un poco lo que planteas en tu libro es que necesitamos a la masa como individuos para generar estos nuevos proyectos.
JFG: A mí me interesa mucho una idea de Deleuze en el que toma unas ideas de Freud y habla de un personaje que llama “El hombre de los lobos”, que es un personaje que aparece en los análisis de Freud y dice que “El hombre de los lobos” lleva la manada dentro, es la multiplicidad dentro del individuo y eso es algo que se escapaba y que no se tenía en cuenta en la época de Ortega y Gasset cuando escribió La Rebelión de las masas. Nosotros llevamos la pluralidad, al otro dentro y tenemos que saber gestionarlas y creo que una visión positiva del zombi nos indicaría que ese modelo de subjetividad se está gestionando, siempre teniendo en cuenta al otro como que efectivamente nos es ajeno pero que puede colaborar con nosotros, podemos establecer relaciones interesantes.
JMH: Regresando a Romero, como en tu libro, podemos decir que este zombi que es el otro, que además me hace replantearme lo que soy también soy yo.
JFG: También hay un juego de espejos al ver que el zombi siempre puede ser uno mismo y sobre todo al ver que uno mismo puede estar siendo zombi sin saberlo, ese grado de empatía que hay que saber construir, que hay que saber modelar y ajustarlo a un nuevo contexto como lo es el nuestro.
Puedes leer un fragmento de Filosofía zombi en el siguiente enlace: http://goo.gl/c1sCK
Jorge Fernández Gonzalo nace en Madrid, en 1982. Es doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado cinco poemarios: Amantes invisibles (Madrid, editorial Complutense, 2003), Mudo asombro (Talavera de la Reina, Ayuntamiento, col. Melibea, 2004), Una hoja de almendro (Madrid, ediciones Hiperión, 2004); El libro blanco (Barcelona, Huacanamo Poesía, 2009) y Arquitecturas del instante (Madrid, Rialp, 2010); los tres primeros distinguidos con los premios Blas de Otero 2002, Joaquín Benito de Lucas 2003 e Hiperión 2004, respectivamente.
Como investigador cuenta con una veintena de publicaciones en revistas especializadas sobre literatura y filosofía, y con los libros Filosofía zombi, en la editorial Anagrama, y próximamente La muerte de Acteón, en la editorial Eutelequia.