Guadalajara, tal como Pompeya
En el año 79 d.C. la ciudad italiana cercana a Roma, Pompeya, fue enterrada por la erupción del Volcán Vesubio, la injusticia nunca fue más injusta con una ciudad que estaba hambrienta de conocimiento, y lugar donde los mejores artesanos y gladiadores importados por Roma nacieron, el volcán la dejó bajo tierra, la dejó aniquilada, sin futuro, sin fortuna y en las ruinas, una de las historias más trágicas.
Y como Pompeya, hubo ciudades que la imitaron, como si fuera un ejemplo, como si fuera algo bueno, muchas ciudades se hundieron en el agua, en el tiempo, en las ruinas de un temblor, o la misma ausencia de talento para construir los hizo destruir y estar en la ruina. Hubo una de esas historias que fueron dramáticas: cuatro ejércitos ejemplificaron lo que un ejército debe ser durante mucho tiempo, dieron batallas inolvidables y de grandes cañones, le dieron al mundo guerreros y comandantes que fueron a pelear por otros en otras batallas y hacer triunfar a otros con otras medallas que su ciudad merecía. Poco a poco los ejércitos se fueron debilitando, quedándose sin armas y sin estrategias de guerra: el ejército emplumado se quedó sin nivel y sin músculo de pelea y llamó a la retirada, el ejército vulpino fue víctima de las traiciones de sus propios generales, el ejército felino se desmembró y buscó entre los soldados jóvenes, casi niños, para enlistarlos en busca de la gloria y por último el ejército oficial de la ciudad inventó cosas nuevas que no tenían que ser inventadas y los cañones y balas que dispararon, por fallas de cálculo se le regresaron a su propia trinchera y así la ciudad se quedó sin ejércitos que representaran su valentía y grandeza, así quedó casi en las ruinas.
Pero a lo largo de los años, el viento, el aire, la fuerza y la ayuda de gladiadores con ganas de escribir historia, la ciudad de la mano del ejército de rojo y negro, el vulpino y del ejército amarillo, blanco, negro y rojo, el felino, la ciudad vuelve de las cenizas, cual Pompeya, Guadalajara resucita.