La Corregidora, campo hostil con afición que no olvida, esperaba 51 almas que no llegaron completas. El anuncio de más de 5 mil aficionados rojinegros anunciados por la directiva y la Barra 51 sólo hizo ruido a fin de semana en Querétaro.
El día del partido en espera de 100 autobuses, las autoridades queretanas se quedaron más alborotadas que vestidas pues la barra tapatía sólo llegó con alrededor de 600 camisas jóvenes que apoyaron en todo el partido a “La Fiel que no se va”.
Y digo más alborotados puesto que los desmanes llegaron de otro lado, los vestidos de azul y negro tomaron el estandarte de hooligans encarando a los vigilantes del orden, al finalizar el partido cerca del inmueble queretano.
La historia del descenso es deplorable y los aficionados Gallos revivieron su más reciente tragedia ocurrida en abril de 2007 en contra de los mismos colores: aquella tarde en cancha del estadio Jalisco, los Zorros del Atlas ganaron con marcador de 2-0 en contra de unos Gallos Blancos de Salvador Reyes; los condenaron al descenso en la jornada 17.
Posterior al partido, los hinchas queretanos tomaron las inmediaciones del Jalisco y como viles vándalos comenzaron a golpear y romper lo que se les pusiera enfrente, sean autos, establecimientos o aficionados. Hasta que fueron parados en seco. No, no fue la policía, fue la Barra 51 que se los topó de frente y se armó una verdadera campal.
Los agentes del orden no se hicieron esperar, bueno en realidad llegaron tan rápido para rodear la gresca y no meter ni una macana, a la espera de que uno saliera volando y ahí sí, al pobre diablo que salía disparado escapando de una buena golpiza lo pescaban como chivo correteado.
Aquella campal afortunadamente no pasó a más de unos cuantos detenidos y soltados al día siguiente, varios moretones y unas cuantas puntadas.
Al parecer esto es lo que esperaba la guardia queretana, fue similar pero sin el color rojinegro de por medio, el drama del descenso vive a mitad de torneo.
Hablando de hostilidades
Guadalajara sí vivió su propia problemática, pero en caminos cercanos al Omnilife. Porras chivas y leoneses se enfrentaron en varios puntos ya habiendo salido del estadio.
Ésta no es la primera vez, las autoridades en Guadalajara tendrán que poner mayor interés al embudo que provocan los partidos (que llenan) en el Omnilife. A la salida de los cuadros visitantes pseudoaficionados del Rebaño se esconden a lo largo del camino que sale del estadio hacia la avenida Periférico y aprovechando la poca iluminación y el gran caos vehicular, como vil trogloditas lanzan piedras a los camiones que llevan al equipo contrario.
Afortunadamente esta vez fue al camión del primer equipo del León, no pasó del parabrisas que quedó estrellado como nos lo hizo saber Christian Martínez, portero de los Panzas Verdes, vía Twitter.
Porque de haber sido a camiones de la porra, la experiencia nos dice que éstos se bajan y se enfrentan a pedradas unos con otros, saliendo dañados no sólo los autobuses y miembros de las porras; desgraciadamente les toca a las familias que van en sus autos delante y detrás que no pueden moverse por el atasco del tráfico.
