Nada se parece tanto a la injusticia, que la justicia tardía
Séneca
Me acuerdo que leí una frase que más o menos decía “recordemos que en tiempos de Hitler, matar judíos era legal”. Ayer se presentó en asuntos generales la iniciativa que reforma el artículo 2 constitucional del estado, en que se otorga personalidad jurídica y protección al bebé en el vientre, lo que obligará a que sea analizada en comisiones para su análisis y aprobación. La semana pasada, amanecimos con que a la francesa secuestradora la dejaron libre. Por eso el título de este comentario se hace necesario.
La legalidad siempre buscada por las autoridades, la cultura de la legalidad como herramienta, pretende motivar al comportamiento de lo legal, lo de la ley. Es decir, que quien esté bajo la ley tenga la observancia de la misma, es decir, que la cumpla. En las pláticas de calle en el coloquio vecinal, cuando uno argumenta algo que parece de dudarse, se le cuestiona con la palabra “legal”, el interlocutor afirma: ayer vi un ovni, a lo que el otro responde: ¿Legal? Es decir, preguntando si lo que dijo el primero está basado en la verdad o que se está diciendo la verdad. Esto nos hace pensar que la ley está basada en la verdad. Eso parecería.
En el caso de la francesa, se supone que se le hizo un mal procedimiento. Que hubo violación de sus derechos, que las autoridades se equivocaron al realizarle su proceso y hacerle su conjunto de evidencias. En fin, resulta que por una cosa mal hecha, se cometió una injusticia. Se dejó libre a alguien que aparentemente no era inocente de sus acusaciones. En este caso, al buscar la verdad se cometieron errores que impidieron que se aplicara la ley.
En el caso del aborto veamos el caso DF. La ley dice que se puede abortar antes de 12 semanas. Lo dice la ley, y supondríamos pues que se estaría buscando la verdad. La verdad es que sí se puede, pero en este caso, se comete una injusticia, y si para los efectos de la legalidad, se intenta con ella hacer justicia, la verdad también es que esa ley es una ley injusta. Lo es porque afecta a la sociedad, pero también lo es, porque de entrada no fue incluso sustentada en verdades previas, es decir dicha ley no se basó en evidencias reales de muertes maternas por abortos clandestinos, y se realizó, después de un proceso silencioso y maquiavélico de modificación de “conceptos y formas legales” para que pudiera tener efectos. Independientemente de los abortos realizados de manera legal, que no justa, en aquella ciudad —que eso ya de por sí es grave— la realidad es que esa ley es injusta por su configuración. Agréguele que fue sometida a la “democracia” de una suprema corte.
Le quiero recordar a nuestros legisladores, que su función es hacer leyes que sean justas, no que sean populares o democráticas. En el tema de la elaboración de las leyes, el único interés que debe prevalecer es que se hagan con justicia y que se funden en la verdad.
Ojalá que en estos días podamos ver que se hace justicia para todos los bebés en el vientre y por supuesto a sus madres, para que les cumplamos el contrato social que merecen: una vida en una sociedad que los protege.
También los insto —a los legisladores— a que con valentía le entren al tema. Si lo de ayer se complementa en estos días con que van a analizar la iniciativa de reforma del artículo 2, más de dos comisiones, esto no será justo ni verdadero.
@comandanteserra