Cuando vaya Usted caminando por la avenida Venustiano Carranza, a un costado de la catedral, y esté a punto de pasar por la acera de la Casa de la Cultura, no olvide exclamar ¡Yo muero por la cultura!, y mire Usted, en una de esas ocasiones de veras se le cumple ¿eh? Y es que el emblemático edificio se encuentra en plena remodelación -lo cual está más que bien- pero a nadie se le ocurrió pensar en los desprotegidos peatones que son obligados a caminar por el arroyo de la avenida -lo cual está más que mal-. Para colmo de males, los automovilistas que pasan por ahí, no pueden verlo a Usted, ya que van saliendo de la curva que se forma con la calle Galeana. Así que si no tiene más remedio que jugarse la vida al pasar por ese tramo, otrora peatonal; esta cocinera le sugiere gritar ¡Yo muero por la cultura! Así, al menos pasará Usted a la historia como el mártir de la remodelación de los edificios históricos, y no como una víctima de la negligencia del remodelador.
Morir a causa de la cultura. ¿Sabía Usted que las mujeres podemos morir por causa de la cultura que integramos? ¿De nuestros acuerdos convencionales? ¿De las construcciones sociales propias de nuestra cultura? ¿No? Pues yo tampoco lo sabía. Pero el diputado Gilberto Carlos Ornelas me invitó a una mesa de análisis sobre el tipo penal llamado: feminicidio. Vaya por un cafecito, que le platico…
Según Marcela Lagarde, doctora en antropología, el feminicidio incuba en “la debilidad del estado de derecho, en la cual se reproducen la violencia sin límite y los asesinatos sin castigo. Es un crimen de odio hacia las mujeres. En conjunto, son crímenes de violencia misógina que concluyen en asesinatos”. Esto lo expuso la senadora plurinominal Angélica de la Peña, quien exhibió la permisividad de las instituciones en los crímenes de mujeres, lo que estimula su reproducción y posibilita la imitación criminal.
De la Peña afirmó que “no es el individuo el que asesina a la mujer por ser mujer, sino la sociedad que lo permite y justifica, haciendo caso omiso del fenómeno que ya llega al nivel de 85 por ciento de impunidad”. Escalofriante ¿Cierto?
Esta cocinera política, reflexiona con Usted la necesidad de reconocer que hoy, ha crecido el número de hombres que matan mujeres por culpa de su condición como tales. Ejemplos sobran, en esta entidad que al transculturizarse, también importó los dogmas de la discriminación y el odio sexista. Si no deseamos más “Andreas” ni más “Katys”, es momento de tipificar, perseguir y castigar con firmeza el feminicidio en Aguascalientes.
La cultura que se escucha. Ayer inició la primera temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, con un concierto en el edificio de la Catedral católica, ubicada en pleno centro de esta ciudad capital. Esta cocinera le recomienda acudir a disfrutar cada viernes, hasta el 8 de marzo inclusive, de unas veladas de verdadero privilegio, por un costo ínfimo. En esta ocasión el programa general contempla un ensamble con el Mariachi Vargas de Tecalitlán, entre otros atractivos.
Si acude Usted a alguno de los conciertos, no deje de buscar a su amiga la cocinera política. Con gusto le invitaré a ésta su cocina, en donde no sólo se come, sino se lee, se estudia y conversa de todo… particularmente de política.