Se debe de invertir en el periodismo de profundidad porque genera cambios: Entrevista a Óscar Martínez - LJA Aguascalientes
21/11/2024

  • Si el crimen organizado ocupa el poder en un lugar es porque el Estado no lo ocupaba o lo ocupaba de un modo débil

Los migrantes que no importan (Sur+ y ElFaro.net, 2012) es un libro de crónica sobre la experiencia de los migrantes que cruzan “el infierno mexicano” en su intento por llegar al sueño americano. Muchos no lo logran, por eso el periodista salvadoreño Óscar Martínez se embarcó durante dos años para acompañar y conocer la historia de los migrantes en su intento por llegar al norte

Óscar Martínez (OM): Yo llegué a este país en mayo del 2006 y comencé a trabajar como freelance, pero por varias razones me interesó el tema de la migración, y como salvadoreño que soy pude, de alguna forma, camuflajearme en el flujo migratorio y empecé a hacer algunos trabajos periodísticos. Pero llegó un momento en el que yo pensé que para un tema tan complejo como éste en el que hay “coyotes”, “burreros”, “bajadores”, migrantes, zetas, “zetitas”, donde hay complejidad tan jodida, yo no podía tener una mirada momentánea de este fenómeno, tenía que meterme de una chapuzón en él y así fue que con el periódico digital para el que trabajo, que es ElFaro.net,  decidimos hacer un proyecto de largo aliento, que durara dos años, que mantuviera la mirada fija en el tema. Al principio lo pensamos como un trabajo de fotografía y crónica, que es de donde salió este libro de Los migrantes que no importan  y luego incluimos un documental que se llama Parir en tierra de nadie, es decir que empezó como inician las cosas en el periodismo, de la curiosidad y de la indignación.

Javier Moro Hernández (JMH): Dos años en el que te dedicaste a viajar con los migrantes, a estar con ellos.

OM: Fue más tiempo, porque al final fueron dos años y medio y lo que nosotros hacíamos era hacer incursiones planificadas, donde íbamos a estar dos meses, incluso en una ocasión estuvimos tres meses para una crónica y lo hacíamos sobre temas en concreto, por ejemplo íbamos a investigar el secuestro y lo primero que hacíamos era identificar las rutas, viajábamos por ella, identificábamos a las fuentes, hacíamos incursiones previas para descubrir con quién se podría hablar sin que estuvieras metiendo la pata y estuvieras hablando con un zeta o con el delegado del pueblo corrupto. Luego volvíamos al DF y nos tomábamos una o dos semanas para escribir cada crónica, es decir un tiempo largo, trabajamos con unos tiempos que parece que el periodismo ya no quiere pagar últimamente.

JMH: La visión del periodismo parece estar más preocupada por la coyuntura y no por investigar a fondo los temas. En este caso le dedicaste mucho tiempo al tema y eso no te permitió trabajar en ninguna otra cosa.

OM: Absolutamente en nada, este libro fue una dedicación completa, aunque yo creo que el periodismo diario es necesario, informa, advierte, sobre todo eso, advierte de lo más cercano y te informa de cosas que pueden ser interesantes, pero yo creo en el periodismo de profundidad, en él se debe invertir porque genera cambios, aunque no al ritmo que te gustaría, genera compresiones, genera indignaciones, convierte el dato en conocimiento, no es sólo es una cifra lo que tienes en la cabeza, por ejemplo, “seis de cada 10 mujeres migrantes que transitan por Chiapas son víctimas de una agresión sexual” según un informe del Senado de la República. Ése es un dato que te dice poco, cuando escribimos “aquí se viola, aquí se mata” y en una de las crónicas intentamos hacer de ese dato un conocimiento, hacer de ese dato algo que la gente pudiera tocar, oler, que fuera un monte en concreto, un lugar en concreto, que fueron unos gritos, que fueran unos nombres de gente y no de fuentes, que fuera algo que tú pudieras trasladarte y ver en esa situación a tu hermana, a tu madre y no sólo un número seis, eso es lo que el periodismo de profundidad logra.

JMH: Todos los protagonistas de las crónicas, tienen un nombre, una historia, lo que te permite identificarte con ellos.

OM: Yo creo que además, algo muy importante, es que todos tienen características, por ejemplo, los hermanos Alfaro, protagonistas de la primer crónica,  “En el camino” son tres tipos bien diferentes entre sí, uno era un tipo muy rudo, otro era un tipo bien reflexivo y El Chele era un tipo bien ensimismado al que parecía que le importaban poco las cosas y yo creo que eso te enriquece a la hora de sacar la cifra importante y el registro documental, pues te hace comprender motivos, razones, que el periodista intente encontrar algunos que sean significativos, una historia que te hable de otras historias, una historia que una otras historias, que sea representativa de un grupo, de gente a la que le ha ocurrido algo similar, entonces sí, yo creo que poder enfocarte en gente, acercarte a ciertos personajes es importante, viajar con ellos, compartir un tramo de su historia y de su vida como decía Kapuściński, y yo lo sentí necesario, nosotros pasábamos semanas en los albergues tratando de identificar un grupo de confianza para poder viajar con ellos, pasábamos semanas jugando cartas y futbol, que yo creo que es un acto reporteril necesario, pasábamos semanas tomando café, a veces tomando cervezas y también lo hacíamos con “coyotes”, el periodismo de investigación te saca de esa idea formal del periodista que sólo debe ir a las conferencias de prensa, escucharlas y largarse.


JMH: México es un país que tiene como característica que tiene frontera con el sur y el norte, pero desconocemos lo que viene del sur, desconocemos las historias de los migrantes y creo que es importante lo que tú haces, que es dar un paso hacia atrás y decirnos de dónde vienen esos migrantes, reconstruyes su historia, su camino.

OM: México y Centroamérica somos muy malos vecinos, es decir, nos conocemos muy poco y nos importamos un pepino; el sur mexicano es un sur muy olvidado en donde la gente sobrevive como puede. Creo que tenemos una muy mala vecindad. Esa obsesión de México a voltear al norte es algo que también obsesiona a Centroamérica, es una cadena, una costumbre insana, es decir, de voltear a ver lo que sube al norte como burbuja, lo que se va, pero nunca ver lo que se desploma. México tiene una gran experiencia con los migrantes porque tiene mucha gente suya que se va para el norte, pero no ve a los que vienen de abajo, pero igual hace Centroamérica, se queja mucho del trato que se le da a los suyos pero los que vienen de abajo los jodemos, entonces esa malsana costumbre de estar siempre atendiendo lo que sube y hablando de ellos y pontificando de ello  sin voltear a ver lo que viene abajo y lo que pasa y lo que sufren los que vienen abajo hace que sean Estados con muy poca coherencia a la hora de pedir una defensa de los tuyos en Estados Unidos, pues a los que pasan por tu país los castigas y los sometes a presiones y a tratos inhumanos. Aquí en México, según la Ley General de Población, tú podías ir a la cárcel por ser indocumentado en este país, podías ir de dos a ocho años sí eras reincidente, es decir con qué cara un país voltea al norte y pide una reforma migratoria cuando aquí no te importan los migrantes que pasan. En el tema migratorio los países migratorios y México han sostenido una actitud de nacionalismo muy barato en vez de unir su voz cuando es un problema evidentemente compartido.

JMH: Lo que vemos en tus  crónicas es la poca importancia que le dan las autoridades mexicanas para salvaguardar al flujo migratorio centroamericano, esta corrupción generalizada de las autoridades me hace pensar que no sólo es una despreocupación sino que es una irresponsabilidad que podíamos calificar de criminal.

OM: Cuando alguien llegue a ocupar un vacío implica por definición que alguien no lo está ocupando. Cuando se habla de que el crimen organizado se ha tomado municipios y eso es así, yo lo puedo decir, yo he estado y he reporteado en municipios y pueblos en donde el que manda es el crimen organizado y no el Estado mexicano, es decir no es un mito, existen y están ahí todo el tiempo y no sólo ocurre en Tamaulipas, cuando se dice que el crimen organizado ocupó el poder en un lugar es porque el Estado no lo ocupaba o lo ocupaba de un modo débil o lo delegaba en instituciones débiles o corporaciones policiacas que ya fungían como crimen organizado, es decir, el que el crimen organizado ocupe espacios tiene una responsabilidad del Estado que parece que se nos olvida: “Tú no estabas ocupando un espacio que te correspondía, tú no estabas en el espacio que tenías que estar y en el que nosotros te pedimos que estuvieras, en donde tú nos prometiste que ibas a estar”. Hay una culpa de la que parece que no se quiere hablar, es como decir que el crimen organizado es tan inteligente y poderoso que llegó y ocupó, y no es así, los migrantes sufren porque circulan por zonas alejadas de México, lejos de las capitales, por esta columna vertebral que te marcan las vías del tren, son zonas alejadas de México pero que forman parte de México y ahí tendría que haber alguna vigilancia, a un Estado le debería dar vergüenza dar a conocer datos como el que platicábamos de que seis de cada 10 mujeres migrantes sufren violencia sexual en Chiapas, porque yo te puedo decir en dónde la sufren, en el municipio de Huixtla, en Chiapas, en un lugar que se llama La Arrocera y que me diga el Estado que no pueden controlar algo que ya detectaron en un terreno que no tiene más de 100 kilómetros es porque entonces no les interesa y no sé a qué más pueden aspirar como gobierno o cómo pueden pedirnos confianza si no pueden llegar ahí.

JMH: En ese sentido recientemente, estamos hablando del año 2007, 2008, en ciertos sectores se da una visibilización del problema, en las ONG, en el trabajo del padre Solalinde, del padre Pantoja, como cabezas visibles de estos luchadores que intentan revertir la situación de los migrantes, que empiezan a hablar del problema.

OM: Creo que es gracias a la labor de los defensores de Derechos Humanos que se mojan las botas de lodo todos los días que ha pasado algo, ellos estaban acostumbrados a la brutalidad y a hacer alguna denuncia. Hay una cuestión interesante,  yo no soy creyente pero sí lo fuera pensaría que Dios tuvo algo que ver, porque es 2007 cuando los Zetas llegaron a profesionalizar la industria del secuestro en la ruta del migrante pero es ese mismo año que Solalinde crea su albergue en Ixtepec, Oaxaca, porque ése es el año en que cambia todo. Pero yo creo que la mano que esta ahí es la de Alejandro Solalinde, pero lo que quiero decirte es que se dieron una serie de coincidencias y la gente, los defensores vieron una brutalidad alarmante y dieron un extra y lograron poner esto en la agenda, creo que estamos viviendo una época privilegiada, a comparación con las anteriores, de atención al problema migratorio, y yo esperaría que esto lejos de ser una moda pasajera sea una política pública que no deje de circular en México, porque el viaje de los migrantes es de una barbaridad impresionante, son las víctimas con la que puedes hacer lo que te dé la gana.


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