Pese a los anuncios espectaculares de colaboración; los fanfarrones discursos de austeridad; inservibles firmas de pactos y un sin fin de acciones demagógicas, las reformas importantes y la eficiencia legislativa brillan por su ausencia.
Las bancadas han llegado a “consensos” y han privilegiado el diálogo, pero el progreso del país sigue quedando en buenas intenciones: mucho bla, bla, bla….
Sin embargo, a lo interno del Palacio Legislativo el manejo y despilfarro de recursos sigue siendo alarmante y un ejercicio repetitivo. Con poca productividad, San Lázaro y el Senado se han convertido en el “elefante blanco” más costoso de la historia de este país.
Por ejemplo, al cierre del 2012 la Cámara Alta gastó 40 millones 960 mil 100 pesos en la compra de productos alimenticios para los senadores, de acuerdo con una solicitud realizada por transparencia. Gasto grotesco y ofensivo, cuando las necesidades sociales no son atendidas y más del 60 por ciento de la población atraviesa por condiciones preocupantes de pobreza.
Y eso no es nuevo, lo malo es que al pasar las legislaturas se heredan y arrastran todos los malos vicios: el rezago, la ineficiencia y los gastos absurdos. Antes de que terminara la LXI Legislatura, el pasado 31 de agosto, los senadores se dieron el lujo de gastar más de 1 millón en consumo de alimentos, en sólo dos meses; de febrero y marzo de 2012, la Cámara Alta se consintió con 1 millón 289 mil pesos en comida; del 1 al 29 de febrero de este año, la Cámara reportó 2 contratos por bienes perecederos y comestibles, en el cual detalla que se pagaron 200 mil pesos por cada contrato para comprar pescados y mariscos para los senadores; y para todo el mes de marzo, la Cámara volvió a contratar el mismo servicio por otros 200 mil pesos.
Incluso los Senadores también gastaron 689 mil pesos en “frutas, legumbres, abarrotes, cremería y salchichonería”, tan sólo para el mes de marzo de 2012. Seguramente muchos estaban a dieta y el erario público tuvo que entrarle al quite.
Estos mismos legisladores destinaron 1 millón 613 mil pesos para consumo de café en 2012, de acuerdo con los contratos de adquisiciones de ese año. Mientras tanto, el número de muertes por desnutrición rebasó los 50 mil durante su sexenio.
Apenas en abril de 2011 se había inaugurado la nueva sede del Senado de la República y ya tuvo, por lo menos, ocho remodelaciones que costaron 13.5 millones de pesos.
El país y sus condiciones no pueden seguir soportando gastos como los 864 millones que se gastaron en persianas para dicho edificio o los 200 mil pesos que erogaron en puertas de cristal.
De por sí el trabajo interno del poder Legislativo resulta carísimo respecto al poco e ineficiente trabajo que realizan.
Las Comisiones ordinarias de la Cámara de Diputados costarán durante el 2013, 210 mil 131 pesos mensuales. Son 56 las que existen y juntas absorberán 11 millones 767 mil 336 pesos. Esto significa un gasto anual de 141 millones 208 mil 32 pesos en pura y absoluta burocracia.
Ésa es sólo una pequeña muestra de la erogación ofensiva que tiene la administración pública de México.
La esperanza de transformación y de progreso tendrá que esperar. Las condiciones están dadas para que, por lo menos un sexenio, la cosa no cambie mucho.
El avance en las políticas públicas y su labor a favor de la ciudadanía aún no parece vislumbrarse, más aún cuando vemos que los acuerdos y pactos son partidistas, con tintes de interés personal y de grupos, no para atender las necesidades sociales.
Por lo pronto lo que podemos hacer es seguir de cerca el actuar de los servidores públicos. El 2013 será también decisivo para Aguascalientes y podemos reflejar nuestro sentir, nuestras exigencias y recordarles sus compromisos. El país y su futuro es lo que está en juego.
Encaucemos con la movilización ciudadana el rumbo que deben llevar las decisiones de nuestros gobernantes. La apatía es su mejor pretexto, es hora de exigir, si no, que la nación se los demande.
* Presidente de Movimiento Ciudadano