Esas maracas no sonarán / Vale al Paraíso - LJA Aguascalientes
19/11/2024

 

Preocupada porque el adverso escenario se repita en 2013, cuando el PRI Aguascalientes perdió hasta la forma de andar en las recientes elecciones federales, la jefa política en el municipio de la capital, Lorena Martínez, demandó a su partido juego limpio, piso nivelado, decisiones incluyentes, perfiles ganadores, candidatos honestos, experimentados y capaces para resolver las necesidades elementales de 1 millón de habitantes que demandan la prestación de servicios públicos de calidad, empezando por la seguridad.

Haciendo uso de su libertad, expresó el legítimo deseo: “En esta ocasión, como Presidenta Municipal, que es el cargo de mayor relevancia a discusión en el proceso electoral, la joya de la corona, me siento doblemente comprometida con los resultados electorales, mi aspiración máxima es que pueda yo entregar la Presidencia Municipal a un candidato o una candidata emanada de mi partido…”.

La pólvora lorenista que se alza para formar vistosa y multicolor figura en el firmamento priísta, forma parte de la pirotecnia que viene utilizando desde el sábado 29 de septiembre de 2012, cuando visualizó una competencia muy cerrada entre los partidos y pidió al PRI adelantar los tiempos para perfilar a posibles aspirantes triunfadores.

Dos días después, el lunes 1 de octubre, la alcaldesa contextualizó su postura para evitar la intervención de esas segundas y terceras manitas que suelen descomponer la política (Miguel Ángel Barberena Vega, dixit), al hablar de la buena relación que lleva con el gobernador Lozano de la Torre, cultivada de muchos años de compartir proyectos políticos: “soy de las que procuro no quedarme con las ganas de decir lo que creo y eso ayuda en mucho para tener una claridad en los temas y discutir las cosas con mucho respeto; platicamos los temas en los que pudiéramos tener puntos de vista distintos para finalmente llegar  a un punto de acuerdo, a veces tengo la razón, a veces él, pero siempre nos ponemos de acuerdo”.

Y precisó que no tiene favoritos, “lo que sí digo es que quien quiera ser candidato, tendrá que construir una candidatura muy sólida y para eso se necesita tiempo, ésa es la razón de mi argumento y por supuesto al final, el PRI tomará la decisión, el dirigente del PRI es el responsable político del proceso y así como la contienda pasada él fue el responsable del resultado, pues él es responsable del futuro resultado”.

Por su parte, Ortega Valdivia, parafraseando al Jesús de Veracruz, en algo así como el Lupe Reyes Heroles de Aguascalientes, reiteró los tiempos: “Primero el programa y después el hombre”.

Porque alguien tiene que decirlo: Mis gargantas profundas en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI le informan a usted que la terna entregada para entregar la candidatura a la Presidencia Municipal de Aguascalientes está encabezada por Alejandro Alba Felguérez, seguido de Francisco Javier Chávez Rangel y Enrique Rangel Jiménez, en el último lugar de la corta fila.

Por más que le pongo buena voluntad, amor al prójimo y caridad cristiana, no puedo imaginarme al Maracas Rangel despachando en el palacio menor, presidiendo una reunión de vecinos para resolver con pulcritud y celeridad las ingentes necesidades de la comunidad; menos lo supongo en la elemental tarea de articular un programa de gobierno exitoso, o entendiendo de cómo funciona eficazmente la administración municipal en tiempos de sobrada demanda y limitado presupuesto, o recomponiendo el tejido social a la luz de sus beligerantes antecedentes.


Durante su paso por la LX legislatura se distinguió por su inmadurez y belicosidad que lo llevó al extremo de pretender dinamitar la armonía del Grupo Parlamentario de PRI y de comandar una asonada —junto con Alberto Solís Farías, Tagosam Salazar y Luis David Mendoza— para destituir al maestro Javier Aguilera García, que fungía como asesor del GPPRI, valiendo gorro los pergaminos en el servicio público y la heráldica profesional del hoy flamante jefe de Gabinete.

En la hemeroteca está registrada aquella memorable sesión del Consejo Político Estatal del PRI Aguascalientes, celebrada (2007) en el auditorio de la Secretaría de Finanzas, donde solicitó con vehemencia y denostaciones, desde la flamante tribuna, la inmediata renuncia de Carlos Lozano de la Torre a la presidencia estatal del tricolor.

Más adelante, en 2009, también exigió la renuncia de otro presidente del PRI Aguascalientes, Isidoro Armendáriz García. “Si no puede con el paquete de mantener la unidad entre la militancia, mejor que se vaya”, dijo el controvertido priísta que me hizo recordar al burro hablando de orejas.

Le recuerdo al enterrador de la CNOP estatal, como un abogado diputado con tan escaso conocimiento en los temas jurídicos —llegó a confundir “la procuración” con la “impartición” de justicia—, que lo hizo presa de la sabiduría de la profesora-abogada-diputada (y querida amigocha, a mucha honra) Nora Ruvalcaba Gámez, en las sesiones públicas de la Comisión Legislativa de Justicia.

A los habitantes no les importa el color del intendente del municipio, sino les interesa que resuelva los problemas de su casa, Aguascalientes.

Y este escribano desea un alcalde mentalmente capaz para gobernar ordenadamente; con bagaje intelectual, liderazgo moral y espíritu conciliatorio para ensamblar los múltiples intereses que conforman el mosaico social.

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