In Aménas, Argelia. 16 de enero de 2013. Un comando denominado “Los que Firman con Sangre”, asalta la planta de gas propiedad de la compañía British Petroleum y toma como rehenes a cientos de trabajadores argelinos y extranjeros. En los siguientes días, las Fuerzas Especiales argelinas lanzan una operación de rescate que deviene en una orgía de sangre y destrucción.
El evento arriba narrado se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar al amable lector por qué el Sahel se ha convertido en el nuevo frente de batalla entre el Islam radical y las potencias occidentales –los Estados Unidos, Francia y el Reino Unido-, y qué objetivos geopolíticos y geoeconómicos pretenden alcanzar éstas últimas.
El Sahel es una voz en árabe que significa “borde o costa”, pues la vegetación de esa región delimita el mar de arena del Sáhara. La zona en cuestión cubre, parcial o totalmente, el septentrión del Senegal, la zona sureña de Mauritania y Malí, la parte meridional de Argelia, Chad, Níger, el sur de Sudán y Eritrea.
Desde principios del siglo XXI, el gobierno del entonces presidente George W. Bush –El Texano Tóxico– incrementó la presencia estadounidense en el Sahel –utilizando bases militares en Argelia, Burkina Faso y Marruecos- con el objetivo de eliminar a las fuerzas islamistas asentadas en la zona –principalmente en Argelia y Malí-, o, como dicen los escépticos, fortalecer sus intereses en el Continente Negro.
¿Cuáles son esos intereses? Malí y Ghana representan en conjunto el 8 por ciento de la producción global de oro. Además, Níger es el cuarto productor mundial de uranio y su principal cliente es Francia –Quelle surprise-, la cual obtiene la mitad de su electricidad de la energía nuclear. Además, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODOC, por sus siglas en inglés) reconoce que el 60 por ciento de la cocaína consumida en Europa –provista por los narcotraficantes colombianos- transita a través de Malí.
Y si a lo anterior le agregamos el hecho de que tras la caída del dictador Muamar el Gadafi, el Islam radical resurgió –ya fuera por accidente o por designio- en Argelia, Libia y Malí, pues los yihadistas se encuentran envalentonados por haber saqueado los arsenales del autócrata; haber asaltado en septiembre de 2012 el Consulado de Estados Unidos en la ciudad libia de Bengasi, donde el embajador Christopher Stevens murió por asfixia y otros tres ciudadanos norteamericanos resultaron abatidos; y haber instaurado un califato en el norte de Malí, con la consecuente implantación de la versión extrema de la ley musulmana, la Sharia.
Paradójicamente, los acontecimientos señalados presentan una oportunidad invaluable para las potencias occidentales de avanzar sus intereses geopolíticos y geoestratégicos en la zona.
La importancia de la zona ya había sido realzada en junio de 2012, cuando la Administración de Barack Obama enunció su Estrategia para el África Sub-sahariana. El documento en cuestión habla de cuatro pilares respecto a la zona: fortalecer las instituciones democráticas, incitar el crecimiento económico, comercio e inversión; avanzar la paz y la seguridad; y promover las oportunidades y el desarrollo.
Es el tercer punto, donde se habla de manera explícita sobre la necesidad de combatir al Al-Qaeda, avanzar la cooperación en seguridad regional y la reforma del sector de seguridad. Finalmente, se comenta sobre “prevenir al crimen trasnacional”.
Sin embargo, el nuevo protagonismo occidental en la zona es visto con suspicacia. El coronel retirado y profesor de Ciencias Políticas, Ahmed Adimi, declaró al periódico argelino de habla francesa, Le Soir d´Algérie, que Francia ha trabajado durante años para desestabilizar al Sahel como un medio para fortalecer su posición geopolítica, pues la intervención “es un intento por socavar a Argelia” y “un paso en un plan para la instalación de fuerzas extranjeras en la región del Sahel”. 1
Quizás como una prueba de la tesis del coronel Adimi, el día de hoy, 22 de enero, en Londres, Inglaterra, los servicios de Inteligencia y las Fuerzas Armadas británicas se reunirán para planear la respuesta del gobierno de Su Majestad contra el Islam radical en el Sahel. Se ha especulado que los británicos enviarán a sus Fuerzas Especiales, el legendario SAS, en misiones de “busca y destruye” para intentar eliminar a Mojtar Belmojtar, líder de “Los que Firman con Sangre” y autor intelectual del asalto contra la planta gasera de British Petroleum en In Aménas.
Todo lo anterior, augura que la sangre continuará empapando las arenas del Sahel.
Aide-Mémoire- El nuevo reporte de la consultoría, Stratfor, ¿será un intento por presionar al gobierno federal mexicano?
1.- http://www.lesoirdalgerie.com/articles/2013/01/14/article.php?sid=143969&cid=2 (Consulta 21/01/2013)
* Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.