El hambre no es ficticia / Borrador de futuro - LJA Aguascalientes
21/11/2024


Al Profesor Ignacio Ruelas Escalante

Efectivamente, el hambre no es ficticia. En el mundo existen más de mil millones de personas con hambre. En México más de 10 millones de personas viven con esta necesidad fundamental. Bajo esta realidad, gobiernos y organismos internacionales han articulado esfuerzos para acabar con este mal que nos aqueja. En la misma línea, discursos y políticas emprendidas nos han dibujado que esto es un problema que se resuelve combatiendo la pobreza. Esto es incorrecto. Es un tema más profundo.

El pasado 22 de enero del presente año, en nuestro país, se firmó el decreto por el cual se establece el Sistema Nacional para la Cruzada Contra el Hambre. Esta cruzada es una estrategia focalizada hacia las personas que viven en situación de pobreza multidimensional extrema y que por ende presentan carencia de acceso a alimentos de primera necesidad. Su primera fase de implementación será en 400 municipios elegidos con base en cifras referentes a la incidencia de pobreza extrema. Muchas dudas conceptuales y metodológicas me quedan. Procedo a discutirlas.

La racionalidad de este problema, conocida como la trampa de la pobreza, asume lo siguiente: el cuerpo humano necesita cierta cantidad de calorías para sobrevivir, de modo que, en situación de pobreza, la alimentación que puede pagarse apenas alcanza, biológicamente, para hacer movimientos vitales básicos y recuperar los ingresos utilizados inicialmente para conseguir el nivel de alimentación anterior. Éste es un argumento que justifica que el problema del hambre se puede resolver fácilmente con una Cruzada, ¿no creen?

El problema es que no es tan así. Las personas que viven en situación de pobreza ¡saben lo que hacen! No son máquinas. Rebasan su racionalidad.

En China se implementó una subvención importante en el precio de productos básicos, como fideos de trigo y arroz, de la dieta alimenticia a hogares pobres. Afortunadamente este apoyo fue acompañado por una evaluación rigurosa de su impacto. Contrario a lo que se esperaba, las familias disminuyeron considerablemente el consumo de estos productos básicos. El gasto de los hogares se orientó a productos considerados de mayor calidad, como la carne. De acuerdo con los encargados de la evaluación, Robert Jensen y Nolan Miller (2008)#,        los resultad    os demostraron “una huída hacia la calidad”.

Lo anterior nos aporta un riesgo por anticipar ante la Cruzada. Actualmente los programas ya no pueden ser evaluados a través de indicadores de cobertura (a cuántos llegó el beneficio) o inversión (cuánto se invierte). No. Ya no basta con eso. El proceso democrático exige cada vez ir más allá. La ciudadanía merece informes más detallados. Los resultados de una estrategia tan importante debe considerar las decisiones de los beneficiados y se deben reflejar en efectos tangibles: peso, estatura, rendimiento académico e ingreso de las familias. Al cabo de un tiempo no es permisible que esto sea parte de un simple discurso de informe de gobierno. Esto debiese representar una mejora efectiva del bienestar social de aquella parte de la población más desaventajada.

Otra inquietud. El hecho de que la instrumentación de la Cruzada pueda ser apoyada por casi 40 programas públicos, nos puede ocultar los efectos directos de esta estrategia. Incluso nos puede ocultar el uso de recursos mal implementados. ¿Por qué mezclar tantos programas en la implementación de este Sistema si existe bastante evidencia de programas parecidos, más simples en retórica, con resultados tangibles y satisfactorios? Programas de suministro de yodo a madres embarazadas en la India, así como campañas de nutrición para la primera infancia en Kenia nos permiten anticipar que las ventajas de una buena nutrición pueden ser importantes en dos grupos de personas que aún no deciden lo que comen: los bebés que aún no han nacido y los niños pequeños.

Hablar de una Cruzada Contra el Hambre, sin considerar las decisiones de las personas que viven en situación de pobreza así como el diseño e implementación de su evaluación, puede ser tan ficticio como discutir sobre si Archimboldi merece o no el Premio Nobel de Literatura (2666 de Roberto Bolaño). En la misma semana pasada, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró sus intenciones de evaluar dicha estrategia (El Universal, 25 de enero 2013). Ojalá así sea; por la dignidad de los beneficiados y por el bien de nuestro proceso democrático que también en las últimas semanas ha sido bastante golpeado (está de más que les recuerde los sucesos de Cassez y Monex, muchos columnistas lo han hecho y algunos otros lo harán).


Recomendación a destiempo

Bolaño, Roberto (2004). 2666, Editorial Anagrama.

[email protected]

twitter: @ruelas_ignacio


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