Los calificativos que los poderosos reunidos en el Foro Económico Mundial de Davos otorgan al tipo de recuperación económica esperada para 2013, frágil y tímida, ¿es cándido reconocimiento o amenaza velada? En un debate sobre las perspectivas económicas globales, celebrado en el seno de esa reunión anual, se concluyó que esta fragilidad hará que las autoridades políticas de la zona del euro, EEUU y Japón deben tomar “decisiones adecuadas”.
La población mundial despierta poco a poco y se concientiza respecto a la naturaleza de la crisis e incertidumbre financiera y su íntima relación con lo que 1 por ciento de personas y familias hacen desde los monopolios globales para controlar el complejo financiero-militar-industrial que domina desde hace varias décadas la economía global y la geopolítica. La inquietud social crece en todo el mundo mientras que la pobreza se apodera de una enorme proporción de la humanidad. Incluso en México, donde se ha refrendado con el nuevo gobierno una política económica y de relaciones exteriores afines con las del Foro Económico Mundial, la pobreza alcanza ya a más del 50 por ciento de la población.
El dictado desde las capitales de las finanzas del mundo, otrora capitales de los imperios coloniales, se centra en urgir reformas para paliar la crisis. La tónica de dicho mandato se ubica en impulsar reformas en los ámbitos fiscal, laboral y educación para que los gobernantes de los países satélites puedan conservar la estrella en la frente y recibir la palmada en la espalda de quienes en verdad mandan. Resulta casual, dirán algunos, que la política mexicana se circunscriba hoy, pacto entre partidos de por medio, a esos temas.
La crisis actual del llamado modelo neoliberal, si bien responde a las causales de saturación de mercados que es inherente al capitalismo cada 50 años aproximadamente, en esta ocasión ocurre en un mundo mucho más concientizado, interconectado y despierto. Ya es conocida la mecánica de los ciclos económicos y se sabe cómo interactúan, en cada una de las fases de las crisis, las tres divisiones del conglomerado capitalista global: el monopolio financiero-monetario, el industrial productivo (de los alimentos, químico y farmacéutico) y el de la energía e industria militar. Todo esto inmerso en el conglomerado cultural (contenidos: prensa, TV, radio, periódicos, etc.) que se encarga de difundir y mantener los valores y prácticas, aunado a los soportes de comunicación (teléfono, Internet, etc.).
La fragilidad y timidez de la recuperación estriban en que nada hay seguro en las estrategias que están disponibles para poder recuperar la economía mundial. Esto, que pareciera un cándido reconocimiento de limitaciones a las que se enfrentan los poderes fácticos, resulta en realidad una amenazante advertencia al mundo de que sólo reforzando sus estrategias tradicionales de depredación y guerra lo podrán lograr.
De ahí que, estando la industria productiva y el sistema monetario-financiero con sus mercados saturados y en fase de bajos niveles de ganancia, sólo impulsando algún mecanismo de destrucción como puede ser una guerra, se reactivaría la economía en general. La bestia que ha estado acabando con la riqueza natural y devaluando la dignidad del ser humano al convertir su trabajo en mercancía deleznable, va por su última oportunidad para sobrevivir. Con la división financiera en franco declive, el bajo poder adquisitivo en todo el mundo, particularmente en los centros de consumo tradicionales de Europa, Norteamérica y Sureste Asiático, no se garantiza la recuperación por parte de la división industrial productiva.
Hay quien no descarta la reducción de costos –y calidad- para mantener los márgenes de ganancia de las industrias de bienes de consumo masivo, a fin de fortalecer la industria productiva. El avance tecnológico permite producir mucho aún, para simular la abundancia de productos que servirán para llenar la barriga de la población mundial, pero no alimentarla.
No es sorpresa, por tanto, la proliferación de conflictos armados en el mundo. El recrudecimiento de los nacionalismos, la lucha contra dictadores –títeres y secuaces del capitalismo que podrán ser útilmente sustituidos- en tantos lugares del tercer mundo en este momento, sin embargo, no parecen ser suficientes para detonar una recuperación global.
La crucial diferencia en la crisis actual consiste en que ahora, la sociedad se está dando cuenta y ya no resulta tan fácilmente manipulable. El poder de las redes sociales y la interconexión cada vez más intensa y con variadas formas está generando un nuevo mundo de conocimiento. Esa noósfera se filtra profusamente como información en millones de mentes, de una manera en que la llamada reforma educativa nunca podría otorgar a la gente común. De hecho, a pesar de los intentos por mediatizar el conocimiento y la información implícitos en ésa, que en realidad es una cortina de humo, la educación hoy cada vez más se reproduce por medios no institucionalizados -los medios masivos de interacción como las redes sociales-, más ciudadana y más revolucionaria que reformista.
Ante la fragilidad y timidez en la recuperación del capitalismo aún dominante, la vertiginosa intercomunicación del pueblo común, aunque aún desdibujada por los medios masivos, promete un cambio en el orden preponderante. Es sólo cuestión de velocidad: ¿qué se logrará primero? ¿El reforzamiento del poder de dominio a través de los monopolios energéticos y la industria militar o el despertar de la conciencia del 99 por ciento de la humanidad?