Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ciudad de México. 23 de enero de 2013. Con los votos a favor de los ministros Olga Sánchez Cordero, Arturo Zaldívar y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, se concede un amparo liso y llano e instruye a la secretaria de acuerdos de la primera sala para que se notifique a las autoridades que se ponga en “inmediata y absoluta libertad a Florence Marie Louise Cassez Crepin”.
La vergonzosa escena arriba narrada, cortesía del espurio, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, su acólito, Genaro García Luna, y el duopolio televisivo, hizo recordar al escribano a un personaje del pasado, cuya remembranza, en conjunto con la secuestradora y torturadora Florence Cassez, representa para los mexicanos todo lo execrable e innoble que hay en la nación francesa, me refiero al contra-guerrillero, asesino y violador, Achilles Charles Dupin.
Hace 150 años, durante la Intervención Francesa, el general Elías Forey, jefe de la fuerza expedicionaria francesa y quien planeaba avanzar sobre la ciudad de Puebla para vengar la derrota propinada el 5 de mayo de 1862, ordenó al coronel Dupin la formación de una contraguerrilla para combatir a los patriotas mexicanos en la región de Veracruz y Tamaulipas.
Dupin había participado en la represión de los rebeldes argelinos y había ganado fama por violador. Después había combatido en Italia a los austríacos. Además, había participado en octubre de 1860 en el saqueo e incendio del Palacio de Verano del emperador chino, en Pekín, una muestra exquisita de oro, plata, jade y perlas.
El 20 de febrero de 1863, Dupin –vestido con sombrero ancho, pantalón bombacho y fumando un puro- pasó revista a los elementos que formarían parte de su fuerza contrainsurgente. Una mezcla variopinta de franceses, griegos, alemanes, ingleses, españoles, gringos y mexicanos traidores –individuos vomitados por sus respectivos países- era contemplada con atención por los ojos celestes del militar galo.
La sarta de rufianes comandada por Dupin, adoptó un sistema de devastación, saqueando y quemando los ranchos y pueblos que daban refugio a los juaristas. Las poblaciones de Minatitlán y Tampico sufrieron el embate de los contra-guerrilleros, pero fue la villa de Ozuluama –una población de 2 mil habitantes- la que fue arrasada y quemada hasta sus cimientos.
Las quejas del comportamiento de Dupin llegaron a oídos del Emperador de México, Maximiliano de Habsburgo, quien solicitó su remoción. El militar galo pasó un tiempo en su patria, donde se entrevistó con Napoleón III, para volver a nuestro país en enero de 1866 y luego reembarcarse con las tropas francesas en marzo de 1867. Finalmente, se ignora cómo terminó sus días.
Florence Cassez, por su parte, se ligó sentimentalmente con Israel Vallarta, líder de la banda de secuestradores conocida como Los Zodíaco. Si bien hay que reconocer que su captura fue un montaje televisivo, orquestado por Genaro García Luna, lo cual violó el debido proceso, Cristina Ríos Valladares y su hijo Cristian, quienes fueron secuestrados por 54 días, identificaron a Cassez por su voz y su cabello.
El Affaire Cassez provocó una serie de desencuentros entre los gobiernos de Nicolás Sarkozy, primero, y François Hollande con la administración de Calderón Hinojosa, lo cual incluyó la cancelación, en 2011, del “Año de México”, un programa de 350 actividades en los ramos económico, científico, educativo, cultural y turístico.
Ya no hay en la Francia actual personajes como el literato Víctor Hugo, quien envió una proclama al ilustre errante en la que decía: “Ambos combatimos al imperio. Vosotros en vuestra Patria, yo en el exilio. Os aporto mi fraternidad de proscrito”.
Al contrario, la Francia de Francois ha mostrado su verdadero rostro al intervenir en Malí supuestamente para combatir al Islam radical, cuando se sabe que lo único que le importa es expoliar los recursos minerales de la nación africana. Además, se calla cuando el fofo histrión Gérard Depardieu arroja su pasaporte a la letrina para inmediatamente recibir el apapacho del oso ruso.
La recepción prodigada a Cassez en Francia –hospedaje en el exclusivo Hotel Bristol, recepción en el Palacio del Elíseo y reunión con su protector, el ícono del cine galo, Alain Delon- parece excesiva y desproporcionada al escribano, y lo lleva a concluir que, a 150 años de la victoria mexicana en Puebla, los arrogantes franceses no han podido olvidar que un austero e incorruptible indio zapoteca les enseñó una lección de dignidad, cuando se trata de defender la soberanía nacional.
Por ello, y a pesar de que los mal llamados “gobiernos del cambio” y pseudo historiadores –Armando Fuentes Aguirre y Macario Schettino- han pretendido sepultar su obra, ahora más que nunca hay que gritar:
¡Viva Benito Juárez!
* Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.
