En México, más de 10 millones de indígenas viven en condiciones de miseria y marginación. El Estado mexicano ha sido por siempre ciego y sordo ante los problemas que estos pueblos autóctonos enfrentan para subsistir, y ha soslayado continuamente su obligación de apoyar a los indígenas en la construcción de condiciones de vida dignas respetando su concepción del mundo, sus necesidades y sus vínculos con la tierra y con los recursos naturales. Para este año, como muestra del poco interés, el presupuesto federal destinado al desarrollo de estos pueblos sufrió un descenso casi del 9 por ciento respecto del 2012, quedando en 64 mil 900 millones de pesos, de los cuales el 70 por ciento será destinado a programas asistencialistas como Oportunidades y Seguro Popular, y el resto será controlado a través de políticas clientelares de la Sedesol.
Pero para alegrarnos un poco el comienzo de este 2013, podemos presumir lo que pocas naciones en el mundo. Advierte la CEPAL que en México “hay un multimillonario por cada 10 millones de habitantes” y que “es el segundo país de América Latina con mayor número de billonarios”. Veamos: en 20 años Carlos Slim incrementó su fortuna en un 4 mil 300 por ciento llegando a los 70 mil millones de dólares; Ricardo Salinas Pliego, el de los abonos chiquitos, tuvo un crecimiento económico de mil 500 por ciento en el mismo periodo consolidándose con 17 mil 400 millones de dólares; Alberto Bailleres (el zar de la plata por medio del grupo Peñoles y dueño de Palacio de Hierro y Aseguradora GNP) tuvo un incremento de mil por ciento logrando 16 mil 500 millones; Germán Larrea (el rey del cobre) lo hizo en un mil 300 por ciento llegando a 14 mil 200 millones; además de Emilio Azcárraga con sus 2 mil millones de dólares y Joaquín El Chapo Guzmán.
En un excelente análisis en su columna México SA del 31/12/2012 Carlos Fernández-Vega explica que el incremento de la riqueza acaparada por esta decena de megaempresarios apoyados por la exitosísima política del Estado para “democratizar el capital” fue cercano al 10 mil por ciento entre 1991 y 2012, de modo que obtuvieron un incremento anual del 500 por ciento, mientras que la economía mexicana a duras penas logró un 2 por ciento.
De esta manera podemos sentirnos orgullosos que estos empresarios mexicanos encabecen la lista de barones Forbes mientras deambulan por los rincones de nuestro país más de 10 millones de fantasmas olvidados (en el menos peor de los casos) cuando no de “humanos de segunda”, mano de obra desechable sujeta a la violencia, la explotación y el abuso más atroz. Los niveles de polarización económica y desigualdad social en México han llegado a su máximo histórico. No es posible que el Estado mexicano continúe vendiéndose a las sociedades económicas nacionales y extranjeras, y permitiendo que éstas dicten las directrices de las políticas públicas para servirse a sí mismas a través del acaparamiento de espacios y recursos naturales en detrimento de la población. Y no es posible que como sociedad continuemos ignorando esta realidad, lo cual nos hace cómplices de la opresión ejercida sobre los grupos marginados.
La movilización silenciosa del 21 de diciembre pasado de alrededor de 40 mil bases indígenas zapatistas en cinco municipios de Chiapas demuestra una lucha persistente y que continúa activa, eficaz y fortalecida, lejos de los reflectores. Procedentes de la selva Lacandona, los Altos y la zona norte del estado, los puños izquierdos de los pueblos mayas (tzeltales, tzotziles, choles, tojolabales y mames) y zoques en rebeldía se levantaron para recordar al gobierno que allí continúan, que nunca se fueron, su disciplina y cohesión fueron más elocuentes que las palabras. En un comunicado suscrito por el subcomandante Marcos el 30 de diciembre, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) expresó: “Los miramos y nos miramos a nosotros mismos en silencio. No es el nuestro un mensaje de resignación, no lo es de guerra, de muerte y destrucción. Nuestro mensaje es de lucha y resistencia. Después del golpe de Estado mediático que encumbró en el Poder Ejecutivo federal a la ignorancia mal disimulada y peor maquillada, nos hicimos presentes para hacerles saber que si ellos no se fueron, nosotros tampoco […] Resurgimos como indígenas zapatistas que somos y seremos. Nos hemos fortalecido y hemos mejorado significativamente nuestras condiciones de vida”. Y exige Marcos al gobierno federal que o “reincide en la política contrainsurgente” o “reconoce y cumple sus compromisos elevando a rango constitucional los derechos y la cultura indígenas”.
“¿Así que no los conocemos? Mmh… mmh… veamos”. Tal como replicó Marcos al secretario de Gobernación, cualquiera que se introduzca un poco en la historia política y social de México reconocerá la urgente necesidad de voltear los ojos hacia los desplazados y olvidados para exigir a los gobiernos de siempre los cambios que nunca han hecho, cambios fundamentales para mantener la armonía social en el país. Que este 2013 esté lleno de compromiso social y conciencia para todos.
marcelapomar@yahoo.com.mx