Uno de los grandes errores de retórica en educación es anticipar que entre más recursos mejores resultados se obtendrán. No es así. No es tan fácil. El proceso de aprendizaje, efectivamente requiere de insumos, pero si no son complementados con lineamientos pedagógicos adecuados, los resultados serán nulos y el gasto perdido.
En el Proyecto de Presupuesto de egresos presentado por el gobierno federal semanas atrás, el gasto en educación asciende a 532 mil 615 millones de pesos. Esto, ajustado al 3.5 por ciento de inflación proyectado en los criterios de política económica (emitido por la Secretaría de Hacienda), representa un decremento del 0.4 por ciento respecto al año anterior. En consecuencia, la conclusión fácil sería que al gobierno que inicia no le interesa impulsar al sector educativo.
Una premisa: acá lo que importa es mejorar la calidad educativa. La evidencia empírica es contundente. Existe un piso mínimo de gasto en educación que tiene incidencia directa en la calidad. En cuanto se rebasa ese piso mínimo, el gasto público se hace inoperante.
Específicamente en América Latina, aún existe un rezago en infraestructura que permite anticipar que toda inversión tendrá efectos positivos en los logros académicos. La pregunta es ¿México en qué lugar se encuentra? ¿Necesita más recursos en educación? ¿Cómo los distribuye?
De este presupuesto se destaca el monto destinado a las Escuelas de Tiempo Completo (ETC). Vale mencionar que el fortalecer este programa educativo fue una de las promesas de campaña del actual presidente. 6 mil 102 millones de pesos se planean destinar a las ETC. Si lo comparamos con lo presupuestado el año anterior, este monto incrementa en un 96.4 por ciento en términos reales.
Ahora bien, en México, definitivamente hay escuelas que no pueden iniciar con el aumento de la jornada escolar. Esto requiere de insumos (libros, alimentación, áreas de esparcimiento, más horas y mejor preparación docente). Es decir, el éxito de esta política dependerá de si lo invertido se inclina a mejorar la infraestructura de las zonas y las escuelas más rezagadas, de forma tal los logros educativos se vinculen con la disminución de las brechas socioeconómicas. Una experiencia de éxito se encuentra en Uruguay, donde los efectos de las ETC, en el aprendizaje de los alumnos pertenecientes a las escuelas más desaventajadas (en calidad y recursos), fueron considerablemente positivos.
Otro tema. Si no se atiende la formación docente, la mejora es imposible. El presupuesto destinado para este rubro asciende a más de 617 millones de pesos. Comparado con el año anterior, hubo una disminución del 4 por ciento en términos reales. La tesis del “acoplamiento suelto” en educación sustenta que las decisiones de gestión pedagógica residen en la sala de clases. Ergo, todo logro educativo se reduce a la motivación, la formación, el liderazgo y la capacidad de enseñanza de los docentes “a puertas cerradas”. Sin duda, éste es un tema que hasta el momento seguirá pendiente en nuestro país.
De forma paralela al proyecto de presupuesto, en estos días se está discutiendo la reforma educativa, la cual su eje central es la evaluación docente. Sí, la evaluación docente es fundamental. ¿Pero cómo evaluar si no garantizas una formación y un sueldo inicial que atraiga a los “mejores” profesores?
Uno de los grandes problemas que se han arrastrado en México es la falta de certeza sobre los efectos de los programas educativos en los que se invierten recursos, o si existen evaluaciones, éstas carecen de rigurosidad y difusión. En el proyecto de presupuesto está contemplado un rubro destinado a la planeación, monitoreo y evaluación de las políticas educativas. El monto proyectado para el 2013 es de 2 mil 280 millones de pesos. Comparado con lo presupuestado para el 2012, este monto desciende 11 por ciento en términos reales. La esperanza es que la conformación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa llegue a un buen fin, y así contar con un organismo autónomo que se haga cargo de garantizar la calidad de las políticas educacionales y los recursos que para ello se emplean.
En fin, del proyecto de presupuesto se puede discutir bastante. Lo que se espera es que exista una verdadera planeación. Que la apuesta por las ETC sea un “buen primer paso” para mejorar la calidad educativa (hay evidencia para anticiparlo), y que de forma gradual se vaya atendiendo el tema de la formación y la evaluación docente. Insisto, no es sólo cuestión de cuántos recursos se destinen a la educación, también importa “el cómo” se invierten.
Fuentes: Proyecto y presupuesto de egresos de la federación 2012 y 2013. Programas presupuestarios en clasificación económica para el ramo 11: educación pública.