“Predecir el fin del mundo es, en el fondo, una estupidez: si fallas, vas a ser el hazmerreír por los siglos de los siglos; si aciertas, no va quedar nadie para reconocerte el mérito”. Luis Alfonso Gámez, en El Correo Digital
Si están leyendo este artículo es que hoy no fue el fin del mundo, y supongo que los agoreros se sentirán un tanto avergonzados, mientras buscan las razones de un error tan grande. De nada han servido todas las previsiones que muchas personas tomaron al comprar alimentos, construirse búnkers o aprender las mil y una formas de sobrevivir a una hecatombe. Los múltiples libros sobre el cataclismo del 21 de diciembre del 2012 serán olvidados y dormirán en las librerías el sueño de la letra muerta.
En realidad, ya desde el 20 de diciembre nos dimos cuenta de que no se había acabado el mundo porque en muchas regiones y de acuerdo a los diferentes husos horarios de la tierra, ya era 21 de diciembre y ellos se levantaron como todos los días, sin cometas explotando en sus ciudades, sin un sol, que hambriento y a punto de desaparecer devoraba los tres primeros planetas del sistema solar, ni tampoco con el gran meteorito destruyendo el planeta. Tal parece que todo estaba en orden o mejor dicho, en el desorden en el que los humanos tienen los asuntos de la Tierra, para luego augurar desastres venidos del más allá. Claro que, desgraciadamente, para algunos sí que ha sido hoy el fin del mundo, y para otros en cambio ha sido el inicio de uno nuevo: morir y nacer.
Los mayas nos dejaron las evidencias de su fabuloso desarrollo cultural, principalmente en arquitectura, en matemáticas, con su sistema numérico vigesimal y el uso del cero y en astronomía, con sus avanzados conocimientos que les permitían predecir los solsticios y equinoccios y cuyo calendario era más exacto que el actual.
Sin embargo, los mayas miraban al cielo porque eran una cultura agrícola y necesitaban conocer y anticipar los movimientos de sol y calcular el tiempo ya que eso les permitía también conocer las fechas para sembrar y recoger la cosecha, dudo mucho que lo hicieran para predecir catástrofes mundiales, y la prueba más palpable es que no pudieron adivinar ni evitar el fin de su civilización.
El equívoco surge en el Monumento seis de Tortuguero en Tabasco (VII), en cuyas inscripciones se puede analizar cómo medían los mayas el tiempo, la “cuenta larga”. Ellos dividían los meses en 20 días, con años de 18 meses. El año era un tun, el conjunto de 20 años formaban un katún y 20 katunes eran un baktún, periodo de 400 años que marcaba el final de un ciclo, y el final de uno de ellos es precisamente el 21 de diciembre del 2012.
Parece que era necesario que llegara el día de hoy para demostrar a los agoreros que los mayas sólo hablaban del final de una etapa, que da paso a otra nueva, y creo que los farsantes ya lo sabían, pero también sabían que pocas veces se presenta una circunstancia tan propicia para jugar con la ignorancia y superstición humana y no era cuestión de dejarla pasar, así que se dedicaron a lucrar con la fecha.
Sin embargo, independientemente del negocio que ha supuesto, el ser humano siempre ha establecido plazos para el fin del mundo y ejemplos hay muchos a lo largo de la historia. Esto, seguramente nace del deseo de empezar de cero para poder hacerlo mejor. Es algo similar a lo que ocurre cuando finaliza un año y el otro está por comenzar, la gente desea y espera que en el nuevo año todo vaya bien y hace propósitos para mejorar en todos los aspectos de su vida.
Cada uno de nosotros tiene en su vida su propio mundo y éste terminará, lo hayan augurado los mayas o no. Recuerdo al padre de un amigo, que cuando le diagnosticaron una grave enfermedad, y sabiendo que le quedaba poco tiempo, se dedicó a restañar las heridas causadas y a solucionar los conflictos generados a lo largo de su vida. Visitó a todos y cada uno de sus “enemigos” y les pidió perdón, pagó deudas y puso en orden sus asuntos para que sus hijos no tuvieran pleitos sucesorios. Se fue en paz, con la conciencia tranquila y lleno de serenidad, sólo lamentó no haber resuelto antes todo aquello que lo lastimaba.
Ésta, me parece la forma más sabia de esperar el fin del mundo de cada uno de nosotros, repasar la lista de errores cometidos, apuntar los nombres de las personas a las que hemos lastimado, para pedirles perdón y solucionar los problemas creados por el egoísmo, la falta de comunicación o cualquier otra razón y hacerlo todos los días, porque cada día es el fin del mundo para nosotros, no necesitamos leerlo en las inscripciones mayas o en las profecías de Nostradamus, ya lo sabemos, otra cosa es que nos empeñamos en vivir como si nunca llegara el fin a nuestra vida.
Por lo pronto, en 10 días será el fin del año 2012 y miraremos con ilusión y esperanza al 2013, así que aprovecho para desearles a todos mucha salud, prosperidad y paz interior. [email protected], Twitter: @petrallamas
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