Mi Navidad / Vicente Pérez Almanza en LJA - LJA Aguascalientes
16/11/2024

 

Cuando tenía siete años pedí una bicicleta para Navidad, me imaginaba pedaleando a toda velocidad y luego frenar derrapando la llanta trasera, ése fue mi sueño durante mucho tiempo. La bicicleta no llegó hasta quizá dos o tres años después y no precisamente en Navidad sino en mi cumpleaños. Cada año mi madre nos decía a mis hermanos y a mí que escribiéramos nuestra cartita, a veces llegaba lo que pedíamos, la mayoría de las ocasiones no.

Si pedíamos el uniforme del equipo favorito, nos llegaba un balón y en vez de presumir el atuendo, salíamos a jugar a las canchas. Cuando mi hermana pidió un par de muñecas, su regalo fue un modesto jueguito de té para que junto con sus amigas disfrutara de horas y horas platicando al estilo de los grandes. Cuando llenábamos la carta de peticiones de juguetes, llegaban libros y junto con mis padres pasábamos noches enteras leyendo e imaginando las aventuras de los cuentos que escuchábamos.

Quiero decir que viví y crecí en un ambiente familiar, hogareño, a la vieja usanza, lleno de respeto a mis padres y mucho sacrificio; año con año, el “Niño Dios” hacía un enorme esfuerzo por traernos no lo que queríamos, pero siempre lo que nos hacía falta para seguir creciendo.

Hoy la vida ha cambiado mucho, soy un tipo que afortunadamente y gracias a las enseñanzas y valores inculcados de mis padres, tengo trabajo y hago lo que me gusta, criticado sí, pero quién no lo es, sin embargo siempre dando lo mejor de mí para los míos y los demás, justo de la misma manera que me enseñaron a hacerlo.

Llegan las fechas decembrinas y el trabajo se multiplica, como funcionario público se tiene una responsabilidad social en la que se busca ser recíproco, constantemente se reciben bendiciones por parte de la gente y resulta más que necesario regresarles no un poco, sino un mucho de lo que ellos nos han dado. Comprendo, porque lo vivo y lo palpo día a día, existe mucha necesidad entre las personas, en todos los niveles; la marginación no sólo es no tener qué comer o dónde vivir, sino también no tener en quién confiar y en quién creer.

Las personas se han cansado de que los funcionarios públicos no regresen a las mismas colonias a tocar la puerta de las casas que meses antes si visitaron para pedirles su apoyo. Las personas están hartas de ser utilizadas y posteriormente olvidadas como suele ocurrir en la gran mayoría de los casos. Hoy en día en la ciudad se observan vallas con fotografías, anuncios espectaculares, se ven y se escuchan spots televisivos y radiofónicos que anuncian informes de actividades e incluso ya es fecha en que “suspirantes” salen a pedir el apoyo de la ciudadanía nuevamente. Piden en una época de dar.

La Navidad y sus vísperas, aprendí, es tiempo de entregar el corazón, de regalar sonrisas y de devolver un poco de lo mucho que obtuvimos a lo largo del año. Por eso los festejos y los regalos; pero también, son días de recordar y de reflexionar. Por eso estoy aquí trayendo de nuevo mis muchas navidades pasadas, la emoción de los días previos, las reuniones familiares, los abrazos, los besos y claro, la Noche Buena con su cena.

Desde que tengo la oportunidad de trabajar en esto que tanto me gusta he intentado regresar a los mismos lugares donde recibí el apoyo y cada año el esfuerzo es mayor para ampliar los sitios de visita; quizá en la colonia Insurgentes, la Barranca o en Pilar Blanco conseguí a una sola persona que me apoyara, sin embargo eso no es motivo para desdeñarlas y no darles unos minutos de alegría. Las sonrisas de los niños, la emoción por romper la piñata, el grito de “dale ,dale, dale”, son estampas que me recuerdan mi niñez, aquélla cuando los vecinos se juntaban para darnos a los chiquillos de las cercanías una posada y al final un pedazo de caña, el puño de cacahuates y la naranja, además de los dulces que pudieras ganar tras lanzarte al suelo luego de que la piñata fuese rota.


Ser agradecidos es una cualidad que debemos tener en todo momento, de igual forma que ser comprensivos de la realidad social por la cual atravesamos, sabemos que hay miles de personas que en estas fechas no tienen ni lo mínimo necesario para elaborar una cena especial, no habrá regalos para sus hijos y mucho menos un tiempo de felicidad. Sé que la Navidad no es una fecha especial para muchas personas, pero también sé que lo alegre, lo festivo y la importancia no se encuentra en los regalos ostentosos o en las cenas gourmet. Puedo decir, que sé de experiencia propia que estas fechas son, la unión familiar, los abrazos apretados de los amigos, el ponche calientito y la compañía de la gente que tanto queremos, además de las sonrisas espontáneas.

En esta navidad he recibido ya algunos regalos, con los cuales me he sentido plenamente complacido, pero el mejor, lo recibo a diario y no sólo en épocas decembrinas: qué mejor regalo que iniciar el día teniendo con quién platicar, a quién confiarle lo que sientes y piensas, con quién planear el futuro, con quién fijar estrategias, personas que saben que se quedarán a tu lado en las buenas, en las malas y en las peores.  Nada mejor que tener gente que quieres y de igual manera te hacen sentir querido.

Hacer el bien, tiene su recompensa. Hoy  y siempre es momento de dar; da lo mejor de ti y siempre saldrás triunfante.


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