En los últimos días de este casi moribundo año 2012, he estado realizando la lectura de algunos documentos que me han permitido hacer un recorrido por la suma interminable de asuntos a los cuales la aún recién instalada administración federal, tendrá que dar respuesta y que son casi como un laberinto sin salida, y que me hicieron recordar esa vieja expresión con la que hoy intitulo mi colaboración, con la que quiero dar a entender que Enrique Peña Nieto, su partido y su equipo de trabajo tienen una encomienda muy, pero muy grande a la que deben atender, y lo peor para ellos, es que tienen los tiempos muy acortados, si es que tienen la intención de ganarse al menos el privilegio de la duda, de parte de una sociedad nacional que quiere olvidar rápidamente las falsas expectativas que le crearon 12 años de gobiernos federales panistas, que se caracterizaron por pulverizar la aspiración del cambio, que por tantos años añoró el pueblo de México.
Los grandes rubros como son la economía, la desigualdad social, el desempleo, el sistema de salud, el narcotráfico, la impartición de justicia, la migración, la seguridad nacional, los derechos humanos, son tan sólo algunos de esos temas en los que por decir lo menos, se encuentra un rezago, que parece dominar las pocas esperanzas de una sociedad, que por mucho tiempo postergó su participación, y que equívocamente desdibujó su influencia, al depositarla en el simple hecho de haber generado una alternancia a la que le apostó, como quien piensa que en “una sola mano” tendrá la oportunidad de abandonar su pobreza lacerante, y que en un “rato de suerte” puede dejar de lado y para siempre los esquemas que le han imposibilitado “crecer como se merece”.
La sociedad mexicana tiene frente a sí la opción de cambiar la ruta de frustración y enojo, que la ha lastimado al llevarla a un círculo de desconfianza, que no le ha permitido dar pasos hacia la dirección adecuada, que le consienta transitar hacia mejores espacios de desarrollo y crecimiento, y abandonar de una vez por todas, aquello que desde mi infancia tuve que aprender en la primaria, que México es un país en vías de desarrollo. Esa opción a la que me refiero tiene que ver con la conciencia ciudadana de que los gobiernos no serán los artífices de los cambios sociales cualitativos, y que ahora que regresaron “los que dejan trabajar”, tendría que generarse esa sinergia que ayude a este país, a dar los pasos indicados que lo lleven a incluirse en las “economías emergentes” o como han dicho algunos analistas económicos, a insertarse entre las 10 economías más poderosas del mundo.
Algo que tengo que reconocer al partido que hoy retoma la conducción del país, es que parece traer a tiempo su reloj histórico, en el hecho mismo de que ya está iniciando los trabajos hacia su XI Asamblea Nacional, en la cual pretende dar solidez de dirección ideológica a su proyecto de nación, y generar las condiciones y el marco adecuado en sus Documentos Básicos, que les permitan redireccionar los asuntos que ellos están convencidos en hacer avanzar para otorgarle viabilidad a nuestro país.
Habremos de estar muy atentos a los trabajos de esta importante Asamblea Nacional priísta, ya que en ella se desarrollarán las líneas que nos dirán claramente por dónde se vislumbrará el futuro de nuestra sociedad. El priísmo tendrá la oportunidad de definir claramente dónde quedó ese discurso que por muchos años le permitió asumirse como los depositarios de la Revolución Mexicana, y al que llamaron “nacionalismo revolucionario”, y en dónde quieren dejar esa idea que los llevó en su anterior Asamblea Nacional hacia la Internacional Socialista, declarándose socialdemócratas, y que si bien fue una idea muy innovadora y vanguardista, también tuvo una fuerte resistencia de grupos priístas, en especial de los grupos que hoy se encuentran al frente del proyecto nacional de ese partido.
El 2013 ya se encuentra casi entre nosotros, tocando con mucha fuerza en las puertas de la historia, para entrar y situarse como el invitado de honor, de una sociedad que anhela comenzar a observar que las cosas cambien, que quiere que las palabras vuelvan a tener un significado, que cuando alguien les hable de cambio, éste sea una posibilidad muy real y palpable, que por el bien de todos se olvide y destierre esa idea absurda que para legitimarse se pueda hacer cualquier tipo de locura, una sociedad que quiere dejar de seguir siendo parte de una serie de cifras que sólo proyectan asuntos que son para avergonzar a cualquier comunidad.
Sin lugar a dudas que el 2013 por el simple hecho de ser un número que incluye el 13, puede ser cabalístico y detonar todo tipo de supersticiones, pero si lo queremos ver con optimismo y sensatez, no es más que otro número, que al igual que cualquier otro es una oportunidad más que la vida nos otorga para empezar a hacer las cosas de distinta manera, y si en el pasado inmediato las cifras y los resultados no fueron los que esperábamos, igual y ahora empieza a cambiar el escenario y nos volvemos un pueblo triunfador.
De todo corazón les deseo a todas y todos quienes hacen posible esta Jornada Aguascalientes, a sus lectoras y lectores, y a quienes saben que Sí se puede y que Podemos Cambiar, que este 2013 sea el inicio del país que este pueblo se merece.