La pérdida de todo, los jóvenes y la violencia / Desde la Redacción - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

Los niveles de violencia que se encuentran experimentando los jóvenes, son una situación que siempre es digna de analizarse, no sólo por los ciudadanos como ustedes o como yo, quienes nos encontramos comprometidos por ser parte de la construcción de condiciones sociales, en las que sea digna la vida de todos los sectores existentes dentro de ella, y que a fin de cuentas nos convierten en eso, en una sociedad. Pues el día de hoy los jóvenes viven bajo condiciones de violencia, las cuales dan cuenta de que este sector es la consecuencia de una evidente causa: la inoperancia de un sistema político que por años se ha empeñado en consumir hasta las cenizas a un país y a una gente, la cual ya no somos dignos de que se nos reconozca como buena y noble.

Siempre he sido un asiduo defensor de la juventud, ya que por mi propia experiencia me encuentro convencido de que los jóvenes no son los culpables de las condiciones en las que viven, no son culpables de que cada día nos despedacemos entre la violencia a la que nos ha orillado la falta de oportunidades y la intolerancia que por décadas nos ha reprimido, sin dejar de lado el empeño que han manejado las autoridades para mantenernos en el adormecimiento, pues son temerosas y a la vez conscientes de lo que puede generar nuestro despertar.

El día de hoy, aprovecho esta oportunidad que me da mi casa editorial La Jornada Aguascalientes, para dedicarla a un amigo, Joel, de quien me reservo sus apellidos, por respeto a él, así como a todos sus seres queridos, dados los niveles de sufrimiento que han experimentado todos ellos, esto tras el lamentable accidente que sufrió. La angustia a la que me refiero se debió gracias al periodismo amarillista que existe en nuestro estado, mismo que contribuyó a que la pena fuera aún más atroz, situación por la que seré breve, pero conciso.

Joel es un entusiasta joven, la clásica persona del barrio que todos quieren, o como bien se dice, es la alegría de chicos y grandes, desde los niños, hasta las señoras de la colonia, es un joven como todos, que un día se divierte, otro día tiene un pleito; pero nada fuera de la naturaleza juvenil; cabe mencionar que es un recién egresado de la carrera de Enfermería, en la UNEA, con todo un futuro por delante, el cual había comenzado a labrar, ya que como me comentaba, había obtenido, a base de mucho esfuerzo (esto por la falta de palancas), un empleo relacionado con su carrera.

El pasado domingo 25 de noviembre por la tarde-noche, Joel se encontraba con algunos amigos, él estaba sentado a la orilla de un local comercial, pero cabe mencionar que unos momentos antes, las personas con que se encontraba habían tenido un problema, por una absoluta tontería. Lamentablemente, la otra parte no había quedado conforme y de manera despreocupada, arremetieron contra los que se encontraban junto a él, y les lanzaron un vehículo a toda velocidad, situación con la que, lamentablemente, quien se llevó la peor parte fue Joel.

Justo en el momento del impacto, Joel se encontraba distraído, al parecer saludando a su hermano, y fue la situación por la que no logró levantarse, lo que permitió que el vehículo le atrapara la pierna, y que en segundos comenzara a desangrarse.

Tras el accidente, se presentó una disyuntiva para su madre, pues existían dos opciones, una la de realizar un viaje a la ciudad de Guadalajara, a un hospital de especialidades, con la intención de luchar por salvar su pierna, pero también se les indicó de forma clara, que era muy probable que no pudiera resistir el trayecto; la otra fue la de amputar de forma urgente la extremidad y librar la vida de forma segura; Joel, valientemente exigió a su madre decidirse por la primera.

Ésta fue la situación, y no ahondaré más en lo que sucedió.


Tal y como lo he hecho en otras ocasiones, en las que he sido víctima de la violencia, las que inclusive han puesto al borde de la muerte a otros amigos, no culparé a los jóvenes que se mantienen en este estatus de violencia, los que se han perdido de toda realidad, en quienes la delincuencia es un estilo de vida, quienes no se dan cuenta de que no son la causa de la violencia, sino la consecuencia de un país que nunca caminó, ni pusieron a sus pies, en el que vivimos con autoridades que los menosprecian y que sólo han buscado las estrategias para la contención de su naturaleza y no para el desarrollo de su potencial.

Estas palabras las dedico a tu persona, a la grandeza que siempre has demostrado, a la fortaleza que te caracteriza y que ahora te demuestra que esto, mi amigo, apenas comienza, y lo único que te pido, es que como siempre, nunca dejes de sonreír y de hacer sonreír a todos, pues a fin de cuentas es tu costumbre y nada te alejará de eso.


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