Heroico Colegio Militar, Ciudad de México. 4 de diciembre de 2012. El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, arenga a los mandos superiores del Ejército y la Armada para que se conduzcan con incondicional lealtad a México, en total disposición de servicio y ser respetuosos de los derechos humanos. El comandante supremo de las fuerzas armadas acentúa: “Su misión es lograr un México en paz”.
La escena de arriba se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar al amable lector el surgimiento y evolución del concepto de seguridad nacional. Asimismo, hacer un recuento de la agenda en la materia en México, y por qué el duopolio defensa-diplomacia es primordial para nuestra patria.
El concepto de seguridad nacional surge en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Por el contexto histórico predominaba una concepción militarista del mismo. Por ejemplo, el escritor Walter Lippmann lo definió de la siguiente manera: “una nación tiene seguridad cuando no tiene que sacrificar sus legítimos intereses para evitar la guerra, y es capaz, si retada, de mantenerlos por la guerra”. Continuando con la misma tónica, el politólogo estadounidense, Harold Lasswell, la delineó así: “el sello distintivo de la seguridad nacional significa libertad de los dictados extranjeros”.
El concepto de seguridad nacional se convirtió en el mantra de la política exterior estadounidense el 26 de julio de 1947, cuando la ley en la materia fue firmada por el presidente Harry S. Truman. La legislación fue promulgada para “asesorar al mandatario respecto a la integración de las políticas doméstica, militar y exterior relacionadas con la seguridad nacional”.
La Ley de Seguridad Nacional de 1947 condujo a la mayor reorganización del aparato burocrático yanqui –sólo superada en 2002, cuando George W. Bush, el Texano Tóxico, instauró el Departamento de Seguridad Interior-, pues se creó el Departamento de Defensa –el famoso Pentágono-, subordinó a las distintas ramas militares al secretario de Defensa, estableció el Consejo de Seguridad Nacional y fundó a la temible y tenebrosa Agencia Central de Inteligencia (La CIA, por sus siglas en inglés).
La visión militarista de la seguridad nacional continuó por espacio de tres décadas, hasta que a finales de los años 70 del siglo pasado, el secretario de Defensa de la Unión Americana, Harold Brown, redefinió la seguridad nacional para incluir elementos tales como la seguridad económica y medio ambiental.
Más todavía, en 1983 Joseph J. Romm, un físico norteamericano, escribió el libro La Seguridad Nacional: los aspectos no militares, en donde incluía temas tales como: economía, medio ambiente, energía y combate al crimen organizado. Finalmente, el académico indio, Prabhakaran Paleri agregó elementos propios del siglo XXI como por ejemplo: la seguridad fronteriza, la seguridad alimentaria, la seguridad cibernética y la seguridad genómica.
El recorrido histórico permite definir la seguridad nacional como “el requisito primordial para la supervivencia del Estado a través del uso de la potencia económica, la diplomacia, la proyección del aparato militar y el poderío político”.
El paciente lector se preguntará ¿cuál es la agenda de seguridad nacional en México? Para el escribano es la siguiente: continuación en la lucha contra el crimen organizado; incremento del presupuesto a las fuerzas armadas; desaparición de la Secretaría de Seguridad Pública Federal y absorción de sus funciones por la Secretaría de Gobernación; desmantelamiento de la Plataforma México –una herramienta tecnológica empleada en la inteligencia policial-; el cambio climático –temperaturas más altas en el norte y lluvias más intensas en el sur-; seguridad alimentaria –México importa alrededor de la mitad de los alimentos que consume-; seguridad fronteriza -tránsito de migrantes, armas y sustancias prohibidas-.
Una vez explicado el concepto de seguridad nacional y la agenda de la misma en nuestra patria, debe decirse lo siguiente: la dupla defensa-diplomacia es primordial pues permite asegurar dos objetivos primordiales: primero, la defensa de la soberanía nacional, y, segundo, la prosperidad de nuestro país.
Lo anterior no es nada nuevo bajo el sol: los bizantinos -virtuosos de la diplomacia- entendieron desde el siglo VI de nuestra era que para asegurar la supervivencia de su imperio, el binomio defensa-política exterior tenía que estar sincronizado. Finalmente, y aunque suene repetitivo: México tiene que madurar como nación y darse cuenta de que tiene intereses geopolíticos que defender.
Aide Mémoire.- Para coraje y decepción de sus corifeos tropicales el Consejo Nacional de Inteligencia de la Unión Americana publicó, en su reporte Tendencias globales 2030: mundos alternativos, que “China probablemente rebasará a los Estados Unidos en la década del 2020”. –Oh my God!–
*Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.