A pesar de la temporada semiperfecta del Barcelona, del sorprendente Atlético de Madrid, o de la sorpresa europea del Málaga, nuevamente fue Mourinho quien robó los reflectores en la última fecha de la primera mitad de temporada. El entrenador luso se ha encargado en los últimos dos años y medio de destruir la imagen de una institución tan importante como el Real Madrid. Ha arruinado la relación de los jugadores con la prensa y de paso ha retado a jugadores emblemáticos como en su momento lo hizo con Raúl y ahora lo ha hecho con Casillas. Una vergüenza, no olvidemos el nombre de Jorge Valdano y de Zinedine Zidane a quienes también separó del club, repito, una vergüenza.
José Mourinho es un cáncer. A su llegada dijo que lo bonito del futbol eran los títulos, desde que llegó ha ganado sólo tres. Y si me preguntan, cambio estos trofeos por devolver al Real Madrid la imagen y el respeto perdido. Hoy el equipo blanco no tiene identidad o carácter, son 11 esclavos al mando de un desesperado dictador que aparte de autoritario es narcisista. El Madrid no juega a nada y se nota, no sólo es la forma, sino también el fondo.
Entendamos que el futbol es más que sólo un juego, es más que sólo tres puntos cada jornada y mucho más que sólo 90 minutos, futbol son ejemplos, valores y principios, tres cosas que Mourinho parece haber olvidado. El último episodio fue la gota que derramó el vaso, el partido frente al Málaga de Pellegrini. Recordemos que en una de sus magistrales ruedas de prensa, José Mourinho dijo que él no entrenaría jamás al Málaga, que es un equipo chico para él. Para seguir echando leña al fuego Pellegrini le contestó a Mou diciendo que él consiguió 96 puntos en el Real Madrid sin Cristiano Ronaldo, que estaba lesionado y concluyó provocando a Mou diciendo que le gustaría ver a su Madrid sin su goleador CR7.
Este sábado las declaraciones y opiniones se dejaron a un lado, poniendo de frente el partido entre ambos clubes. Mou hizo de las suyas y sorpresivamente dejó a Casillas en el banco. Iker Casillas, el portero más laureado de todos los tiempos, capitán del equipo y símbolo de la institución a la banca, repito una vergüenza. No se trata de Pedro León o Mesut Ozil, se trata de Iker Casillas, no importa si está vendado de los ojos o en muletas, si Iker puede jugar, juega, así de fácil, así de simple.
El partido terminó por hundir más al Real Madrid, la derrota (3-2) significó aumentar la desventaja frente al histórico Barcelona a 16 puntos, dar casi por perdida la Liga apenas a mitad de temporada y hacerse el blanco de críticas y especulaciones, pero ¿no es eso lo que le gusta a Mou?
Probablemente the special one, como se hace llamar, perdió más que el Barcelona con la salida de Guardiola. Ya no tiene ese contrapeso mediático que necesita para el equilibrio, ya no goza de esa motivación de vencer al mejor Barcelona de todos los tiempos, ya no tiene nada. Mourinho está desgastado, no tiene nada más que probar en el Real Madrid, ya hizo lo que llegó a hacer que no es poca cosa, venció al mejor Barcelona de la historia quitándoles la Liga, pero eso es todo. Mou como el Madrid tenía una obsesión con el Barça, era necesario probar que se les podía ganar y ahora, sin esa motivación, es otro equipo.
La temporada pasada se hablaba de la pegada del Madrid, de su poderío ofensivo y del tridente que formaban CR7, Benzema e Higuaín, hoy se habla de un Madrid sin ideas, sin ataque, sin esencia. Mourinho se ha dedicado a engrandecer su vocabulario dejando mucho que desear tanto en la cancha como fuera de ella. En los últimos seis meses ha regañado, ridiculizado e incluso insultado a varias personas cercanas a él. A Benzema le criticó fuertemente la semana pasada, a Ozil lo humilló en el vestuario a tal grado que el alemán terminó en lágrimas (después del incidente Ramos utilizó la playera de Ozil bajo la suya creando más polémica) y hace unos días llamó a un reportero para decirle de frente: “en el mundo del periodismo tú eres una mierda”. Una vergüenza.
Lo único que puede salvar a Mourinho es la Champions. El título más codiciado en la casa blanca, la ya legendaria décima copa de Europa. Sin ella Mou no se siente cómodo, él y el Real Madrid la quieren porque sí, es la nueva obsesión y espero por el bien del futbol y del Real Madrid una de dos cosas, que la consigan pronto, tan pronto como este año, o que por el amor de todos renuncie, si no lo hace, que deje de utilizar y pisotear una institución endeble por un capricho, por alimentar un contaminado ego y que por primera vez en su carrera como entrenador ponga los intereses del equipo antes que los suyos, que se vaya, que se vaya lo más rápido posible.