El viaje de Bilbo Baggins habrá sido inesperado, pero la cinta de Peter Jackson no lo fue, desde que se anunció el inicio de la pre-producción han corrido ríos de tinta al respecto, es más, estoy segura que muchas de las reseñas de los llamados “expertos” -al igual que sus opiniones- estaban escritas aun antes de que el producto terminado saliera de las salas de post-producción. El caso es que, después de mucho esperar, la recepción de El Hobbit ha sido más o menos la prevista: los críticos tienen mucho que criticar y el público en general mucho que adorar.
Yo me confieso fan, tanto de las historias escritas por Tolkien como de las producciones cinematográficas emanadas del genio de Peter Jackson, por lo que me es difícil mostrarme imparcial, así que no es raro que mi primer pensamiento al salir del cine fue: “ésta es la mejor película del año”. Y aún lo pienso así, sólo que ahora también pueden entender los “peros” de aquellos menos entusiastas que yo. Les cuento, a la mayoría de los detractores de este largometraje les parece demasiado larga -poco más de tres horas- pero no es sólo eso, sino el hecho de haberla convertido en trilogía lo que les resulta absurdo y algo mercenario. Con la serie de El señor de los anillos las tres películas se justificaban pues emanaban de tres libros complejos y llenos de magia, acción y misterio que requerían de gran detalle visual para poder traerlos a la vida. El Hobbit, sin embargo, se sustenta en un solo volumen que es apenas un poco más que un cuento para niños, así que tratar de exprimir tres cintas de igual número de horas de ese librito, resulta excesivo. Aunque, hablando como fanática, a mí no me importaría que me extendieran la experiencia a cinco filmes de cinco horas cada una, igual sería un agasajo el poder disfrutar del banquete visual con el que Jackson viste a estas historias.
Y es precisamente del aspecto visual de El Hobbit de la que nadie se queja, pues los efectos visuales, la ambientación, la fotografía y la nueva técnica de 48 cuadros por segundo convierten a esta visita a la Tierra Media en prácticamente una experiencia religiosa, que curiosamente hace que las proyecciones en 3D pierdan cualquier atractivo que pudieran tener (es decir, ahórrense el dinero del boleto en tercera dimensión).
Al inicio de la cinta conocemos la próspera ciudad de Erebor, la cual es habitada por enanos y gobernada por el rey Thrór, quien ha logrado amasar una gran fortuna en oro y piedras preciosas, la cual pronto atrae la atención del codicioso dragón Smaug. El dragón ataca la ciudad haciendo huir a los pobladores bajo la guía de Thorin, el nieto del rey. Tiempo después, en La Comarca, encontramos a un joven Bilbo Baggins -recuerden que esta aventura sucede como 60 años antes del memorable viaje de Frodo y compañía- quien vive una apacible vida entre sus verduras y sus libros, muy pronto esta paz se ve interrumpida por Gandalf, quien parece tener planes para él. Estos planes incluyen a un grupo de 12 enanos que toman por asalto la pequeña vivienda del hobbit, así como su vida y su futuro.
Después de luchar contra su resistencia al cambio, Bilbo decide arriesgarse y ayudar a los enanos en su aventura por recuperar su antiguo hogar de las garras de Smaug. Esta gesta lo llevará a enfrentarse con troles, orcos, lobos wargos, goblins y gigantes, así como a encontrarse con personajes que resultan viejos amigos para los espectadores: Lord Elrond, Saruman, Galadriel y el maravilloso Smeagol/Gollum, con el cual, por cierto, Bilbo tiene una de las escenas más fantásticas de todo el largometraje y en las que el famoso anillo vuelve a aparecer en nuestras vidas (¿o debería decir por primera vez?)
Todos estos encuentros van transformando a nuestro “mediano” y va fortaleciendo la relación entre los compañeros de viaje mientras se van acercando al final de su viaje, destino del que no seremos testigos hasta dentro de un par de años…creo que es la espera es lo que realmente molesta.
Finalmente, creo que con relación a El Hobbit podemos concluir que de seguro no atraerá nuevos fanáticos a las cintas de Peter Jackson, si hasta ahora alguien no fue cautivado por la trilogía anterior, difícilmente esta precuela logrará atraparlo, pero para los fanáticos será maravilloso volver a visitar la tierra media y para todos los demás el filme representará una nueva experiencia épica, visualmente espectacular, aderezada con increíble música. Sin importar el grupo en el que se encuentren, les recomiendo seguir el ejemplo de Bilbo y no perderse la aventura.
Productor: Carolynne Cunningham, Zane Weiner, Fran Walsh y Peter Jackson; director: Peter Jackson; guión: Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson y Guillermo del Toro, basados en la novela de J. R. R. Tolkien; fotografía:, Andrew Lesnie; edición: Jabez Olssen; música: Howard Shore; diseño de producción: Dan Hennah; elenco: Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Armitage, Ken Stott, Graham McTavish, William Kircher, James Nesbitt, Stephen Hunter, Dean O’Gorman, Aidan Turner, John Callen, Peter Hambleton, Jed Brophy, Mark Hadlow, Adam Brown, Ian Holm, Elijah Wood, Hugo Weaving, Cate Blanchett, Christopher Lee y Andy Serkis.