La alcaldesa de Aguascalientes, fiel a su torcida formación académica y política, sigue ignorando que gran parte de los problemas ocasionados por los procesos modernos de industrialización, urbanización y crecimiento de la población están asociados con la generación de basura. Su inclinación por lo verde, no está ligado a otra cosa que a sus verdes ocurrencias pagadas con dinero público. La línea verde y su bono verde son mera propaganda política ajena a los esfuerzos ambientalistas que muchos gobiernos están logrando en la defensa de su ecología. A Lorena Martínez Rodríguez no le importa saber del aprovechamiento de desechos sólidos para la producción de energía, ni mucho menos del adecuado procesamiento de aguas negras o basura orgánica para suplir la necesidad de calefacción, cocción de alimentos, producción de vapor y generación de electricidad como fuentes alternas de energía. A la alcaldesa le interesa solamente el negocio de la basura inorgánica que le deja ganancias tan sucias como el programa “Bono Verde” cuyo objeto es promover el reciclaje de basura inorgánica entre la población, a la cual se le pagará el producto a través de una tarjeta de débito expedida por Banorte. El Protocolo de Kyoto abrió oportunidades de negocios que antes no existían y eso lo quiere aprovechar a su manera la alcaldesa de Aguascalientes. El mercado de los bonos de carbono, premia el uso industrial de tecnologías limpias que ayuden a frenar el proceso de calentamiento global del planeta a través de mecanismos como la compra-venta de créditos de emisión y metas para que los países industrializados bajen la contaminación. Los que sobrepasen esas metas (o que no tengan ninguna), pueden vender sus excedentes a los infractores, beneficiando a quienes no emiten o disminuyen la emisiones y haciendo pagar a las que emiten más de lo permitido. Muchos países industrializados en el mundo quieren comprar esa clase de bonos en naciones en vías de desarrollo y han contratado al Banco Mundial para que les haga ese trabajo. Según analistas del mercado de bonos verdes se estima para los próximos años una demanda de 90 millones de toneladas de CO2 para México. Con los Bonos Verdes se ha creado un mercado de energías renovables que da una alternativa a las empresas y a los países signatarios del Protocolo de Kyoto para que cumplan con sus compromisos con el medio ambiente; esto se conoce como Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL). Cada año se intercambian 150 millones de Bonos de Carbono en todo el mundo; China, India y Brasil concentran 70 por ciento del mercado. China participa con 65 millones, India con 23 y Brasil con 17. México participa con 6 millones al año, que equivalen a mil 500 millones de pesos anuales: 4 por ciento del mercado mundial. Bajo este contexto, el denominado “Bono Verde” que Lorena Martínez está promocionando con fines electorales en Aguascalientes nada tiene que ver con los incentivos económicos que gobiernos locales y empresas privadas ofrecen para coadyuvar a la mejora de la calidad ambiental de las grandes ciudades en la regulación de emisiones contaminantes generadas por los procesos productivos. El Municipio de nuestra capital nada está haciendo para reducir la emisión de gases tóxicos de las industrias que están instaladas en nuestra ciudad. El programa “bono verde” de la alcaldesa Lorena Martínez que consiste en el intercambio de basura reciclable por dinero, no logrará eliminar ni siquiera un kilo de dióxido de carbono, ni evitará la generación de gases de efecto invernadero. Aguascalientes sufre ya una grave polución que está contaminando el agua y el aire, producto de la quema de desechos orgánicos. Colonias enteras que habitan cerca de vertederos sufren constantemente de irritación en ojos, garganta y pulmones. Esos ardores en los ojos, tos y presión en el pecho son comunes con la exposición a niveles altos de polución. Esta situación tiene sin cuidado a Lorena Martínez ocupada más en el negocio de la chatarra que en “educar a la gente a tener una conciencia de separación y segregación de la basura”. Es lamentable que entre el Gobierno del Estado y los municipios no exista coordinación en la gestión ambiental.
En lugar de que la alcaldesa ande perdiendo el tiempo en pleitos chatarreros debiera entender que el uso de los residuos orgánicos, en vez de contribuir al problema de la basura, puede convertirse en una solución. Si el Ayuntamiento de Aguascalientes quiere hacer negocio con la basura, que produzca entonces composta cuya materia prima está al alcance casi gratuitamente. De acuerdo a estudios de mercado una tonelada de nitrógeno vale cerca de 13 mil pesos y una de fósforo 7 mil 500. Los minerales de la composta disminuyen el uso de fertilizantes químicos con ventajas adicionales como la liberación de nutrientes acorde con las necesidades de las plantas que ayudan a mejorar la estructura del suelo y la retención de agua. Con la devolución de los desperdicios al suelo, nuestra ciudad y los campos de cultivo volverían a integrarse en forma armónica y recobrar la fertilidad de la tierra y resolver en gran parte el problema de la basura urbana. Urge que los municipios de México no sean dirigidos por gobernantes chatarra.