Como el mundo no se acabó según decían, estamos ya en el 14º Baktun y en unos días más será ya 2013, un año nuevo y el primero completito del nuevo gobierno de Peña Nieto; mismo que ha empezado con digamos buenos augurios, si nos guiáramos por las notas de estas semanas, pues se ha firmado un nuevo “pacto”, diversas iniciativas han transitado sin mayores trompicones por el Legislativo e incluso se puede percibir otra actitud de los principales actores políticos, tanto que críticos acérrimos del Calderonismo, empiezan a verle bonitos ojos al nuevo presidente, pese a su filia priísta. En este contexto, hacerle al augur puede ser una mala idea, sobre todo después del fiasco maya; empero si como tecnócratas decimos que “construimos escenarios”, suena mejor y chance hasta creíble… espero.
Empezando, como Marx manda, por el terreno económico, no habrá malas noticias por ahí, aunque tampoco muy buenas: todos los pronósticos apuntan a un crecimiento del PIB del orden del 3 por ciento y a una inflación semejante, o sea el mismo ritmo de los últimos años, lo cual no es malo, pero se nota poco en el bolsillo; aunque buscándole el lado bueno se debe anotar que hay pocos riesgos de crisis mayor gracias al blindaje financiero, incluso si los vecinos no evitan el “precipicio fiscal” y recaen en recesión moderada, eso nos costaría un punto menos de crecimiento, pero no una caída del PIB. La cifra de “empleos creados” podría dar una buena noticia alcanzando un récord, pero sería en mucho consecuencia de la reciente reforma, pues representaría sólo chambas informales formalizadas, si bien no de gran calidad ni remuneraciones. Aunque el nuevo “clima de entendimiento” anuncia que ora sí, se concretarán las reformas económicas de “segunda generación”, no se verán resultados en este año.
Mucho más complicado es construir escenarios sobre el terreno político, pues aunque en estas semanas el nuevo gobierno ha presumido del buen uso de su “mano izquierda”, empezando por un pacto donde parece haber logrado la magia de incluir tanto las propuestas de izquierda como de derecha, la “mano dura” no debe descartarse sobre todo si los opositores “no institucionales” deciden buscarle “tres pies al gato”. En esta categoría inscribiría, citando de centro a ultraizquierda al pejismo aglutinado en Morena, al #YoSoy132 similares y conexos, al EZLN recargado y al soterrado movimiento guerrillero que no estaba muerto, nomás se reagrupaba. La retórica de la restauración del autoritarismo priísta les brinda la coartada para subir el nivel opositor, aunque la hipótesis es hasta dónde llegarán por ese camino. De los morenos no hay duda, continuarán con rejuego partido/movimiento, que tan malos resultados les ha dado, pero en el Peje no hay capacidad de rectificación; los Soy132, radicalizados por sus aliados atencos y similares, podrían acercarse a los movimientos armados dispuestos a repetir la secuencia de eventos del 68 y años siguientes, aunque no masivamente, llama la atención empero el no acoso a Peña como se hizo con Calderón, chance entendiendo que ora sí, la represión iría en serio. Sobre los movimientos guerrilleros sólo se puede especular sobre su estrategia, la opción más probable podría ser seguir, como en los últimos años, con el bajo perfil camuflando sus acciones dentro de la ola delincuencial; pasar a ofensiva abierta apostando a mejores condiciones gracias a la agudización de las contradicciones por el PRI sería otra posibilidad aunque de mayor riesgo.
Los opositores “institucionales”, PRD y PAN, tendrán que tomar una decisión clave: continuar colaborando con el PRI justificado por sus “coincidencias programáticas”, con la modernización económica en el caso del PAN y con la política social para el PRD, o por el contrario conformar una alianza opositora y confrontarlo en las urnas en las 13 elecciones estatales. Si bien es posible una salida intermedia: colaborar en ocasiones y oponerse en otras, no creo que la ciudadanía lo premie, pues las encuestas señalan un rechazo a ese oportunismo. De no unir fuerzas, las victorias del PRI el año siguiente casi llegarían a avalancha, pues el PAN aún sufre el trauma del poder perdido y el PRD la baja del Peje y seguidores, en consecuencias sus resultados estarían por debajo de sus promedios históricos, lo que facilitaría al PRI ganar alcanzando sólo el rango del 40 por ciento. En su nueva etapa electoral, Morena deberá usar alguna franquicia menor, como el PT o MC, pero como dos debilidades no suman una fortaleza, sus resultados serán pobres, excepcionalmente por arriba del 10 por ciento de la votación. Ahora, los resultados electorales del año siguiente definirán el estilo de gobierno del PRI, pues su afán democrático disminuye con la consolidación de su mayoría; incluso si lograra que la oposición retornara al mero rol testimonial de los 80, veríamos al dinosaurio resurgir sin eufemismos ni caretas.
Finalmente, en lo que hace al mayor activo del PRI: su experiencia como gobierno, la mala noticia será que no se notará, su gestión gubernamental será tan similar al panismo, cuando más con nombres de programas cambiados y diferentes personas, que podría incluso servir como argumento en campaña política. Personalmente me llama la atención la futura y emblemática “cruzada contra el hambre”, sobre todo en lo que hace a su instrumentación, pero como su presentación en sociedad será hasta enero, hasta entonces podría analizarse con mayores bases. Y si ninguna de estas predicciones es acertada, recuerde que hasta los mejores astrólogos mayas fallan.