- Crónica de un malestar, para asumir el compromiso contra la pobreza
- La justicia no admite ni puede aceptar la sobreabundancia ante los pobres
José María de la Torre Martín, obispo de la Diócesis de Aguascalientes, pidió a jóvenes emprendedores cumplir cabalmente con el ideal del empresario, de no ser los más ricos, pero sí los más felices, por pensar en los demás.
Convaleciente de una intervención quirúrgica, a pocas semanas de conmemorar su sexagésimo cumpleaños, el más alto jerarca de la Iglesia Católica en la entidad se retiró incómodo del evento de Jóvenes Emprendedores de la Confederación Patronal de la República Mexicana, reunidos ayer en el Instituto de Alta Dirección de Empresas, de la Universidad Panamericana Campus Bonaterra.
Y es que, citado desde muy temprano, durante la sesión y al escuchar el texto de David Noel Ramírez Padilla, de Mc Graw Hill, ¿Cómo pagar la hipoteca social?, se conmovió el prelado, por sus semejanzas con la doctrina social de la Iglesia. El documento señala que “La justicia no admite ni puede aceptar la sobreabundancia de bienes de unos cuantos, mientras millones de mexicanos están sumergidos en la pobreza”.
Agrega: “No olvidemos que a lo largo de la historia de la humanidad hemos aprendido que la avaricia y la codicia generan injusticias, las cuales, a su vez, provocan odios y rencores que desencadenan, tristemente, una violencia inhumana que nos arrebata el don más preciado de una persona y de la sociedad: la paz”.
Por eso fue que el obispo de la Torre Martín, aún con sus malestares corporales, tomó su turno en el micrófono y –diría después a La Jornada Aguascalientes– “traté de sensibilizarlos acerca de que los beneficios que han recibido, de cualquier clase, tienen que ser en beneficio de los demás”.
Esos regalos que la vida nos da a todos deben ser para los demás, “especialmente para los más desfavorecidos”. Añadió: “Les pedí que cuando hagan una empresa, la hagan con un alto sentimiento, sin duda alguna, pero que sea socialmente responsable.
“Les pedí que se preocupen de cada uno de sus empleados, porque el capital humano es el más valioso en una empresa. Les dije que si lo hacen así, sin duda alguna, no serán más ricos que los demás pero sí más felices, porque cumplieron cabalmente con el ideal del empresario, a la luz de la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia”.
Enseguida, el obispo José María de la Torre Martín pidió a su chofer poner en marcha el vehículo; su rostro, a diferencia del acostumbrado, esta vez se veía ligeramente ensombrecido.
En su reunión, los jóvenes emprendedores escucharon a los oradores que citaban a Ramírez Padilla, para decirles: “urge que volvamos a vivir los valores que son el patrimonio de nuestro país: la honestidad, la solidaridad, el respeto a la vida, el respeto a la propiedad ajena, el esfuerzo, la responsabilidad, el ahorro, la sencillez, la satisfacción de ser mexicanos y el deseo de superación. Estos valores fueron el marco de referencia del México que era nuestro orgullo, y su olvido es en gran parte la causa de la crisis actual”.