Para todos los que fuimos niños en los 70s y 80s esta nueva cinta de los estudios de Walt Disney va a resultar un verdadero viaje nostálgico, indudablemente el guión fue hecho pensando en nosotros, pues somos la generación que de seguro entenderá todas las referencias y chistes con los que se adorna esta cinta. Para los demás, no se preocupen, Ralph el demoledor será también una fantástica experiencia, sólo les digo que no se sorprendan de escuchar risas o muchos ¡uhs! y ¡ahs! en momentos que les parecerán poco apropiados o fuera de contexto, ni se tomen a mal si algunos de sus padres o hermanos mayores se ponen a buscar en el “cuarto de los trebejos” sus viejas consolas de juegos, sólo es parte de ese sentimiento melancólico, pero feliz, en el que se verán envueltos al salir del cine.
Al inicio del largometraje, conocemos a nuestro protagonista, Raplh, un gigantón malhumorado que se dedica a destruir un edificio de departamentos mientras los asustados moradores llaman al Félix, el héroe, quien con su martillo mágico arregla los desperfectos, y al final, recibe una medalla, mientras Ralph se queda solo en el basurero. Cuando el juego termina y el sitio de “maquinitas” cierra, nos damos cuenta de que no sabemos toda la verdad, pues, al puro estilo de Toy Story, cuando las luces se apagan y los humanos desaparecen en el horizonte, los personajes de los video juegos son libres para actuar como mejor les parezca, incluso pueden viajar entre los diferentes juegos y visitarse unos a otros. Lo único que no cambia es que los buenos se juntan con los buenos y los malos, quienes no son necesariamente malos, sino que tienen la desventaja de interpretar a los villanos, se reúnen entre ellos —a manera de alcohólicos anónimos— para contar sus penas y desahogar sus frustraciones, pues en este mundo “fuera de video juego” son vistos siempre con antipatía y sospecha.
El caso es que Ralph está cansado de ser el villano y está dispuesto a hacer algo al respecto, aunque todos lo acusen de querer “volverse Turbo” —no les explicaré a qué se refieren con esto para no arruinar la historia, pero parece ser algo bastante malo—. La idea del gigantón es conseguir una medalla como las de Félix y obtener así el respeto de los habitantes de su video juego.
Lograr su cometido no parece tan difícil y menos cuando se entera de que en Hero’s Duty —un juego parecido a Halo —cada vez que terminan con el enemigo, los soldados reciben una medalla. Así que utiliza las habilidades aprendidas en su juego y consigue su propia medalla, sólo para perderla casi de inmediato al interior de otro video juego.
Cuando finalmente Ralph regresa a su casa se encuentra con que todo está de cabeza, Félix se ha ido a buscarlo y la consola que alberga a su juego está a punto de ser desconectada por mal funcionamiento (nada sorprendente si tomamos en cuenta que héroe y villano han desaparecido). Ahora Ralph tendrá que convertirse en héroe de verdad y salvar no sólo a Félix el reparador Jr. sino también a todas las otras maquinitas —y a sus personajes— de un destino fatal. Para ello, hará una nueva amiga, Vanellope von Schweetz, tendrá que unir fuerzas con Félix y con la Sargento Calhoun, una ruda militar salida de Hero´s Duty, pero lo más importante, tendrá que reasignar sus prioridades en la vida y decidir cómo quiere seguir viviéndola.
Como buena película Disney, ésta tiene un mensaje para chicos y grandes, sobre el valor de la amistad y la importancia de valorarse a uno mismo, y a todos los que nos rodean, así que esperen no sólo risas sino también una que otra lagrimita y hasta dos o tres momentos de nudo en la garganta, pero únicamente en medida suficiente para hacer de esta ida al cine, una experiencia perdurable. No se sorprendan si en las próximas nominaciones a los premios Oscar, Ralph el demoledor, resulta una fuerte contendiente para llevarse la estatuilla a la mejor película de animación, pues, además de tener un buen guión, la técnica utilizada para producirla es espectacular. Por cierto, este largometraje es uno de esos que no se deben perder en 3D, pues a los niños de los 70s y 80s les prometo que Q*bert, Pacman y sus fantasmas, Frogger y otros personajes que acompañaron nuestras tardes infantiles nunca se habían visto mejor.
Productor: Clark Spencer; director: Rich Moore; guión: Phil Johnston y Jennifer Lee, basados en una historia de Phil Johnston; director de imagen e iluminación: Adolph Lusinsky; música: Henry Jackman y Skrillex; dirección de arte: Mike Gabriel; voces en español: Mario Filio, María Antonieta de las Nieves, Moisés Iván Mora, Rebeca Patiño, Roberto Carrillo, Erika Ugalde, Paco Mauri, Gerardo Reyero César Filio, Sonia Casillas, Pedro D’Aguillón Jr. y Juan Antonio Edwards; duración 1 hora 33 minutos.