Mártires: 36 judíos que soportan al mundo / Los molinos de la mente - LJA Aguascalientes
15/11/2024

En la tradición judía, existen historias sorprendentes, asombrosas, que dan cobijo y alimento incluso al espíritu más apático. Desde los principios de esta religión, hemos podido gozar de leyendas y mitos que han marcado culturalmente a la humanidad entera, no sólo a los judíos. Si bien es cierto que la religión judía es un sistema de creencias que se caracteriza por basarse en un sentido dramático de la vida, lo mismo que la religión católica y la religión musulmana, que no son sino versiones modificadas extraídas del judaísmo, como en toda mitología antigua, se resalta como valor humano principal el del sacrificio personal para la protección del grupo, de la tribu, de la sociedad.

El “Mártir” es, en el sistema de creencias judío, la encarnación de todo valor positivo. Héroe, cuyas acciones meritorias en favor de su tribu o sociedad le otorgan la gracia y consideración de su divinidad. El mártir, es quien sacrifica su propia vida en pro de lograr el bien común, el bienestar para los suyos. Realiza la máxima gesta concebible, la entrega superlativa que un individuo puede ejecutar, esto es, dar su propia vida, ceder su existencia para que los demás puedan seguir viviendo. El mártir no es exclusivo de la religión judía ni de sus religiones derivadas, sino que aparece desde los inicios del mundo social desde Mesoamérica hasta China, como una fórmula cultural donde se le hace aprender a los integrantes del grupo o de la sociedad de que se trate, que lo más importante es el “bien común”, la propia sociedad, inclusive sobre la propia vida de sus integrantes, para no hablar ya de los intereses personales. El mito del Héroe que se sacrifica por el “Bien Común” es un precepto explícito en todas las sociedades humanas. La figura del soldado que muere defendiendo a su patria, no es sino el mito del “Mártir” con el que las naciones convencen a algunos de sus cándidos integrantes, de que morir al servicio de ellas, de las naciones, es más meritorio que vivir.

En la religión católica el valor del sacrificio personal es aún más pronunciado, pues es la misma deidad de los católicos la que envía a su hijo a ser sacrificado para que las criaturas humanas alcancen la salvación eterna. El sacrificio que hace el dios católico es superior a cualquier otro en los sistemas de creencias religiosas, porque entonces es él, Dios, al sacrificar a su hijo, el primer mártir que ha puesto el ejemplo para todo el rebaño, para todos los creyentes de esta religión. Si el dios se sacrifica por sus criaturas, el martirio es el camino por el ejemplo, y por lo tanto, el máximo valor también le es asignado.

A este respecto, hay una leyenda judía que habla de que en cada generación de humanos, existen en el mundo 36 hombres que llevan el peso del mundo en sus hombros. Estos hombres son, de acuerdo a la tradición judía, hombres justos en los que descansa el equilibrio de la vida humana; héroes anónimos y personas justas que cargan con el peso de la humanidad entera y que con sus acciones, igual que el héroe mitológico y el mártir, garantizan el bien común a costa de su propio sacrificio. De alguna forma, estos 36 hombres justos y anónimos (conocidos en el mundo judío como los lamedvavniks) se encargan de justificar la existencia de la humanidad ante el dios judío. La tradición dice que no se conocen entre ellos, de modo que cada uno actúa por su propia determinación y, generalmente, ellos mismos no están conscientes de que son uno de los 36 justos ocultos que llevan el peso del mundo. Se les considera personas modestas, incluso humildes y que poseen el atributo de pasar desapercibidos, generalmente ignorantes de su estatura espiritual. No poseen ningún poder sobrenatural ni ninguna gracia divina que les ayude a llevar a cabo su gesta, únicamente es su voluntad y actitud de servicio para con la humanidad lo que hace la diferencia.

Cabe decir que estamos hablando de una tradición judía, que cae en el terreno del folclor y de la filosofía judía, y no dentro de la religión como tal. Algo semejante al mito del Golem.  Se presume que son hombres, aunque no hay ninguna mención ni a favor ni en contra de que sean mujeres, pero dado el talante machista de la religión judía, la probabilidad indica que se trata de varones. Como estas personas cargan con el peso de la existencia humana, al llegar al cielo el dios judío los calienta durante 100 años entre sus dedos, tiempo en que el pesar y el dolor con el que vivieron por ser los soportes de sus pares, desaparecerá. Aunque otras versiones hablan de que algunos de estos héroes anónimos, justos, honorables, nunca encontrarán el descanso por haber sufrido y recibido el dolor de la humanidad durante su vida. La creencia dice que a la muerte de uno de estos seres, otro lo sustituirá, de manera de que nunca habrá en el mundo menos de 36 justos. Mártires sin saberlo, sobre los que los demás se apoyan sin intención. Mártires anónimos que en la mayoría de las ocasiones no saben, ellos mismos, la gracia de su condición.

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