- Junté preguntas y respuestas para organizar una especie de paradigma moral donde la fragilidad o inseguridad funcionan como acicate
- Los golpes de adrenalina que lo asaltan a uno en la poesía, no se dan en la prosa, lo cual revela una vez más la jactancia de la poesía
Tedi López Mills (Ciudad de México) es una de las poetas y ensayistas más reconocidas en el ámbito nacional, es autora de libros de poesía como Cinco estaciones, Un lugar ajeno, Segunda Persona, Horas, Contracorriente, entre otros, que se han hecho acreedores a diferentes premios, y del volumen de ensayo La Noche en blanco de Mallarmé, con su libro anterior Muerte en la Rúa Augusta se hizo acreedora al premio Xavier Villaurrutia.
Poseedora de un universo literario particular en el que habita un lenguaje poético fresco, imbuido de una cultura clásica amplísima, presentó recientemente El libro de las explicaciones (Almadía), un ensayo largo en el que se mezclan diferentes temas personales que nos permiten entrar y conocer la manera en la que la autora observa y ve la vida y cómo se ha conformado esta visión de las cosas.
Javier Moro Hernández (JMH): en un primer momento no entendí el porqué del título, Libro de las explicaciones, sin embargo cuando lo estaba leyendo me di cuenta de que tenía que ver con un asunto personal: explicarle a los demás (a ti, me imagino) ciertas cuestiones, como por ejemplo tu nombre (algo que has explicado varias veces a lo largo del tiempo), pero también el origen y nacimiento de tu escritura, por ejemplo, ¿por qué la decisión de escribir este libro?
Tedi López Mills (TLM): sospecho que tu pregunta es ya un comentario. Espero que el libro no transmita ni cansancio ni aburrimiento, pues no lo hice para nada con desánimo, sino todo lo opuesto. Mi decisión de escribirlo fue más bien una larga ocurrencia: juntar preguntas y respuestas para organizar algo legible que fuera además una especie de paradigma moral donde la fragilidad o inseguridad funcionan como acicate.
En todo caso, no fue algo necesario ni tampoco un paliativo ni una forma de terapia. Lo “personal” choca a menudo con ese prejuicio, como si lo íntimo fuera un proceso neurótico, enfermo, del que uno sale más o menos salvado, purificado, para entonces escribir cosas impersonales y útiles.
JMH: me llamó la atención la forma en que cuentas a los lectores tus relaciones familiares, tu vida familiar. Me hizo pensar que el libro también funciona como una especie de diario, en el que la autora toma y cierra ciclos con su pasado.
TLM: a cada texto del libro le corresponde una pregunta implícita o explícita. El pasado es lo más contable que tenemos todos: ¿cómo no partir de ahí?
Insisto, nuevamente, en que no escribí el libro para curarme de mí misma o de algo incluso peor.
JMH: en el capítulo “Retrato de una lectora adolescente” vinculas lo que como comentábamos anteriormente (tu vida familiar, tus relaciones personales, tus recuerdos de juventud) con la lectura y la forma en que estos autores que mencionarás un poco más adelante (aunque aquí esta Joyce, por ejemplo) como Sartre, Hesse, influyeron en la construcción de tu forma de entender el mundo, de relacionarte con él, autores que de cierta manera influyeron en la construcción de una filosofía personal.
TLM: el texto al que te refieres cuenta un episodio que culminó en algo parecido a una ruptura de la conciencia o a un desdoblamiento: una vida acá y una vida del otro lado, con el guión ya preparado de cada libro.
No sé si yo tenga ya establecida una filosofía personal. Intento en varios de los textos apropiarme de una, pero no me funciona: ni el pesimismo ni el escepticismo ni la sabiduría.
JMH: en los recuerdos que nos cuentas a lo largo del libro me llama la atención la mirada certera, que a veces podría pensarse desapasionada, sobre tus padres y me imagino que de cierta manera también hablar de ellos debió ser un ejercicio de autoconocimiento.
TLM: creo que el libro plantea exactamente lo contrario al autoconocimiento, pues desde el comienzo se propone un “yo” muy precario y un dilema: ¿a quién dentro de uno le están pasando las cosas? A fin de cuentas, el “yo” (al menos el mío) es un gran embaucador.
JMH: ¿cómo fue que trabajaste este libro?, los textos… los ensayos que lo conforman se pueden entender de manera independiente, pero al final conforman un todo, se relacionan entre sí, dialogan entre sí, además de que tienen referencias hacia tu vida personal, hacia tu vida familiar, pero también hacia tu carrera como escritora ¿Lo pensaste así desde un principio, crecieron poco a poco, cómo fue ese proceso?
TLM: fijé un índice, pero fui escribiendo los textos según se me antojaba; es decir, en contra del orden del índice inicial. El género de cada texto se definió sobre la marcha. Pero el impulso fue uno solo para todos. Supongo que eso los vincula y los hace flotar en una misma atmósfera.
JMH: otra cuestión que me llamó poderosamente la atención fue la mezcla de géneros, el libro es un libro de ensayos, en los que hablas de literatura, lecturas, memoria, pero lo haces a través de textos que son textos narrativos.
TLM: quise pensar contando, narrando, para que hubiera un margen de verosimilitud, en el sentido de que nada se planteara en términos de una teoría o de una abstracción. No represento a nadie más que a mí en el libro. Y, como se ve al final, soy todo menos ejemplar.
JMH: retomando un poco la pregunta anterior quería preguntarte si no te interesaba escribir narrativa, una novela.
TLM: un amigo muy cercano me dijo que el Libro de las explicaciones es una novela. No supe qué responderle. Soy una lectora voraz de novelas, pero la absoluta narratividad del género, su concatenación, su temporalidad sucesiva, sus párrafos bien hilados, me intimidan. Imagino que los golpes de adrenalina que lo asaltan a uno en la poesía, no se dan en la prosa. Lo cual revela una vez más la jactancia de la poesía.
Quizás acabe escribiendo novelas con el pretexto de que estoy haciendo otra cosa: poemas, ensayos, diarios.