Toluca recibió con ventaja de dos goles a las Águilas del América en el partido de vuelta de las semifinales del futbol mexicano. La eliminatoria estaba casi sentenciada, pero los azulcrema querían el milagro mientras que los Diablos trataban de evitarlo a base de juego en equipo y el cantar de su gente en la grada.
El primer tiempo fue digno de fase final. Las Águilas entendieron el encuentro y salieron por la victoria desde el minuto uno. Toluca, algo sorprendido, reaccionó tarde y pronto se encontró abajo en el marcador. Rubens Sambueza se iluminó unos segundos dando un excelente pase de taquito para dejar solo a Miguel Layún, quien contra todos los pronósticos remató correctamente con su pierna derecha para poner el 0-1 apenas al minuto 16.
El partido fue espectacular. Fue uno de esos partidos de liguilla en el que ambos equipos sabían lo que estaba en juego, dejándolo todo en la cancha. Llegadas en ambas áreas, atajadas de fotografía y contragolpes bien orquestados marcaron el ritmo del partido. Se iba de un área a otra en segundos, y más temprano que tarde cayó el segundo gol del encuentro.
Al minuto 37, Daniel Rolfi Montenegro marcó el segundo tanto para los emplumados. Paul Aguilar, de muy buen partido, centró desde la derecha en diagonal. Daniel Montenegro, que estaba en posición adelantada, le ganó el salto a su marca anotando con la cabeza el 0-2 parcial. Parecía que todo estaba puesto para que el milagro americanista se consumara, pero antes era necesario ir al vestidor y descansar 15 minutos.
Parece que eso fue más que tiempo suficiente para que Enrique Meza hiciera magia y en la segunda parte Toluca emparejó las acciones, particularmente con la entrada de Edgar Pájaro Benítez desde el arranque del segundo tiempo. El partido continuó siendo entretenido, llegadas en ambos lados de la cancha con aproximaciones serias de ambos equipos.
Mientras el tiempo seguía su marcha, el América se iba desinflando. Ya no atacaba con esa claridad del principio, ni con el orden o la misma gente. Montenegro se apagó en la segunda mitad y Toluca lo supo aprovechar. Benítez se enfiló a portería con la marca de Diego Reyes y Paul Aguilar, el primero trató de barrerle y así se alejó de la jugada, el segundo le marcó hasta el final pero no pudo hacer mucho. Benítez recortó dentro del área y definió de media vuelta para poner el 1-2 que daba el pase a la final a Toluca.
Muy buen gol, pero eso sí, más importante que bonito. El marcador global quedaba entonces 3-2 para Toluca, pero aún había 30 minutos más en el cronómetro arbitral. América tenía que seguir atacando, Toluca recompuso la defensa que se organizó bajo los gritos de Novaretti y Dueñas, que rápidamente pasaban de defender a atacar lanzando el contragolpe. Partido abierto y bastante agradable.
América no tuvo respuesta al gol de Benítez, una lluvia de centros inundó el área toluqueña pero nunca algo más elaborado ni realmente peligroso. Un gran partido desde donde se le vea, tuvo goles, atajadas, llegadas, un estadio lleno que no dejó de cantar ni un segundo, dos porteros en una sola área y sobre todo buen futbol.
Los cinco minutos que repuso el árbitro al final pasaron sin gracia ni gloria. Juan Carlos Medina perdió la cabeza y se hizo expulsar al minuto 90 mientras que Moisés Muñoz no se quedó atrás y subió a rematar el último tiro de esquina americanista. Un final emotivo para un partido que merecía uno, un milagro casi consumado que se alejaba mientras los minutos pasaban y que finalmente no pudo ser, pues en el infierno se necesita más que 11 águilas amarillas para domar al superlíder diablo.
Lo peor y lo mejor del futbol mexicano es la liguilla. Lo peor porque acepta colados y hace que el sistema en el que jugamos sea malo, pero lo mejor porque nunca se sabe qué va a pasar. Los partidos de liguilla son especiales, significan más y siempre se juegan de esa manera. El encanto de la liguilla no está fuera de la cancha, no necesita de egos ni declaraciones, el encanto de la liguilla son los partidos.