En los próximos meses, ya instalado Peña Nieto en la Presidencia, presentará una serie de iniciativas que le permitan iniciar su administración en las mejores condiciones posibles. Los asuntos de inmediata atención son la reforma fiscal y la de Pemex, que están indisolublemente ligadas.
En el caso de la reforma fiscal, la izquierda tiene mucha claridad en lo que va a proponer. En términos generales se concentrará en impulsar gravar al capital y terminar con los regímenes de excepción.
El debate de la izquierda representada en el PRD, se dará en relación al futuro de Pemex. Y no sólo porque hay asuntos técnicos que requieren de una discusión analítica compleja, la dinámica fundamental del debate se centrará en asuntos de carácter ideológico que van a generar una acalorada y hasta agria discusión en el próximo Congreso Nacional que se realizará en diciembre.
Para ubicar un poco la discusión, quisiera retomar un magnífico artículo de Marco Provencio recientemente publicado en Milenio, describiendo una etapa del Partido Laborista Británico en relación a la cláusula cuarta de sus estatutos. Esta etapa histórica que relata Provencio, la quiero retomar para reflexionar acerca del debate interno del PRD en relación al futuro de Pemex.
La cláusula cuarta de los estatutos determinaba que los trabajadores deberán obtener el fruto de su esfuerzo mediante un proceso de producción socializado en donde los medios de producción no sean privados y que por lo tanto eviten la explotación del hombre por el hombre.
En 1918 el radicalismo ideológico del Partido Laborista decidió que esta cláusula se incorporara a las tarjetas de afiliación para que no olvidaran sus afiliados el origen ideológico marxista-leninista de la organización.
La propiedad social de los medios de producción con el tiempo se fue interpretando que en un esquema capitalista la única forma de propiedad social tendría que ser en empresas que pertenecieran al Estado. Así nace el Estado interventor y benefactor producto de estas luchas sociales.
Pero en la medida en que el capitalismo se consolidaba en Gran Bretaña y las condiciones económicas y sociales se adaptaban al modelo económico, la cláusula cuarta empezó a generar un comportamiento sociológico que derivaba en un exacerbado nacionalismo y se asumió casi como un asunto de fe.
Esta posición doctrinaria empezó a alejar del Partido Laborista a muchos sectores y clases sociales que no se sintieron representadas y fueron migrando poco a poco al partido Conservador de Margaret Thatcher.
Fue entonces cuando un grupo político encabezado por Tony Blair empezó a promover un proceso renovador al interior del partido. El asunto fundamental se centró en discutir la cláusula cuarta.
La discusión duró seis meses de cabildeos, foros, discusiones, persuasiones, llamados a la disciplina entre muchas otras. En 1995, dos años antes de que los Laboristas recuperaran el Gobierno, la cláusula cuarta tomó su forma actual y Provencio la menciona de esta manera: “El partido Laborista es un partido democrático y socialista. La fuerza de nuestro esfuerzo común nos permite obtener más de lo que obtenemos de manera individual, para crear para cada uno de nosotros, los medios para desarrollar nuestro potencial verdadero, y para todos nosotros una comunidad en la que el poder, la riqueza y la oportunidad estén en manos de los muchos y de los pocos en la que los derechos que disfrutamos reflejen las obligaciones que tenemos y en la que vivamos juntos todos, libremente en un espíritu de solidaridad y respeto”. Hasta aquí el texto citado por Provencio.
A partir de ese momento importantes sectores que encontraban afinidad con el Partido Conservador, empezaron a migrar al Partido Laborista, ya que junto con las reformas estatutarias, la izquierda laborista generó un proceso de renovación de tal manara que se pudieran resolver dos asuntos; por un lado mantener los principios socialistas, sin dejar de reconocer que su ámbito de acción era el modelo capitalista.
Hago esta larga remembranza de una etapa vivida por la izquierda Británica porque las discusiones que se darán en la izquierda mexicana en relación a la reforma de Pemex tienen un contenido ideológico similar que abordaré en la siguiente colaboración.
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