…un estado es gobernado mejor por un hombre bueno, que por unas buenas leyes…
Aristóteles
Como usted bien sabe, soy además de todo lo que soy, un servidor público nuevo. Apenas me integré a este difícil tema hace casi dos años. Sin embargo, usted también sabe —y si no se lo informo— que soy además un ciudadano que participa en la sociedad civil organizada para defender la vida y la familia, prevenir las adicciones y otras organizaciones generadoras de proyectos y políticas públicas. Siempre he sido muy curioso en ese sentido. Le voy a hablar pues, desde estas dos visiones.
En pasados días, tuvimos un ejercicio muy interesante: la ciudadanía se metió a nuestras oficinas para “ver lo que hacen los políticos y los gobiernos”, esto en un modelo de constatación ciudadana, que tiene su historia. Desde el punto de vista de mi experiencia como promotor del desarrollo social desde la sociedad, no me ha costado ningún trabajo revelar ante los ciudadanos participantes en este modelo, la información solicitada, pero ha sido una experiencia muy importante para dos ámbitos: el ciudadano de a pie y el servidor público de profesión.
Cuando hace más de un año y medio se presentó ante los servidores públicos, secretarios, directores y todos los que en el municipio trabajan, la idea no cayó nada bien en la mayoría: ¿Dejar que la gente cuestione tu labor?, ¿qué te van a preguntar, si nosotros sabemos bien lo que hacemos? En fin, una serie de cuestionamientos todos fundados en una natural resistencia a dejarse “revisar” por un grupo de personas “inexpertas” en cuestiones de la administración pública. Seguro para muchos fue y sigue siendo un duro golpe a la posible soberbia que les pueda causar un puesto en el gobierno, soberbia por supuesto infundada. En fin, fue un proceso largo y en ocasiones bochornoso de dar información, llenar formatos, enviar informes, presentar evidencias, esclarecer procesos, etc., pero que sabíamos tendría que culminar en algún momento. El esperado momento, llegó esta semana, como a toda capillita que le llega su fiestita. Entonces de pronto, “nos cayeron” en las oficinas, un grupo de ciudadanos —universitarios de la UVM por cierto— quienes nos explicaron cuál iba a ser el procedimiento para constatar nuestras actividades, nuestros procesos, nuestras acciones, nuestros proyectos y cómo todo ello, contribuye a la mejora gradual y sistémica de la población. Estuvieron durante horas y varios días, preguntando, revisando información, archivos, carpetas, cuestionando —en el mejor de los sentidos, uno no va al doctor a que lo regañen sino a que lo diagnostiquen— hasta que nos cansamos y ellos también. El ejercicio más que una auditoría, fue como una “gran introspección del actuar gubernamental”, fue un gran aprendizaje, lo digo sinceramente como servidor público. Y como ciudadano fue una de las mejores experiencias que he visto en términos de la democracia participativa significativa. Esto no fue salir a votar por parte del ciudadano, sino salir a revisar el quehacer público en su derecho-obligación de coparticipar en la construcción de la sociedad.
La constatación aún no termina, hace falta que los ciudadanos que nos visitaron emitan su informe y con la humildad que nos debe caracterizar a los servidores públicos, aceptar las áreas de oportunidad que se tengan, asimismo aceptar los aciertos y los errores (luego pasa que en la política uno se hace profesional de las justificaciones, siendo que éstas, no dejan ver lo que está mal para que sea corregido), y con ello hacer un trabajo que al menos tenga tres características: que sea eficiente por la maximización de los recursos siempre escasos; que sea eficaz en los objetivos de generar bienestar social; y que sea profesionalizante para quienes lo realizan.
Agradezco a título personal a los ciudadanos interesados en la constatación ciudadana que permiten y obligan a que realicemos un mejor trabajo público.
@comandanteserra