Calderón falló en su discurso, llevó al narco de criminal a enemigo del Estado - LJA Aguascalientes
16/11/2024

Esto podría conducir a la adopción de la violencia con fines políticos

Hay una generación de narcocorridistas conscientes de que el  crimen puede agruparse y luchar  

 

El discurso oficial manejado por el presidente Felipe Calderón durante la guerra contra el narcotráfico “colapsó” la distinción entre los conceptos de criminal y enemigo del gobierno,   propiciando una persecución indiscriminada, refirió Alejandro Madrazo Lajous, profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

En este sentido, y pese a que los narcotraficantes no amenazan su existencia, el Estado mexicano les estaría dando trato de enemigos públicos.

“Al criminal no se busca eliminarlo, al criminal se busca castigarlo. No se le desaparece, no se le destruye, no se le somete en un sentido político, sino que se le castiga conforme al orden jurídico. El criminal no tiene derecho a resistir el castigo de la comunidad política… si niega la jurisdicción del Estado, deja de ser criminal y pasa a ser enemigo” de la comunidad citada.

El catedrático apuntó que al narco se le “deshumaniza”, y puso como ejemplo el caso del capo Arturo Beltrán Leyva, cuyo cadáver, en custodia de la Marina, alcanzó a ser fotografiado por la prensa en estado de desnudez y desmembramiento.

“El mismo día del abatimiento sale esto a los medios… éste es el mensaje que el Estado mexicano le transmitió a la ciudadanía, que esto había hecho con el narcotraficante más buscado del momento. No se le sometió a procedimiento, se le destruyó. Y nos decía [Felipe Calderón]: ‘no habrá tregua para quienes quieran ver a México sometido en el caos y en la ilegalidad, ni siquiera habrá tregua en la muerte’”.

Mientras dictaba una conferencia sobre política de drogas, Madrazo señaló que dentro del derecho jurídico un criminal tiene oportunidad para apelar a una defensa, opción que ha quedado reducida dada la realidad del discurso presidencial.


“El criminal habita el espacio del derecho, quien va a regular al criminal es el derecho, sus conductas, su persona va a ser sujeta al derecho, mientras que el enemigo habita el espacio de la soberanía: la soberanía como el poder político no sujeto a derecho”.

Tratándose de un enemigo del gobierno, dijo, es el derecho internacional quien mayor injerencia mediadora tiene.

Al advertir la peligrosidad de que a conciencia el narcotráfico opte por asumir el papel de enemigo estatal, expuso que cuando se presenta un conflicto entre la población y el crimen, es el Estado quien interviene, y que cuando ocurre lo propio entre un enemigo y el Estado, este último solicita la intervención de la ciudadanía.

“El hecho de que pueda haber una conscripción en el Ejército nos habla del derecho que el Estado se adjudica para exigirle al ciudadano que sacrifique su vida… Tú ciudadano al convertirte en soldado puedes morir, pero será en defensa del Estado”.

Asimismo reiteró que “el Estado mexicano ha colapsado estas distinciones y está tratando al criminal como a un enemigo”.

“Al hablar de guerra, el Estado está politizando al enemigo, está politizando al criminal convirtiéndolo en enemigo. Al criminal se le castiga y en ese sentido se le neutraliza, pero si se le tata como enemigo se le reconoce un perfil político. Lo que me parece peligroso en la situación en que vive el país es que el narcotráfico se politizara, adquiriera una conciencia política y pretendiera dotar de un sentido político su ejercicio de la violencia, tenemos la impresión de que el narcotráfico en México tiene una enorme capacidad de ejercer violencia, pero no le da un sentido político”.

Toda vez que no dio con métodos seguros para conocer la manera en que el narcotraficante percibía dicho comportamiento gubernamental, Alejandro Madrazo decidió explorar el área a través del narcocorrido.

Antaño, apuntó, los narcocorridistas compraban la idea de que todo se trataba de “una guerra entre buenos y malos”, e incluso inmiscuían al político en actividades delincuenciales y al delincuente en eventos de índole política.

Sin embargo expuso que entre 2010 y 2012 apareció un nuevo grupo de estos músicos, en cuyas letras ya se muestra un colectivismo en el actuar del narco, es decir, se expresa la adopción de la violencia con carácter político.

Alguna canción de Gerardo Ortiz, joven de 22 años desarrollado durante el mandato de Calderón, citó el ponente, habla de “operaciones militares colectivas” y de que “somos hombres preparados”, “tenemos un pacto cerrado” para pelear contra el gobierno.

En lo que a música respecta, anotó la existencia de “una generación de la guerra”.

Madrazo señaló que el titular del Ejecutivo federal ya aparece en algunos narcocorridos retratado como el primer rival, lo cual deriva en elementos de venganza grupal y en la adquisición de la violencia como medio de expresión efectiva.

“Eso es resultado del discurso de politización del narcotraficante que ha sido predominante” a lo largo de este sexenio.

 


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