Felicidades a l@s ciudadan@s de Aguascalientes en el 437 aniversario de la ciudad
La seguridad pública de sus habitantes es una tarea fundamental e indelegable de cualquier estado. Y esto también pasa por la seguridad vial. El caso es que México país se encuentra en una situación preocupante en este tema, pues las estadísticas disponibles revelan una situación grave en la que por ejemplo, durante 2009 se contabilizaron más de 4 millones de accidentes, de los cuales se generaron 750 mil hospitalizaciones, 24 mil muertes y 40 discapacidades. Lo anterior tiene más impacto ante una revelación contundente: los accidentes viales son la principal causa de muerte entre los niños y jóvenes de entre cinco y 35 años (El Economista, 24 de abril de 2011). Indudablemente esto implica costos sociales y económicos que todos y todas pagamos.
Aunque no se tienen estadísticas exactas, porque las cifras del INEGI y de las aseguradoras suelen variar, especialistas en la materia calculan que los accidentes viales tienen un impacto que llega hasta 4 por ciento del PIB, lo que significa hasta los 126 mil millones de pesos anuales.
En 2010, en cifras preliminares, los accidentes viales fueron la décima causa de muerte de la población general en México, sólo dos lugares después de aquellas derivadas de las agresiones (homicidios). En el 2009, la tasa fue de 4.7 muertes por cada 100 mil habitantes y en el 2008 el grupo de edad más afectado, por atropellamiento y accidentes de vehículo, es aquel que va de los 15 a 44 años, que acaparó 51.5 por ciento de la tasa de mortalidad. Y desde luego que nuestra ciudad y nuestro estado no son la excepción a este grave problema social.
Las razones son múltiples. En primer lugar, también en esto, tenemos el tema educativo. Para nadie es un secreto en Aguascalientes que mucha, muchísima gente conduce habitualmente un vehículo de motor, artefacto potencialmente peligroso por definición, sin haber sacado jamás una licencia de conducir. Esto debería prohibirse y sancionarse enérgicamente. Luego está el gran grupo de los que habiendo sacado licencia de conducir, o diremos mejor: pagado una, carecen por completo de cultura vial. “Las” y “los” (diremos como mandan los tiempos) vemos todos los días en las calles y carreteras de Aguascalientes: y se distinguen, entre otras cosas, porque: jamás ceden el paso al peatón, ni siquiera en los sitios de cruce preferente señalizado, se pasan las luces amarillas y también las rojas, no respetan las señales, tiran basura, paran y estacionan en los lugares donde más estorban, o conducen en estado de ebriedad. Adicionalmente y por desgracia los conductores en Aguascalientes en muchos casos nos hemos vuelto intolerantes, impacientes y agresivos ante el aumento desproporcionado de vehículos circulando al mismo tiempo en horas pico.
Pero las calles y avenidas de la ciudad y también las del resto del estado no crecen ni se ensanchan al ritmo que aumenta el parque vehicular. ¿Qué política pública se puede hacer en una ciudad donde el transporte público es conocido por su baja eficiencia y su mala calidad? no está interconectado, no es multimodal y las autoridades no estimulan su uso, pese a estar demostrado que es más eficiente y menos contaminante, además de más seguro si se presta en condiciones adecuadas, y donde además el transporte privado se ha vuelto conflictivo, especialmente a ciertas horas y en ciertas calles y avenidas de nuestra ciudad.
Y cabe llamar especialmente la atención sobre otros males de la modernidad que por desgracia se han ido extendiendo de manera asombrosa: mucha, muchísima gente, especialmente jóvenes, hablando por teléfono mientras conducen, e incluso usando su “teléfono inteligente” cualquier cosa que eso signifique, para mensajear o ¡incluso hasta chatear! ¿Cómo podemos ser tan tontos en plena era de los “esmarfon”? porque hablar por teléfono, o peor, chatear (aunque parezca inverosímil conozco de cerca varios casos) mientras se conduce, es poner en verdadero riesgo no sólo nuestra integridad, que sería lo de menos, sino la de las personas que nos rodean, sean peatones, ciclistas u otros conductores.
¿Y qué hay de las autoridades? Mientras exista tal laxitud, tal descuido ante actitudes tan poco cívicas y muy riesgosas de muchos ciudadanos, poco avanzaremos en el tema de la seguridad vial, que es algo de evidente interés público por sus múltiples enfoques y repercusiones.
Algunas políticas necesarias, y hasta donde sé ausentes, son, entre otras: aplicar exámenes serios a quienes pretendan conducir vehículos de motor, implementar reglas claras para retirar las licencias a los infractores reincidentes, sancionar severamente conductas de alto riesgo, como conducir en estado de ebriedad o conducir mientras se habla por teléfono, organizar campañas estatales de educación y reeducación vial, o transformar programas malos, poco transparentes y de dudosa efectividad que no sea recaudatoria, como lo es la “verificación”, en programas de prevención de accidentes, con la inspección anual y obligatoria del estado físico y mecánico de los vehículos antes de otorgarles o renovarles una matrícula de circulación. Así se hace en todos aquellos países que han logrado avanzar en su seguridad vial, no estamos aquí descubriendo nada nuevo.
Aplicación estricta de sanciones ejemplares a los infractores, como ya sucede en los casos de conducción en estado de ebriedad, e implementación de normas que incluyan la contratación obligatoria de seguro contra accidentes a todos los propietarios de vehículos automotores, regulación estricta de motociclistas, inclusión expresa de los ciclistas en las leyes y reglamentos de tránsito, entre otras medidas obligatorias para todos sin excepción, nos darán la salida hacia otro tipo de mejor convivencia social en las calles de Aguascalientes en beneficio de todos. n
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